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mayo 11, 2017 | 156 vistas

KIEV, Ucrania (AP) — La periodista de televisión Julia Kirienko estaba con soldados y médicos ucranianos a tres kilómetros (dos millas) del frente de combate cuando comenzaron a sonar los teléfonos en medio del ruido de los bombardeos. Todos recibieron el mismo mensaje al mismo tiempo.

“Soldados ucranianos”, advertía el texto, “van a encontrar sus cadáveres cuando se derrita la nieve”.

Las fuerzas ucranianas que combaten a separatistas pro-rusos en la parte oriental del país reciben periódicamente mensajes de este tipo, con amenazas y desinformación, que constituyen una nueva forma de guerra psicológica del siglo 21, comparable a los panfletos que se tiraban en el campo de batalla.

“Es una forma de propaganda muy precisa”, dijo Nancy Snow, profesora de diplomacia pública en la Universidad de Estudios Extranjeros de Kyoto.

La Associated Press comprobó que los mensajes casi seguramente son enviados a partir de torres falsas de telefonía celular, también conocidas como captadores de códigos o simuladores de torres. Fotos, videos, documentos filtrados y otros elementos reunidos por periodistas ucranianos hacen pensar que el equipo puede haber sido suministrado por el Kremlin.

Los textos comenzaron a llegar en el 2014, poco después del inicio de los combates. La AP documentó casi cuatro docenas, incluido uno que recibió Kirienko el 31 de enero en Avdiivka, una ciudad próxima a Donetsk, que cayó en manos rebeldes.

Los mensajes generalmente dicen cosas como “véte y vivirás” o “no es necesario que tus hijos queden huérfanos”. Muchos son presentados de forma tal que pareciera que son enviados por compañeros de armas.

En el 2015, soldados ucranianos que defendían las vías férreas de la ciudad de Debaltseve recibieron mensajes enviados supuestamente por camaradas, según los cuales el comandante de la unidad había desertado. Otra serie de mensajes decía que las fuerzas ucranianas estaban siendo aniquiladas. “Tenemos que escapar”, agregaban.

“Son mensajes mayormente con amenazas, que tratan de minar la moral, diciendo que nuestros jefes nos traicionaron y que somos carne de cañón”, expresó Roman Chashurin, un soldado que estuvo estacionado en Debaltseve.

Los militares ucranianos no quisieron hablar del tema, pero están al tanto de lo que sucede.

Una investigación del 2014 de una firma de teléfonos celulares ucraniana indicó que las torres falsas eran responsables de esos mensajes, de acuerdo con un especialista en temas de seguridad que trabajó en la pesquisa. Habló a condición de no ser identificado, ni él ni su firma, porque se habían comprometido a no hacer pública esa información.

El coronel Serhiy Demydiuk, jefe de la unidad de ciberseguridad de la policía nacional ucraniana, dijo en una entrevista que los servicios de inteligencia sabían del uso de esas herramientas.

“En Avdiivka se comprobó que los rusos están usando torres falsas. Las usan constantemente”, indicó.

Los simuladores de torres falsas se hacen pasar por torres de teléfonos celulares que pueden interceptar o incluso falsificar datos.

El envío de mensajes de texto en tiempos de guerra no es nada nuevo. Hamás envió mensajes a los israelíes durante el conflicto en torno a Gaza del 2009, por ejemplo, pero no estaba del todo claro cómo lo había hecho.

Los simuladores permiten ajustar la propaganda a un sitio o situación específicos, según Snow.

“El ver un mensaje en tu teléfono te hace más susceptible o vulnerable a su impacto”, indicó la académica.

Tampoco se sabe qué tipo de hardware se emplea, aunque el portal ucraniano InformNapalm publicó un video y fotografías que parecían mostrar un sistema electrónico ruso llamado LEER-3 en el área de Donetsk.

Un artículo del 2015 de una revista militar rusa indicó que el LEER-3 tiene un simulador adosado a un drone que tiene un alcance de seis kilómetros y puede captar conexiones de 2.000 celulares a la vez.

El ministerio de defensa ruso no respondió a pedidos de comentarios. Rusia niega toda intervención directa en la guerra en Ucrania, a pesar de abundante evidencia que indica lo contrario.

La efectividad de estos textos no está confirmada. Muchos soldados dicen que los ignoran.

“No nos afectaron en lo más mínimo”, aseguró Chashurin. “Bromeábamos y decíamos que debían tenernos tanto miedo que lo único que pueden hacer es bombardearnos con esos mensajes”.

Pero Svetlana Andreychuk, una voluntaria que viaje con frecuencia al frente de combate a distribuir alimentos y otros pertrechos, dijo que las amenazas a veces funcionan en un conflicto inacabable que ya costó más de 9.900 vidas.

“Alguna gente sufre un impacto psicológico”, afirmó. “Llegan con regularidad. La gente está cansada. Ves a tus compañeros morir. Y te encuentras con eso”.

 

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