«It’s no joke, it’s no joke» («No es broma, no es broma») repetía un aturdido y conmocionado Warren Beatty. Jordan Horowitz, productor de ‘La la land’ le había arrancado de las manos el sobre con el nombre de la película que había sido elegida por la Academia de Hollywood como la mejor, ‘Moonlight’. Nadie se lo creía. Todos señalaban a los protagonistas de ‘Bonnie & Clyde’, Beatty y Faye Dunaway, como los culpables de un error que en las 89 ediciones de los Oscar nunca se había producido. Nunca se había dado por error el premio de mejor película a la que no lo era. Las redes sociales, la propia organización, que miraban a Beatty como si del mimísimo Lucifer se tratara, el modo en que Horowitz le quitó el sobre, las caras del elenco de ‘La la land’, la de todo Hollywood… Todos señalaban a los dos actores como los culpables de un broche final vergonzoso. La realidad, era otra muy distinta, ellos no fueron los culpables.
Para entender que sucedió exactamente y por qué Dunaway dijo ‘La, la land’ en lugar de ‘Moonlight’ hay que explicar cuál es la dinámica de la gala y de los Oscar. Desde hace 70 años, el martes previo a la gala, la Academia de Hollywood entrega las votaciones con los nominados a la auditora PricewaterhouseCoopers. Ella es la encargada de hacer el recuento y de custodiar las 24 tarjetas de los premiados que entregan a dos miembros de la consultora que también serán los responsables de meterlas en los sobres de cada categoría y de entregarlos al que vaya a presentar cada premio. Ellos son Brian Cullinan y Martha de la Torre Ruiz, ambos ligados a PwC desde hace décadas y expertos en la noche de los Oscar. Cullinan y Ruiz no sólo son los únicos que saben los nombres de los que serán premiados sino que además tienen la tarea de entregar el sobre el correcto de cada categoría y en el momento que corresponde. Según explicó Cullinan hace unas semanas a Medium, cada uno tiene 24 sobres que entregarán colocados en cada extremos del escenario. Es decir, si Leonardo DiCaprio, encargado de entregar el premio de mejor actriz en esta gala, sale por el lado izquierdo, es el del lado izquierdo el que le dará el sobre con el premio, mientras el del otro lado lo desechará.
DiCaprio debió salir por el lado contrario al que salieron Beatty y Dunaway, con lo que la persona que les entregó el sobre con el premio a la mejor película todavía tenía en su mano el sobre con el de la mejor actriz. Es decir, no se deshizo de él. Cullinan o Ruiz, no se sabe en que lado del escenario estaba cada uno, entregaron a los actores el sobre equivocado en lugar de darles el de mejor película. De ahí la cara y la tensión de Beatty cuando abrió el sobre y vio que lo que ponía no era el nombre de la película, sino Emma Stone ‘La la land’, mientras en la parte exterior del sobre se podía leer ‘Actress in a leading role’. Beatty miró a Dunaway, se calló, volvió a leer en voz baja, volvió a mirar extrañado a Dunaway, «no estaba tratando de ser divertido», y fue ésta la que gritó «La la land». Tal vez lo mejor hubiera sido parar un momento y avisar de que podría haber un error, pero la tensión de presentar un Oscar de tal importancia, con todos esperando, al final de la gala, llevó a que Dunaway y Beatty se lanzaran a la piscina.
Todo el elenco de la película subió al escenario, su productor pronunció su discurso y cuando iban a darse los siguientes se empezó a ver un movimiento de realizadores y organizadores. Ya se habían dado cuenta del error, que rápidamente intentaron corregir. Le dieron el sobre correcto a Beatty, que no sabía muy bien qué hacer, y al final era los propios premiados por error los que enmendaban el fallo y anunciaban el vencedor correcto.Horas después y cuando todos habían sentenciado a Beatty y a Dunaway la auditora daba la cara y pedía perdón: «Los presentadores recibieron erróneamente el sobre de la categoría equivocada y cuando se descubrió, se corrigió inmediatamente. Actualmente estamos investigando cómo pudo haber ocurrido esto, y lamentamos profundamente que esto haya ocurrido. Apreciamos el humor con el que los nominados, la ABC y Jimmy Kimel manejaron la situación», reza la nota de disculpas de PricewaterhouseCoopers.
La consultora estadounidense daba la cara, pero sin señalar a sus dos empleados. Cullinan y Ruiz eran los encargados de custodiar los sobres, los únicos que sabían los nombres de los ganadores y los responsables de entregarlos correctamente. Nada hacía pensar que un sobre equivocado podría llevar a tal fiasco.A ambos les respalda una dilatada experiencia. Los dos fueron elegidos por PwC por vivir en Los Ángeles, ciudad en la que se celebra la gala, y porque ambos trabajan con compañías de entretenimiento, muy ligas al mundo del espectáculo y la cinematografía. Cullinan llevaba, con esta edición, cuatro años encargado de la custodia de los premios, «desde que se retirara mi predecesor», mientras que Ruiz era su segundo año, aunque lleva más de 10 ligada al equipo de la votación de los Oscar. De hecho, Brian es uno de los miembros con más destacados de la firma. Además, de ser socio principal de la Academia de las Artes y las Ciencias sirve como presidente del Consejo de Estados Unidos de PwC y es miembro del Consejo Mundial de la auditora.
El trabajo de ambos para la noche del cine por excelencia comienza prácticamente un año antes. Ellos no sólo custodian los sobres sino que son los únicos que hacen el recuento de los votos de los miembros de la Academia que otorgan el premio. Según ellos mismos han explicado, realizan el conteo final y memorizan los nombres de los premiados para no escribirlos en ningún sitio. Incluso se toman dos coches separados y utilizan diferentes rutas para llegar a la ceremonia en caso de que uno de ellos quede atrapado en un atasco. No hay lista maestra o copia electrónica. Los nombres de los ganadores están en sus cabezas.»Lo importante es ser preciso y mantener la confidencialidad. Comprobamos todo docenas de veces, recontamos y hacemos controles dobles (…) Hasta ahora nunca ha habido ningún problema», aseguraban hace unas semanas. Efectivamente, sigue sin haber habido ningún problema en el recuento, pero sí en el sobre entregado, lo que, según dijo Cullinan, «no parece muy complicado».
Con información de: www.elmundo.es