abril 16, 2024
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mayo 2, 2017 | 2803 vistas

Shalma Castillo.-

Cd. Victoria, Tam.- Sus vidas son… como dos gotas de agua.

Desde los mismos gustos, hasta la misma preparación académica profesional.

Quizás la única diferencia entre Fito y Paco es que uno llegó a este mundo cinco minutos antes que el otro.

Catedráticos de reconocida trayectoria en la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT), los “cuates Reyes” se distinguen por su trato con los alumnos.

Es la vida de dos hombres que entrelazan su relación consanguínea con su hacer profesional, que se extiende por más de 34 años, su pasión por la enseñanza, que ya les viene de familia.

José Francisco Reyes Hernández y José Rodolfo Reyes Hernández, maestros jubilados de la UAT, son de los más reconocidos y apreciados por sus ex alumnos.

“Nuestra mamá tenía una academia de belleza, no era maestra de título, pero le gustaba enseñar, de ahí nuestra vocación”, señala Paco.

Platica que después de haber egresado de la escuela normal iniciaron a trabajar en Linares, Nuevo León, donde tuvieron la dicha de construir y fundar una escuela.

“De dar clases en un cuartito dividido por la mitad, con un pizarrón de doble cara e ir al Capfce a Monterrey para hacer los trámites de la escuela, lo logramos, nos hicieron escuela de organización escuela”, enfatiza.

Dice que para poder impulsar el proyecto de fundar la escuela realizaban diversas actividades, una de ellas era la vendimia de tamales, “todos los ingredientes nos lo regalaban, las señoras los hacían, Fito y yo los vendíamos y así fuimos juntando hasta que se nos hizo la escuela y el día que la inauguraron nos llegó el cambio de escuela a Tamaulipas, fue una satisfacción”.

Paco y Fito, “por cosas de la vida”, eligieron estudiar la misma carrera, la misma especialidad en normal superior en licenciatura en pedagogía e inglés y la misma maestría de comunicación académica, “tenemos los mismos gustos”.

Ambos fueron catedráticos en la facultad de derecho en la UAT, donde dieron clases de relaciones públicas, comunicación y turismo.

“Hemos visto pasar muchas generaciones, cuando vemos a nuestros alumnos graduarse, se hace un nudo en la garganta, porque te encariñas y verlos realizados como trabajadores en su profesión es mucha satisfacción”, menciona Paco.

Señala que quienes egresan de la Universidad y no logran trabajar, deben “picar piedra” cuantas veces sea necesario para poder lograrlo, ya que nada es fácil.

“Hay que batallarle, sobre todo en periodismo, tenía un alumno que decía que quería salir en primera plana, ya salió y le dije conserva la primera plana, picar piedra para llegar a un buen lugar y ahí picar doble piedra para mantenerse”, expresa.

Paco considera que el nivel de estudios de la UAT es equiparable a cualquier universidad, nada más que algunos detalles; “hay maestros desobligados, como en todas las universidades, y eso deja en mal a la institución”.

Cada cinco años hay una reorganización de plan de estudios, se actualizan y eso es bueno porque están al día con lo que necesitan los alumnos, hay muchas novedades en la cuestión de cómputo, diseño y se tiene que renovar los programas para estar acorde a lo de hoy, indica.

Para elevar los indicadores académicos, propondría que cada maestro trabaje fuertemente lo que realizan en academia, “tenemos academias por especialidad de materia que trabajamos, se reúnen docentes de comunicación, fotografía, y por cada materia hay una academia y cada 15 días se trabaja al respecto”.

Dice Paco que desde que iniciaron a dar clases en la Universidad, todas las generaciones han sido similares, hay quienes son inquietos y “despapayosos”, en unos grupos se destaca más que en otros, pero básicamente son iguales, lo que sí ha ido evolucionando es la forma de impartir las clases, porque se tienen que actualizar, pero principalmente que sean de interés, “un maestro debe ser motivador, el que no lo es no tiene por qué ser maestro”.

