LONDRES, Inglaterra, mayo 11 (AP)
La victoria de Emmanuel Macron en las elecciones presidenciales francesas lo ha dejado en el lugar idóneo para aplicar sus objetivos económicos, como reducir los impuestos, invertir en tecnología y promover el libre comercio y la integración con la Unión Europea.
La idea es promover un crecimiento económico que esté por lo menos a la par de su nivel antes de la crisis financiera global sufrida en el 2008. Desde entonces el crecimiento promedio ha sido apenas de uno por ciento anual, y muchos economistas atribuyen el débil desempeño al mercado laboral relativamente inflexible. Alemania y Gran Bretaña, los países con los que Francia suele compararse, han tenido resultados mucho mejores.
Semejante crecimiento es demasiado débil como para crear empleos a un paso que logre reducir la tasa de desocupación, que ha superado el diez por ciento durante años, el doble de la de Alemania. El desempleo entre los menores de 25 años es de casi 25 por ciento, el triple del de Alemania.
Para la mayoría de los ciudadanos, la caída de sus ingresos salariales es evidente. Al inicio del milenio, el ingreso promedio en Francia era comparable con el de Alemania pero ahora, según ciertos cálculos, es diez por ciento menos.
Por otra parte, la deuda pública aumenta y se encuentra a niveles récord de poco menos del ciento por ciento del PIB anual. Considerados en su totalidad, estos datos pintan un panorama sombrío para un país que tiene gran potencial, como por ejemplo una alta productividad laboral y un robusto sector industrial.
Macron, político centrista que ha fungido como banquero de inversiones y como ministro de economía, ofrece “una oportunidad real de reforma” que “fortalecerá la economía francesa y fortalecerá su posición en Europa”, estimó Charles Grant, director del Centro para Reformas Europeas.
Las gestiones de Macron dependerán de su meta de reducir el gasto público de 55 por ciento a 52 por ciento del PIB anual. Además desea mantener el déficit presupuestario dentro del límite recomendado para los países de la eurozona, de menos del tres por ciento del PIB anual.
Macron ha propuesto cambios a las leyes laborales, específicamente permitir que sean las empresas particulares las que lleguen a acuerdos con sus trabajadores, en vez de los contratos colectivos por sector. Ello le daría a las empresas más flexibilidad para negociar.
Otro objetivo es el de reducir el impuesto corporativo de 33,3 por ciento a 25 por ciento, y de reducir el impuesto a las contrataciones a fin de hacerle más fácil a las empresas contratar a personal. En otra medida para atacar el desempleo, ha propuesto normas más estrictas para otorgar asistencia pública por desempleo, pero a la vez, quiere exigir que se facilite más entrenamiento a los desempleados. Finalmente, quiere invertir 50 mil millones de euros (55 mil millones de dólares) en la modernización del país, por ejemplo en tecnologías que no perjudiquen al medio ambiente, en la salud y en el transporte.
Resolver los problemas económicos será crucial para evitar la desilusión que generó el apoyo a la candidata ultraderechista Marine Le Pen, quien deseaba sacar a Francia de la UE. La intensidad del deseo de cambio del electorado francés se hizo evidente por el hecho de que Le Pen, junto con el candidato ultraizquierdista Jean-Luc Melenchon obtuvieron entre los dos el 41 por ciento de los votos en la primera vuelta electoral.