diciembre 12, 2024
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Mexicano inventa brasier que puede detectar el cáncer de mama

marzo 19, 2017 | 191 vistas

“A mí madre le amputaron los dos senos y estuvo a punto de perder la vida por un mal diagnóstico”, asegura Julián Ríos, un joven de 17 años que, a partir de lo que vivió su madre, decidió estudiar todo lo que encontró sobre el cáncer de mama. Así desarrolló una solución, que a través de sensores e inteligencia artificial, apunta a un mercado de más de 100 mil millones de dólares.

El equipo de este estudiante de la PrepaTec, Campus Eugenio Garza Sada en Monterrey, Nuevo León, consiguió el primer lugar del concurso de emprendimiento Global Entrepreneur Awards, que se realizó en la Bolsa Mexicana de Valores.

Hace un año, Ríos, junto con tres compañeros más, se dieron a la tarea de desarrollar una solución que pudiera ser más certera que la autoexploración y menos peligrosa que las mamografías, que de acuerdo con la National Breast Cancer Foundation y a un estudio publicado en el British Medical Journal, la radiación, así como la comprensión que causa este tipo de técnicas pueden provocar la propagación de células cancerígenas a otras partes del cuerpo, causando una metástasis.

En el equipo también participan José Antonio Torres, director de tecnología; José Ángel Lavariega, director de innovación y desarrollo; y Fernando López, desarrollador de software.

Los jóvenes tuvieron como mentores del proyecto a la doctora Cynthia Villarreal, del Centro de Cáncer de Mama del Tec de Monterrey; y al ingeniero Victor Melgarejo Zurutuza, presidente de la Red Estatal de Incubadoras de Nuevo León.

A través de la compañía Higia Technologies, desarrolló Eva, un brasier que integra al menos 200 pequeños biosensores capaces de mapear la superficie de la mama y determinar, por ejemplo, la conductividad térmica por zonas. Entre mayor calor en cierta área, significa que hay un mayor flujo de sangre, lo que representa que hay algo que se está alimentado de esos vasos sanguíneos, lo que normalmente corresponde a un tumor.

Pero la clave no son los sensores, sino los algoritmos que desarrollaron y que tienen la capacidad de comparar con una base de mil pacientes afectados por el cáncer, que a su vez agrupan 20 imágenes termográficas cada uno y así determinan a qué tipo y a qué fase corresponde el cáncer.

“El algoritmo lo que hace es que de los datos térmicos que recopilan los sensores, mide las curvas de conductividad térmica. Quistes y malformaciones tienen diferentes curvas. El algoritmo ve la curva y dice, esta se asemeja muchísimo a la de un quiste a partir de las imágenes de la base de datos que ya tenemos. Mediante los cientos de árboles de decisión, determina cuál tipo de cáncer es y en qué fase es más probable que se encuentre”, dice a la revista Tec Review el joven emprendedor.

Su primer prototipo y los algoritmos desarrollados ya fueron puestos a prueba arrojando una certeza de hasta 93 por ciento de acuerdo con la base de datos disponible.

En un año, al desarrollo de Higia ya se han sumado al menos otras 11 personas, entre ellas Raymundo González, colaborador en proyectos de investigación en el Laboratorio de Inteligencia Artificial de la Universidad de Stanford y pasante investigador en Audible, compañía de Amazon, así como dos estudiantes de maestría en el Tecnológico de Monterrey que basan su tesis en los algoritmos de la compañía de Ríos. La startup tiene en su equipo tres oncólogos.

 

De acuerdo con Ríos, la persona necesitaría utilizar entre 60 y 90 minutos el brasier a la semana para poder llevar a cabo el análisis a partir de Eva. Hacia futuro, la información podría ser compartida en tiempo real a un oncólogo para que éste compruebe los resultados del dispositivo.

 

Mercado potencial

 

Un estudio del Institute for Healthcare Informatics (IMS) mostró que en 2015, el mercado global de tratamientos de cáncer creció a 107 mil millones de dólares y la proyección para 2020 es que su valor llegue a los 150 mil millones de dólares.

Higia tiene un modelo de negocios escalable. La primera fuente de ingresos, asegura Ríos, es la comercialización del brasier, que espera pueda tener un precio no muy alto de alrededor de 2 mil 500 pesos.

Pese a que el costo de la producción de los brasieres es de apenas mil pesos por pieza, de acuerdo con Ríos, la firma necesita cerca de dos millones de dólares para invertirlos en trámites burocráticos ante la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) y la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) para realizar pruebas preclínicas, clínicas y después lanzar el producto al mercado.

“Estamos acercándonos a fondos de inversión y a gobierno para participar en las convocatorias del Instituto Mexicano del Emprendedor (Inadem)”, dijo Ríos.

“Eva es un dispositivo que no merece simplemente estar en las manos de las personas de poder adquisitivo alto, sino en las manos de todas las mujeres”, explica el estudiante del último semestre de preparatoria del Tecnológico de Monterrey.

 

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