Johannesburgo, 25 enero (EFE).- Fotografiarse como un muerto junto al capó de un coche manchado de sangre simulada, con un hacha en el cuello cubierto de carne cruda o colgando de una cuerda con la boca abierta, como un ahorcado. Y después publicarlo en las redes sociales.
Esta es la macabra propuesta del sudafricano Karabo Mnisi, de 18 años, que, desde los primeros días del año, sacude las redes sociales para disfrute de algunos y espanto de otros y que se ha convertido en un fenómeno viral que agita las redes por todo el mundo.
La polémica campaña “Dead Pose Challenge” (el reto de la pose del muerto) comenzó en la página de Facebook de Mnisi, donde este estudiante de instituto de Pretoria animó a sus amigos y seguidores a que le enviaran fotos posando como si estuvieran muertos siguiendo su propio ejemplo.
De todo el material que recibía, Mnisi publicaba las fotos que consideraba más logradas, pero miles de usuarios denunciaron la brutalidad de algunas y el joven -entrevistado por decenas de medios y convertido en una estrella- tuvo que retirar las más realistas para que no le suspendieran su cuenta.
La bola de nieve se ha hecho grande y el “Dead Pose Challenge” se ha convertido en un fenómeno nacional que ha traspasado también las fronteras de Sudáfrica y que goza de vida propia al margen de su creador.
El éxito redobló también las críticas. Además de ser tachado de bárbaro e insensible, Mnisi ha sido acusado de “satanismo” en su país, donde cada vez más voces dentro y fuera de las redes le recriminan haber tenido semejante idea.
“Empecé a posar como un muerto el año pasado, pero aún no subía las fotos a las redes sociales”, cuenta a Efe Karabo Mnisi, que ya tiene 26 mil seguidores en Facebook y que dice no tener otro objetivo que “divertirse” con el “Dead Pose Challenge”.
“No pienso en ellos”, contesta cuando se le pregunta qué opina de quienes le afean una conducta que consideran especialmente inapropiada en un país como Sudáfrica, uno de los más violentos del mundo y donde más de 50 personas mueren asesinadas cada día.
“Vivimos en un país serio con problemas serios. La gente necesita divertirse y relajarse, a veces”, se ha defendido el adolescente, que no cree que su proyecto pueda llevar a nadie a cometer actos violentos.
Los partidarios de Mnisi y quienes participan en el “Dead Pose Challenge” son por lo general de su edad, aunque también hay adultos de más edad que incluso hacen aparecer a niños en las foto.
“Decidí hacerlo porque me pareció divertido hacerme el muerto y hacerme una foto. Pensé que podía mandar la mejor foto, la más original y graciosa, con un niño pequeño participando en el reto”, explica a Efe el responsable de una de las poses más populares, Obakeng Bruno.
En la imagen que le envió a Mnisi, Bruno aparecía con el cuerpo inerte sobre una mesa con salsa de tomate en la boca, mientras su primo Bonolo, de 5 años, finge una expresión de desespero con las manos en la cabeza.
Quienes apoyan esta práctica ven en la ocurrencia una forma de desatar la creatividad y las dotes interpretativas de los más jóvenes, a través de las muecas y las posturas que imitan a apuñalados, ahogados o incluso a quienes caen fulminados por un rayo.
“Con Halloween nadie tiene ningún problema. No entiendo por qué les parece tan mal”, sostiene la estudiante Naledi Masanabo.
“La gente ha sido muy creativa a la hora de tomar esas imágenes. Tienen un valor artístico y, si se mira desde el punto de vista de la diversión y el placer de crearlo, se entiende el lado inocente del fenómeno”, dice a Efe el artista e ingeniero sudafricano Johan Stegmann.
Pero a sus detractores no les hace ninguna gracia y citan entre sus argumentos el conmovedor vídeo en el que un bebé llora desesperado junto a su tía, mientras ésta fingía estar muerta para hacerse una foto y enviarla.
“Es una moda ridícula y estúpida que puede ofender a la gente”, asegura Tlhokomelo Setlhako, empleada de banca de 32 años.
“Sudáfrica no se merece internet”, ha escrito con sorna el servicio de noticias Eyewitness News para condenar el fenómeno, en el que algunos ven un signo de una “sociedad enferma”.