diciembre 14, 2024
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abril 30, 2017 | 144 vistas

Mauricio Zapata.-

Cd. Victoria, Tam.-  Edwin sacrificó su infancia a los cinco o seis años.

Cambió sus carritos por una caja de madera y pan.

Su diversión lejos de los parques, de su familia y de sus amigos, se centró en caminar una a una las calles de Ciudad Victoria.

La venta iniciaba, como hasta ahora, desde muy temprano para concluir ya muy tarde, incluso ya por la noche.

Hoy a sus escasos 12 años de edad le urge estudiar. Quiere estudiar, sin embargo, las circunstancias no se lo permiten. Él llegó hasta tercer de primaria, luego se salió.

Asegura que es una necesidad para progresar, sin embargo esa caja, en que mete los dulces y chicles que vende, se lo impide, ya que los 90 pesos que diariamente le produce son el sustento de él y su familia: de escasos recursos, fragmentada y numerosa, como era de esperarse.

Casos como el de Edwin son los que hacen de Tamaulipas una de las entidades con altos índices de explotación infantil.

Mientras tanto, a lo lejos se escucha la canción del “piki”, hay niños que van saliendo de la mano de su mamá de una primaria, disfrazados de Iron Man, Superman, Hombre Araña, Blanca Nieves o Soy Luna y traen consigo una bolsa de dulces.

Edwin se conforma con verlo y no niega, a pesar de la madurez que le ha dado la calle y el trabajo, disfrazarse y tener una bolsa de dulces.

“¿Cuál es tu héroe favorito?”, Se le preguntó.

Ríe. Se apena. Quizás crea que por responder podría “perder” su “hombría” ganada en la batalla de las calles, sin embargo, al final le sale su aún espíritu infantil y responde: “Batman”, luego vuelve a reír y dice “nombre, no se crea”, pero ya había soltado la respuesta.

 

TAMAULIPAS Y LA NIÑEZ

En Tamaulipas hay 902 mil 528 niños de entre cero y 12 años, que representan el 27.8 por ciento de la población total de la entidad, según números del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Acorde con lo expuesto por algunas organizaciones sociales consultadas en esta entidad del noreste del país, donde la pobreza, la migración y el desempleo, sin dejar de contar la inseguridad, son cosa de todos los días.

En Tamaulipas, desde hace unos diez años este tipo de casos son ya muy comunes. Es cosa de todos los días.

No obstante, otros estados como Chiapas o Campeche tienen el 23.8 por ciento de la población total de niños explotados; Puebla en tercero, con 22.5 por ciento; Veracruz con el 22.8 por ciento y Michoacán hasta el octavo. Coahuila es el que registra los menores índices (6.7 por ciento).

Tamaulipas se encuentra en el lugar 18, todavía muy arriba de la media nacional, sin embargo la situación existe y está latente.

Las cifras anteriores, se agravan conforme pasan el tiempo y las circunstancias. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) calcula que el 19 por ciento de la población trabajadora del mundo lo ocupa el sector infantil, es decir, unos 317 millones de niños aproximadamente de entre cinco y 17 años.

Con base en los datos anteriores, instituciones como el DIF y las de atención a la violencia intrafamiliar, reconocen que el problema es alarmante en todo el país pero sobre todo en estados del sureste del país, donde el flujo migratorio es constante y elevado.

En Tamaulipas se reconoce que sigue la problemática y mientras no se erradiquen situaciones de raíz, como lo es la familiar, este tipo de situaciones se seguirán viendo en las calles, no sólo de la Capital, sino del resto de la entidad.

 

LA EXPLOTACIÓN POR NECESIDAD

Y es que en municipios de la frontera es común ver a mujeres centroamericanas que por la necesidad de regresar a su país o ir a Estados Unidos son orilladas a prostituirse o a realizar trabajos forzados que las ponen en riesgo, como el de miles de niños centroamericanos que cada año arriban a los ranchos y haciendas para trabajos agrícolas.

Hay casos, como en la Capital del estado, en supermercados y centros comerciales se puede ver a niños trabajando de cerillos, repartidores o cargadores, donde la explotación infantil es tolerada y promovida por los padres que “por la necesidad” de dinero permiten el abuso en sus hijos.

