Mauricio Zapata.-
Aún se siente el olor a quemado. El ambiente es tenso y también se respira miedo e incertidumbre.
La mañana de ayer abrieron a los medios de comunicación las instalaciones del Centro de Ejecución de Sanciones (Cedes) de Ciudad Victoria tras la fuga de 29 reos.
Dos días después aún se percibe nerviosismo entre reos y personal de ese centro penitenciario.
Ayer llevaron a cabo una serie de acciones en la que destruyeron casas de madera en la que los internos vendían desde refrescos y tortas, hasta cerveza y otros artículos, que incluso, estaban prohibidos.
Se ve el escombro de la destrucción que se llevó a cabo y que propició un motín y la molestia de los reclusos.
Los presos veían desde sus celdas el recorrido.
Los patios estaban vacíos. Sólo se observaba instalaciones sucias.
Cubetas por un lado. Ropa tirada; zapatos, artículos destruidos y un ambiente pesado.
Paredes pintadas. Olor poco agradable. Un penal viejo y con miedo.
En el recorrido, fuertemente custodiado por autoridades, reporteros, fotógrafos y camarógrafos tomaban nota. Sólo se escuchaba el “click” de las cámaras y la explicación que daban sobre las acciones que vienen realizando para normalizar las actividades al interior del Penal.
Se llegó a donde se hizo el túnel por donde se fugaron los 29 presos. Se apreció que lo hicieron de uno por uno. Que no fue una acción rápida. Había montones de tierra y una escalera hechiza para bajar cinco metros y luego recorrer un largo de 40.
Cobijas, herramientas, cultos a la Santa Muerte. Baños en condiciones insalubres. Asadores y hasta una casa de madera que era usada como un templo cristiano para cultos religiosos.
Las instalaciones parecían inmensas, pero se nota que están viejas y en muchos casos obsoletas. Es un penal que ya no requiere de un mantenimiento, sino de un cambio de sede.
Mientras tanto el miedo y la incertidumbre prevalecen en ese lugar donde se purgan las penas.