diciembre 15, 2024
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abril 5, 2017 | 103 vistas

WASHINGTON, E. U., abril 4 (AP)

El presidente Donald Trump culpó este martes al ex presidente Barack Obama de la “debilidad” que dijo propició que el Gobierno sirio lanzara un reprobable ataque con armas químicas, al tiempo que el Secretario de Estado norteamericano aseguró que Rusia e Irán tienen responsabilidad moral por las muertes derivadas de esa acción.

En una sucesión de declaraciones categóricas, el gobierno de Trump intentó mostrar una postura enérgica frente al ataque en la ciudad de Idlib, bajo control rebelde, en el noroeste de Siria. El mandatario señaló que “el mundo civilizado no debe ignorar” la ofensiva contra personas inocentes.

“Estas acciones atroces del régimen de Bashar Al-Assad son consecuencia de la debilidad y la indecisión del Gobierno anterior”, declaró Trump en referencia a que Obama no dispuso una operación militar en 2013 aun cuando había afirmado que si Assad utilizaba armas químicas ello representaría cruzar una línea roja desde la perspectiva estadounidense.

Trump dejó que su jefe de la diplomacia, el secretario de Estado, Rex Tillerson, se encargara de fincar por lo menos algo de culpa a Rusia e Irán, los aliados más poderosos de Assad. Tillerson pidió a ambos países aprovechar su influencia sobre Assad para impedir futuros ataques con armas químicas, y destacó el papel de Moscú y Teherán para negociar un alto al fuego mediante conversaciones diplomáticas que han tenido lugar en Astaná, la capital de Kazajistán.

“Como los garantes autoproclamados del alto al fuego que se negocia en Astaná, Rusia e Irán también tienen una gran responsabilidad moral por esas muertes”, afirmó Tillerson.

Trump y Tillerson mencionaron de manera tajante en sus declaraciones escritas un ataque con armas químicas, en lugar de utilizar la palabra presunto ataque, lo que deja entrever que Estados Unidos ha conseguido cierto nivel de certeza sobre lo sucedido en Idlib.

Horas antes, el portavoz Sean Spicer dijo que la Casa Blanca había recibido numerosas llamadas telefónicas de aliados europeos que preguntaban de qué manera Estados Unidos abordaría el problema, una forma de presionar al gobierno de Trump para que adopte una postura enérgica frente a la guerra civil en Siria, en la que han muerto cientos de miles de personas y ha causado la peor crisis de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial.

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