Según el sociólogo Luis Humberto Garza Vázquez, este problema podría mitigarse si se contara con el apoyo de todos los actores sociales, sin embargo, manifestó que son varios los obstáculos para combatirlo y que éstos van desde las organizaciones delincuenciales de trata de blancas y la nula cultura de la denuncia en la población hasta los vacíos legales que impiden actuar libremente a las dependencias

 

HAY QUE TRABAJAR

Caminar cerca de la Central de Autobuses de la ciudad o cerca de alguno de los mercados es ver la otra cara de la moneda. Es ver a los niños que no son niños. Es observar que no todos celebran el 30 de abril.

Ver a los niños trabajar es ver que el Día del Niño podría traducirse a que es una conmemoración “elitista”, a la que no todos pueden acceder, a que es el Día del Niño con pocas necesidades.

En esas instancias está Gabriel. Él lava carros en uno de los estacionamientos del centro de la Ciudad.

No gana mal. Se lleva en un día bueno hasta 300 pesos.

“Después de los días de lluvia es cuando más jale hay y lavo como diez muebles (coches)”, dice.

Gabriel o “el caballo”, como le dicen sus cuates, tiene once años apenas. Hace uno dejó la escuela. Apenas iba en quinto grado en la primaria “Ignacio López Rayón”, ya no pudo estudiar.

Su papá desapareció hace tres años y su mamá, quien es sirvienta en varias casas, ya no pudo más con los gastos y tuvo que intervenir “el caballo”.

“Es que a mi apá se lo llevaron y ya no regresó entonces tuve que trabajar porque mi amá no puede. Cuando mero se desapareció mi apá iba a la escuela, luego empecé a trabajar lavando carros, pero ya no quiero ir a la escuela, no me da tiempo”, relata.

Gabriel dijo que sí extraña la escuela y aún recuerda el último Día del Niño que festejó.

“Todavía estaba mi apá y me compraron unos tenis y una camisa para estrenar ese día. Fuimos al festival y nos dieron bastantes dulces. Mi amá nos hizo hot dogs y en la noche llegó mi apá con tacos de trompo y una coca para todos”.

Son tres hermanos. Gabriel es el mayor, tiene dos hermanas más chicas que aún van a la escuela.

Y estos son sólo dos casos de esos niños que tienen la necesidad de trabajar día a día sin poder celebrar.

 

LOS FESTEJOS

El viernes las escuelas decidieron celebrar a los niños con música, bailes, festivales, comida y dulces.

El 90 por ciento de los infantes pudieron disfrutar. Incluso aquellos que están enfermos, aquellos que están en una clínica internados, ya que médicos y enfermeras ya preparan también un programa para animarlos.

El problema es el diez por ciento restante.

Son aquellos que tienen que trabajar y no alcanza ni el tiempo ni el dinero para poder celebrar.

Edwin dice que él ya no está para esas cosas, sin embargo, su mirada no dejaba de ver a los otros niños saliendo disfrazados.

Gabriel lo vivió y anhela regresar a esos tiempos.

La información que este mismo medio publicó en su portada el pasado 28 de abril revela las cifras que no esconden la realidad de niños que tienen que trabajar para poder sobrevivir, y no sólo eso, sino que los explotan.

En Tamaulipas, cinco de cada cien niños, niñas y adolescentes trabajan, y de ellos el 62 por ciento, además de trabajar, estudia y realiza quehaceres domésticos.

De la cifra de 902 mil personas de cero a 12 años de edad, los datos del Inegi señalan que en Tamaulipas, en 2015 el 5.3 por ciento de los infantes realizaban alguna actividad económica.

De ellos, 67.4 por ciento son niños y 32.6 por ciento son niñas. El 9.3 por ciento tiene de cinco a once años; 17.9 por ciento son adolescentes de 12 a 14 años; mientras que la mayor proporción se presenta en el grupo de adolescentes de 15 a 17 años con un 72.8 por ciento.

De esta manera, el Día del Niño no es para todos. Edwin y Gabriel continuaron con su trabajo. Y como ellos, hay miles que no celebran el día dedicado a ellos.

 

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