Moscú, 21 Abr (Notimex).- La genética aporta elementos que explican la afición de los rusos por la bebida, específicamente el ritmo con el que metabolizan las bebidas con contenido alcohólico, señalan expertos.
En efecto, por su conformación genética, similar a la de otras nacionalidades europeas, la metabolización alcohólica es más lento que entre los asiáticos, en quienes ese mismo proceso se realiza a mayor velocidad.
La diferencia es que los rusos tienen más tolerancia al alcohol que personas asiáticas, señala la especialista rusa Svetlana Borinskaya, miembro del Instituto Vavilov de Genética General en Moscú, citada por Russia Beyond the Headlines (RBTH).
Se podría decir que los genes no hacen que los rusos beban, pero sí se lo permiten, explica la científica.
Al factor genético se agrega el aportado por las regulaciones estatales del alcohol. En los siglos XVI y XVII fue introducido un sistema estatal de cobro de impuestos en las tabernas.
Se les exigía a los dueños de esos establecimientos aportar una impuesto fijo con independencia de la cantidad de vodka o vino que vendieran, lo que incentivó la venta de tanto alcohol como fuera posible.
El tesoro estatal recibió importante sumas de dinero, y los rusos se fueron acostumbrando a consumir alcohol, señala RBTH.
Con el paso del tiempo quedó en claro los perjuicios del consumo exagerado del alcohol, de forma que hacia fines del siglo XIX y principios del XX comenzó una ola prohibicionista, que llevó a su prohibición total por el zar Nicolás II hacia comienzos de la II Guerra Mundial.
Tras el ascenso bolchevique, la prohibición se mantuvo hasta 1923, aunque a partir de ea fecha hubo campañas contra el consumo, la más importante entre 1985-1990 bajo el régimen de Mijail Gorbachov.
En esos años la venta de alcohol se permitía pero solo cinco horas al día, además de que los precios fueron aumentados y muchos viñedos destruídos.
En los años recientes el consumo de alcohol por parte de los rusos ha disminuido. Un reporte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2010, mostró que el consumo ruso de alcohol era el cuarto más importante a nivel mundial.
La cantidad era de 15.1 litros por persona al año, muy cerca del de Belarús (17.5), Moldova (16.8) y Lituania (15.4), pero el año pasado la cifra reportada era de poco más de 10 litros por persona al año.
De acuerdo a la OMS, cuando el consumo excede de los ocho litros al año, se pueden generar daños a la sociedad, por lo que para la administración rusa, la enseñanza es que la lucha por disminuir el consumo de alcohol debe de continuar.