Mauricio Zapata.-
Los otros gigantes llegaron por fin a su destino tras un recorrido por mar y tierra que duró poco más de un año.
Tamaulipas fue una de las protagonistas de esta historia que inició en Avilés, España, y concluyó en Tula, Hidalgo.
Fueron más de 800 kilómetros por tierra, más de nueve mil por mar y más de 365 días de traslados, cierre de carreteras, desviaciones, millones de dólares gastados, cientos de “mentadas”, miles de selfies, pero esos tanques gigantes se impusieron por el noreste y centro del país
¿QUÉ SON LAS CALDERAS?
El recorrido inició a mediados de marzo en el puerto de Avilés en España, de donde salieron atravesando en un enorme barco el Océano Atlántico hasta llegar a Altamira, luego de cruzar el Golfo de México.
Las calderas gigantes, como se les conoció a su paso por las carreteras tamaulipecas, con unos tambores de coque forman parte de las medidas para reconfigurar la refinería de Petróleos Mexicanos (Pemex) “Miguel Hidalgo”, la cual está ubicada en la ciudad de Tula, en el estado de Hidalgo.
Con un peso aproximado de siete mil toneladas, estas calderas gigantes fueron adquiridas por la empresa estadounidense Bechtel Hydrocarbon Technology Solutions (BHTS) y serán empleadas para realizar el llamado proceso de coquización retardada.
Según Pemex, este trabajo se lleva a cabo mediante la utilización de temperaturas altísimas, cuyo procedimiento consiste en convertir materias primas pesadas, como el petróleo, en productos más ligeros y de valor agregado, como carbón, gas, gasolina y gasóleos.
La construcción de las calderas inició en noviembre de 2014 y deberán entrar en operación en año y medio, según informó Pemex.
Cada tambor miden 41 metros de largo, 10.5 metros de diámetro y pesa 565 toneladas. Fueron fabricados en Avilés. En tanto que la torre fraccionadora, que se trasladó en dos tramos, mide 70 metros de largo, once metros de diámetro y pesa mil toneladas. Fue fabricada en Bilbao, España, por la compañía Lointek Heavy Industries.
INICIO DEL RECORRIDO
Las piezas llegaron por barco al puerto de Altamira en Tamaulipas y para su traslado a la refinería en Tula, se trazó la vía: Altamira-Ciudad Victoria-San Luis Potosí-San Luis de la Paz-Querétaro-Tula.
Llegaron a Tamaulipas a principios de abril de 2016, y comenzó ahí el recorrido que concluiría poco más de un año después y que costó más de dos millones de dólares.
Para ello se quitaron 32 puentes; se habilitaron siete caminos; se cerraron 21 vías y también se perdieron, según cálculos de la Cámara Nacional de Autotransporte de Carga (Canacar), 45 millones de pesos.
En el Puerto de Altamira comenzó la ruta rumbo al municipio de González, uno de los primeros puntos dentro de este trayecto. Ahí se paró el tráfico vehicular en uno de los sentidos.
El convoy avanzaba a cinco kilómetros por hora y solamente podía hacerlo no más de 30 kilómetros diarios, por lo que en ocasiones las jornadas duraban entre diez y 12 horas.
El paso de los gigantes era sorprendente para la gente que los veía en su marcha por los caminos de Tamaulipas, una entidad que los adoptó como suyos y que provocó mucha movilización.
Para ello, también se trabajó en conjunto con la Comisión Federal de Electricidad (CFE) quienes tuvieron que quitar y luego poner cables de luz que estaban ubicados sobre las carreteras y caminos por donde cruzaron las calderas.
El camino debía ser con todas las condiciones climáticas favorables. A cierta temperatura ambiental, a fin de que el peso, el calor y otras situaciones no afectaran ni las carreteras ni las plataformas en las que se transportaban las calderas y tampoco las propias calderas.
Las corporaciones policiacas también participaron en estos operativos y dieron seguridad, tanto a automovilistas que tuvieron que usar vías alternas, además de los transportistas, tanto de carga como de pasajeros, quienes también modificaron horarios y rutas.
Hubo días en las que no fueron movidas de donde se estacionaban, debido a que las condiciones no lo permitían o, bien, los permisos por parte de la Policía Federal y/o de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) no eran concedidos en ese momento.
De tal manera que casi un mes después llegaron a Ciudad Victoria. La primera parte del recorrido había concluido y se pararon en la Capital de Tamaulipas. Lugar en el que permanecieron la mayor tiempo a su paso por el país.
A mediados de junio ya estaban allí y fueron recibidas como cuando los habitantes de Macondo, en la novela “Cien años de soledad”, vieron por primera vez el ferrocarril.
LAS OTRAS DOS CALDERAS
El personal de logística encargado de los traslados sumaba más de 80 personas, quienes también dedicaron tiempo completo a este proceso que duró más de un año.
Las calderas pararon en donde inicia la carretera Rumbo Nuevo. Escenario propicio para irse a tomar las fotos. Los gigantes se imponían, pero el convoy regresó por dos calderas más y una torre que habían llegado también de España y les esperaba nuevamente el recorrido que habían hecho el otro bloque.
Este duró menos tiempo, quizás dos semanas. Mientras tanto, los coques las aguardaban en la Capital tamaulipeca. La espera no duró mucho para encontrarse, y estacionarse nuevamente a los pies de la Sierra Madre.
En tanto, la población que vive por donde pasaban las calderas también se vio beneficiada con indemnizaciones y hasta con trabajo temporal, ya que la empresa que las trasladaba pagó hasta los días de pérdida que restaurantes, tiendas y puestos de comida perdían.
TRES MESES DE ESPERA
Las calderas permanecieron en ese lugar casi tres meses. Y es que fue hasta septiembre cuando se volvieron a mover, en este caso, ya con mayor continuidad.
De Ciudad Victoria a Jaumave no tuvieron ningún contratiempo y, por el contrario, su traslado significó la etapa más ágil de los más de 365 días de logística y recorrido.
Se cerró por espacio de dos semanas la carretera Rumbo Nuevo casi a diario, fueron pocos los días que “descansaron” las calderas y las jornadas, incluso, fueron de hasta 14 y 16 horas en algunos casos.
La Secretaría de Seguridad Pública montó un dispositivo para la vialidad, sumándose a la logística de la empresa que transporta los equipos.
Y es que los cuatro enormes tambores y la torre, que eran transportados por seis vehículos, ocupaban prácticamente todo el ancho de la carretera.
A un lado del túnel se habilitó un paso para que pudieran acceder al otro lado y continuar con el camino.
DEJARON TAMAULIPAS
Las primeras calderas salieron del estado a finales septiembre y entonces tomaron rumbo a San Luis Potosí por la antigua carretera, no obstante, que también tuvieron que quitar puentes y cables. Cerrar sentidos de la autopista y mover tránsito y horarios del transporte de carga y pasajeros.
Aún habían quedado dos calderas en Tamaulipas estacionadas en Jaumave. Mismas que no se movieron sino hasta el mes de enero, su traslado también fue ágil y abandonaron la geografía tamaulipeca a finales de ese mismo mes por esa misma ruta.
Finalmente, el ocho de abril, un año después el convoy llegó a la planta coquizadora de la refinería Miguel Hidalgo, de Tula de Allende, su destino final.