Rebeca Maldonado.-
En la actualidad, vivimos pegados a nuestros celulares, las aplicaciones y el internet nos tienen bastante entretenidos. Pero hay una aplicación que con sus facilidades nos beneficia pero también perjudica: el WhatsApp. Y es que ahora con los “grupos” de la familia, la oficina, los amigos, etc. estamos experimentando una carga excesiva de estrés al tener que estar al pendiente de todos y cada uno de ellos.
Expertos han coincidido con la idea de que la ansiedad y estrés no sólo es de quien recibe los mensajes sino también de quien lo manda, porque se tiene esa idea de que las personas deben responder de inmediato a cualquier alerta de sus móviles.
La psicóloga Karina Badillo opina que el WhatsApp brinda información muy interactiva y útil, pero también puede potenciar los deseos de control de algunas personas de manera desbordante.
“Dejar una hora el celular en la bolsa es sinónimo de que cuando lo revise tenga mensajes desde mi mamá, el jefe, de la escuela de mis hijos, el esposo y encima comienzan a llamarme porque no les doy respuesta”, dice Gloria Martínez, ejecutiva de una empresa transnacional.
Y es que el deseo o necesidad de recibir una respuesta es muy grande y el WhatsApp puede convertirse en una fuente de preocupación y agobio. Esta idea ha sido fundamentada por una investigación realizado por la Universidad de Kent State de Ohio, publicado en la revista Computers in Human Behavior, que concluyó que el uso de este tipo de chats en los dispositivos móviles puede traer consigo bajos niveles de satisfacción y ansiedad.
Para poder llegar a esta conclusión se realizó un estudio a 500 estudiantes a quienes se les monitoreó la actividad diaria de sus celulares, en aplicaciones como WhatsApp y Twitter, dichos datos fueron comparados con la satisfacción y ansiedad que éstos sentían y con sus notas académicas de cursos pasado comparadas con el actual.
Con lo anterior se reveló que “el uso constante de un teléfono inteligente y de sus servicios de mensajería influyen de forma negativa en los estudiantes. La constante fue la siguiente: Quienes usaban estas aplicaciones con más frecuencia tenían más ansiedad, poca satisfacción y notas más bajas, a diferencia de quienes usaban menos su celular”.