MABALACAT, Filipinas, mayo 9 (AP)
El presunto pedófilo pudo ver gente que golpeaba su puerta. ¿Eran vecinos? ¿Policías?
Una mujer tenía letras en su chaqueta. Y mientras David Timothy Deakin trataba de averiguar qué querían decir las siglas “NBI” en la computadora de su cama, agentes de la Oficina Nacional de Investigaciones (NBI, según sus siglas en inglés) ingresaron por la fuerza en su guarida de cibersexo.
En la vivienda de dos habitaciones se encontró ropa interior y zapatos de menores, cámaras, esposas, pipas para fumar meth y pilas de discos duros. En la pared alguien había escrito “mi mami y mi papi me quieren”. En la computadora había videos e imágenes de niños y niñas realizando actos sexuales.
“¿Por qué todo el mundo pregunta sobre chicos que vienen a mi casa?”, dijo Deakin, de 53 años, con el torso desnudo y sudando intensamente. Sus anteojos estaban empañados y las autoridades le habían atado las muñecas por la espalda.
El arresto de Deakin el 20 de abril saca a la luz uno de los rincones más ocultos de la internet, donde pedófilos de Estados Unidos, Europa y otros sitios pagan a intermediarios en las Filipinas para abusar a la distancia de menores, incluso bebés, ordenándoles hacer cosas vía streaming en vivo.
Esta nueva forma de delito, el turismo sexual usando webcams, se esparce rápidamente. Las Naciones Unidas habla de “un alarmante crecimiento de nuevas formas de explotación sexual de menores online”. El FBI dice que hay una epidemia y que a toda hora del día hay constantemente 750 mil abusadores de menores en línea.
Casi todos los casos se originan en las Filipinas, donde angloparlantes, buenas conexiones de Internet y un amplio sistema de transferencias internacionales de efectivo se combinan con una enorme pobreza y fácil acceso a chicos vulnerables. La víctima más joven de que se tenga noticias, rescatada hace pocas semanas, tenía meses. La mayoría son menores de 12 años.
La Associated Press observó recientemente una redada y rescate, y lanzó una investigación con repercusiones internacionales.
“Esto debería servir como advertencia”, comentó la jefa de la unidad del NBI que combate el tráfico humano, Janet Francisco. “Los meteremos presos y morirán en la cárcel”.
Cuando la policía ingresó a su vivienda, Deakin transmitía contenido ilícito a través de la red anónima Tor. Los agentes dijeron que tenía abierta una página de la web que borra el contenido de su teléfono. Pero lo ataron con la cuerda para cargar su iPhone antes de que pudiera apretar el botón.
La AP y los investigadores le preguntaron varias veces por qué tenía imágenes obscenas guardadas en su computadora.
“No hay niños frente a la cámara en mi casa, ni siquiera vestidos, hasta donde yo sé, ni con sus madres”, respondió.
Agregó que esas imágenes y videos pueden haber llegado cuando descargó una gran cantidad de archivos usando BitTorrent, una herramienta empleada por académicos y artistas, pero también por pornógrafos infantiles.