Una de tantas anécdotas que más recuerda Paco de todo el tiempo que estuvo como catedrático, fue cuando un día se encontró a una alumna que estaba sentada en las escaleras…le preguntó qué tienes, y ella responde que nada, le digo tú tienes algo, a mí no me engañas, tú estás embarazada y me dice quién le dijo…

…Yo le respondí que su actitud, le pregunto si su mamá aparte de ser su mamá, era su amiga, y me dice que sí, le dije habla con ella y yo te acompaño, pasó el semestre y antes en período de inscripciones se hacían unas filosas, un día de repente en llega una chava, corre y me abraza, me dice profe se acuerda de mi favor, me fue muy bien, me casé y estoy a todo dar…

“Se me hace raro que nos tengan tanta confianza, pero la confianza se la gana uno, con el trato que les demos, y los alumnos nos ven como sus amigos o a veces hasta como padres y eso llena de satisfacción, el poder ayudarles y mantener una buena amistad con ellos”, enfatiza.

“Si una cosa nos distingue a mi hermano y a mí, es eso, somos muy amigables siempre apoyamos a los alumnos, así hemos sido toda la vida, no se nos va a quitar, ya lo llevamos en la sangre”, menciona.

Otra anécdota que también recuerda fue cuando murió su mamá; “es una vivencia no grata por el dolor, y grata porque cuando falleció infinidad de gente fue a saludar, la iglesia estaba llena y el sepelio, con decir que suspendieron las clases en la facultad”.

Platica también sobre otro trabajo que realizaron durante 32 años, lo que antes era la figura de inspector autoridad en el equipo de Correcaminos de futbol, que, de hecho, dice que en una ocasión en un programa de Argentina les hicieron un reportaje sobre ello.

“Éramos dos inspectores cuates y cada uno cubría un lado de la cancha, eso no ocurre en ninguna otra parte del mundo”, dice.

Explica que el trabajo de inspector era ayudar al árbitro para sacar a los jugadores y diferentes anomalías que pudiera haber durante un partido de futbol, señala que tuvieron la oportunidad de ver pasar infinidad de jugadores y entrenadores con los cuales crearon una relación de amistad.

Dice Paco que con su hermano Fito lo confunden a diario, de hecho, en una ocasión, cuando eran jóvenes, tenía el compromiso de salir como chambelán en una quinceañera, y uno se hizo pasar por el otro.

“Iba a salir de chambelán, un día antes estaba jugando futbol y me pegué en la frente, me cocieron, y le dije a la muchacha; sabes qué, yo no voy a poder salir, pero sale mi hermano por mí, y fue él quien bailó el vals”, platica Paco.

Presume de una maravillosa relación con su hermano gemelo, dice que se ven a diario y tienen una bonita amistad, así como sus esposas e hijos, también realizan y disfrutan actividades juntos, ya que tienen muchos gustos similares.

“Tenemos gustos muy parecidos, como es por el futbol, escuchar música de todos los géneros viejitos como The Beatles, pero ahora escucho el reggaetón porque a mi nieto le gusta y pues a entrarle, qué hacemos”.

Aclaró la duda de muchos, ya que existe el mito de que los gemelos sientan, al menos en ellos no es el caso.

“En nosotros no pasa que si a mí me duele a él también, eso no es cierto, o que presentimos cuando el otro está en peligro, pero lo que sí pasa es cuando estoy platicando con alguien y solo nosotros sabemos el tema de lo que hablamos y cuando llega Fito, ya sabe de qué estamos hablando, hasta opina y eso es rareza de gemelos”.

Paco tiene dos hijas, quienes egresaron de la facultad, una en derecho y otra en turismo y Fito tiene dos hijos que salieron de comunicación, ambas familias son tan unidas que los hijos se quieren como hermanos.

“Con mi hermano voy a los entrenamientos del “Corre” de futbol juntos, al basquetbol, nos reunimos una o dos veces por semana a cenar, somos muy unidas las dos familias”, enfatiza.

También platica que ahora que tiene tiempo libre como jubilado, realiza otras actividades como de ayudante en la pastelería de su hija.

“A veces me meto a la cocina de la pastelería y le ayudo a mi hija a hornear, recortar el fondant, siempre las he apoyado en lo que hacen y me gusta hacerlo”, menciona.

Dice que algo muy importante para ser un buen maestro es comprender a los alumnos, escucharlos y tratar de apoyarlos, que exista una buena relación entre los dos, además de hacerlo con pasión.

“Yo amo ser maestro, es algo que llevamos en la sangre, y es una profesión que deja muchas satisfacciones”.

Finalmente, dice estar agradecido con la vida y con Dios, por una segunda oportunidad, ya que hace un año, lamentablemente sufrió de un derrame, situación de la cual pudo salir adelante con el apoyo de toda su familia.

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