diciembre 12, 2024
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Muerte de un perro puede ser tan dura como la de un familiar

abril 11, 2017 | 206 vistas

Rebeca Maldonado.-

Los perros son un miembro más de nuestra familia, les amamos tanto que simplemente imaginar la vida sin ellos es bastante difícil. Son nuestra mejor compañía, jugar con ellos nuestra mejor terapia y son seres que nos aman incondicionalmente. Así es una buena relación entre canes y humanos, es por eso que el dolor de la muerte de este fiel amigo es tan dura de lidiar como la muerte de un familiar.

Y no sólo nos estamos basando en los millones de testimonios en el mundo de gente que amó mucho a sus perros hasta los últimos momentos de su vida, sino también en un estudio realizado por Harris Interactive, en donde el 90 por ciento de los estadounidenses considera a su can como un miembro más de la familia.

Además, en los años 90‘s se realizó también una investigación liderada por John Archer de la Universidad Central de Lancashire, en la que se llegó a la conclusión de que “algunas personas obtienen más satisfacción de la relación con sus mascotas que de las relaciones humanas”.

Y eso no es todo, en 2015 investigadores japoneses descubrieron que la estrecha relación entre humanos y mascotas es como un enamoramiento perpetuo. Porque cuando un humano y su perro se miran, se produce oxitocina, la llamada “hormona del amor”.

Tener una compañía canina tiene además muchos beneficios: reduce los niveles de cortisol en sangre (indicador fisiológico del estrés), hace que liberemos endorfinas (asociadas con el bienestar) y disminuye el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.

Y es que cuando tenemos a nuestro perro cerca, no podemos evitar sentir todo ese cariño inmenso, esa ternura, le hablamos como a un niño, lo abrazamos cuando estamos tristes, no se apartan de nosotros cuando estamos enfermos y son los mejores guardianes para nuestra familia. Estos amigos estudian todos los días nuestro comportamiento, saben cuando las cosas no van bien e intentan comunicarse para hacernos sentir mejor, ya sea acercándose, lamiéndonos o jugando. Pero siempre nos demuestran que no estamos solos a pesar de lo que estemos atravesando.

Es por todas estas razones que la pérdida de nuestro perro es comparable con la de un familiar. Según la psicóloga Julie Axelroad, son varias las razones: para empezar, al perder al perro se pierde un amor incondicional que ha acompañado siempre. Se vive un mismo proceso de duelo que con el de un familiar o alguien muy allegado y hasta se corre el riesgo de padecer depresión.

Por eso, mientras tenemos a nuestros perros con nosotros, debemos aprovechar cada minuto, darles un poco de nuestro tiempo a pesar de los devaneos de la vida diaria y hacerles sentir lo importantes que son. Así, el día que nos toque despedirlo tengamos la satisfacción de haberle dado por lo menos una parte de todo el amor que ellos nos enseñaron a sentir, la más valiosa de todas sus lecciones.

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