diciembre 11, 2024
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abril 12, 2017 | 158 vistas

NUEVA YORK, E. U., abril 11 (AP)

Estadios resplandecientes construidos en las últimas dos décadas, todos con capacidad sobre las 65 mil butacas. Infraestructura en pie en todas sus grandes ciudades. Y el recuerdo del fantástico éxito comercial de su previa Copa del Mundo.

Con todo eso a su favor, Estados Unidos pudo haber presentado su candidatura por el Mundial de Futbol de 2026 por su propia cuenta y ganarla tras sus fallidos intentos por las sedes de 2018 y 2022.

¿Por qué entonces presentar una candidatura tripartita con sus vecinos México y Canadá?

Todo se puede sintetizar en aspectos prácticos e idealistas.

“Estuvimos planteándonos la posibilidad de presentarnos solos hasta hace muy poco”, declaró el presidente de la Federación estadounidense Sunil Gulati. “Pero estimamos que había un beneficio que va más allá del futbol con una candidatura conjunta, especialmente con México”.

Fue una mención a la coyuntura política actual, marcada por tensiones en lo político y comercial entre los tres países de Norteamérica.

“No creemos que el deporte puede solucionar todos los problemas del mundo pero, especialmente con lo que acontece en el mundo hoy en día, creemos que esta es señal positiva muy grande y un símbolo de lo que podemos en forma mancomunada para unir a los pueblos, especialmente en nuestros tres países”, añadió Gulati.

Los estadounidenses movieron sus fichas con un proyecto que busca abrumar cualquier tipo de competencia para el que será el primer Mundial con la participación de 48 selecciones (tras 32) y que amplía su calendario de partidos a 80 (tras 64).

Para México y Canadá, aliarse con Estados Unidos era el camino más seductor, por más que la repartición de partidos no sea la más equitativa. Cada uno albergará diez partidos, mientras que Estados Unidos montará 60, incluyendo todos a partir de los cuartos de final.

“Había que ser razonable y todos saben que la infraestructura de Estados Unidos es descomunal, quizás insuperable en el mundo”, señaló el presidente de la Federación Canadiense, Victor Montagliani, a la vez el líder máximo de la Concacaf. “No se podía imponer una voluntad individual (de cada país)… Este un Mundial para nosotros, la región”.

Aquí algunas interrogantes sobre la candidatura del que será el primer Mundial en la región desde Estados Unidos 1994:

 

¿ACEPTÓ MUY POCO MÉXICO?

Instantes después del anuncio el lunes en Nueva York, el presidente de la Federación Mexicana, Decio de María, estaba al tanto que la tajada de 10 partidos para su país ya era objeto de críticos. “A México le tocarían migajas”, rotuló en su edición digital el diario deportivo Récord.

“Diez era lo que estaba sobre la mesa”, declaró de María, subrayando que México no iba a estar en condiciones de montar un campeonato de 80 partidos.

Además de convertirse en el primer país que es anfitrión de tres ediciones del Mundial, el consuelo sería tocarle el partido inaugural en el estadio Azteca de la capital mexicana.

Y de María también apuntó a otro elemento fuera de las fronteras de México: “Es posible que tengamos partidos en Los Ángeles, Houston, Dallas, Chicago, Phoenix…. Ahí vamos a estar como en casa”, indicó sobre ciudades de gran presencia mexicana en Estados Unidos.

 

¿QUIÉNES SERÁN LOS RIVALES?

No hay nadie más en el horizonte, por ahora. La FIFA estableció que países de Europa y Asia no podrán presentar candidaturas debido a que esos continentes serán sedes de los mundiales de 2018 (Rusia) y 2022 (Catar). Se ha deslizado el interés de Argentina y Uruguay por organizarlo, pero apuntan a 2030 al coincidir con el centenario de la copa que se disputó por primera vez en Uruguay.

Eso deja a África y no ha surgido nada firme desde esa región. “Escuchamos algo sobre Marruecos, pero no hemos sabido nada”, dijo Gulati.

Reiteración, al sumar a México y Canadá, los estadounidenses se sacaron de encima a dos posibles rivales directos.

Incluso, las tres federaciones escribieron a la FIFA para que adelante el proceso de elección de la sede, del 2020 a 2018, asegurando que no tengan ninguna candidatura rival. No se avizoran muchos obstáculos.

 

¿DÓNDE SE JUGARÁ?

Lo que sobran son estadios, en particular los de Estados Unidos que se emplean para la NFL. Gulati habló de hasta 50 recintos que cumplirían con los requisitos en los tres países, sin necesidad de construir nada nuevo. Eso elimina el legado de recientes ediciones, como la de Brasil 2014, que dejaron estadios abandonados tras enormes gastos.

Aparte del Azteca, el estadio de Chivas en Guadalajara y el BBVA Bancomer de Monterrey, asoman como las sedes en México. El Azteca acaba de ser renovado, mientras que los otros fueron construidos en la última década. Vancouver, Montreal y Toronto serían las plazas canadienses, aunque deberán asegurar la instalación de césped en sus superficies.

Para facilitar la logística de los traslados, al menos en las fases iniciales, Gulati mencionó de concentrar los grupos en zonas geográficas fijas.

 

¿Y LAS ELIMINATORIAS DE LA CONCACAF?

Todos los anfitriones de los mundiales han recibido la clasificación automática, inclusive Corea del Sur y Japón en 2002, el único hasta ahora con múltiples sedes. Según una propuesta de la FIFA, para 2026, las plazas de la Concacaf subirán de las tres actuales (más un repechaje) a seis y media. Estados Unidos (desde 1990) y México (desde 1994) no se ausentan. Canadá solo se clasificó al de 1986.

Esto dejaría una eliminatoria para definir tres plazas.

Montagliani insistió que el atractivo de las eliminatorias no será menoscabado por las ausencias de México y Estados Unidos, los dos pesados: “Fíjense en el actual hexagonal, como Estados Unidos arrancó (con dos derrotas). No es una competencia fácil y la calidad seguirá creciendo”.

 

¿OBSTÁCULOS?

Las propuestas del presidente estadounidense Donald Trump sobre inmigración y su fallido plan para negar visas a ciudadanos de Irán, Siria, Somalia, Sudán, Yemén y Libia pueden incidir en contra a la hora de la votación de la sede en un congreso de la FIFA a realizarse en mayo de 2020.

Quizás aflore un resentimiento en el seno de la FIFA hacia Estados Unidos por el papel de la justicia de ese país en las investigaciones de corrupción que acabaron con la caída de figuras como Joseph Blatter y Michel Platini y el arresto de otros dirigentes.

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