RÍO DE JANEIRO, Brasil, febrero 25 (Notimex)
El desempleo azota a 13 millones de brasileños, los escándalos de corrupción salpican a la élite política y la fiebre amarilla ha dejado más de 100 muertos en los últimos meses, pero nada detiene a millones de personas que se lanzan a las calles para el Carnaval.
Río de Janeiro, ciudad que se enorgullece de celebrar el “mayor espectáculo a cielo abierto del planeta” en su mítico Sambódromo, vibró este viernes bajo un caluroso sol con decenas de orquestras (“blocos”, en portugués) que animan los diversos barrios de la urbe desde las ocho de la mañana.
Ni siquiera las dificultades por las que pasa el país –que sufre su peor recesión en décadas y continúa azotado semanalmente por los escándalos de corrupción que tienen como protagonista a su clase política- logran afectar a la fiesta.
Este año, de nuevo, muchos brasileños optaron por afrontar los problemas con ironía y sarcasmo, muchos de ellos disfrazándose de líderes políticos y empresarios detenidos por corrupción, mientras no faltan en las calles alusiones a personajes como el presidente estadunidense Donald Trump.
Más de 1.1 millones de turistas participan en Río en la festividad anual más importante del país, que moviliza desde jóvenes a ancianos en busca de una diversión, que paraliza el ritmo habitual de las principales ciudades brasileñas hasta el próximo miércoles 1 de marzo.
Como cada año, el gobierno realizó su campaña de distribución gratuita de preservativos -75 millones en total- para prevenir que la fogosidad carnavalesca provoque la transmisión de enfermedades como el Sida, que ha registrado un aumento de casos en Brasil entre los más jóvenes en los últimos años.
El Sambódromo, cuyos accesos fueron ya cerrados al tráfico este viernes, acogerá el domingo y el lunes de madrugada sus célebres desfiles de las escuelas de samba, que competirán por alcanzar la gloria y alzarse con el trofeo de campeón.
Una de las particularidades este año será la propuesta de la escuela Emperatriz Leopoldinense, que presentará un desfile temático que critica la destrucción del ambiente y el asedio a los pueblos indígenas por parte de madereros ilegales, obras de infraestructuras como la presa hidroeléctrica de Belo Monte y la expansión de las tierras agrícolas.
La apología del indio y de la selva amazónica creó una gran polémica en las últimas semanas, ante las duras críticas de los productores rurales a Emperatriz Leopoldinense por acusar al agronegocio –uno de los motores económicos de Brasil- de fomentar la destrucción de la mayor reserva de biodiversidad del planeta.
“Nunca fue nuestra intención agredir a nadie, sino exaltar a los indios”, dijo este viernes el creador de la propuesta de Emperatriz Leopoldinense, el ‘carnavalesco’ Cahê Rodrigues, en una presentación ante la prensa en la que participaron varios líderes indígenas del país.
“No nos gusta la deforestación en las áreas indígenas, ni tampoco la contaminación de las aguas. Expongan esto al mundo”, instó el cacique Raoni Metuktire, uno de los líderes indígenas más importantes del país desde la década de 1980, cuando recibió el apoyo de artistas y líderes internacionales.
Decenas de indígenas de varias etnias brasileñas –desde los Munduruku hasta los Guajajara- participarán de forma histórica en el ‘enredo’ de Emperatriz Leopoldinense el próximo domingo, cuando desfilarán en el Sambódromo a favor de la causa indígena.