marzo 28, 2024
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mayo 29, 2017 | 645 vistas

Shalma Castillo.-

Cd. Victoria, Tam.- No hay más. Los tacos son de papa y de frijol.

El secreto está en el trato, directo a los comensales y en la salsa especial.

“Dame veinte y resortera”, quizás sea la frase más socorrida en la Taquería Ávalos con la cual, la clientela pide sus 20 tacos, acompañada con una orden de tripa.

Es la fecunda historia de los Ávalos, en su taquería que inició de manera ambulante, que ha recorrido varias direcciones en centro de la ciudad, ahora encuentra espacio en su propio hogar.

Es difícil encontrar en Victoria a personas que no hayan probado los tacos tamaño dedo que se ofrecen.

Por supuesto, más difícil que no hayan conocido o escuchado hablar de Antonio Ávalos, “Toño” para todos.

Piedra angular y soporte de esta tradicional, añeja y prestigiada taquería, donde, por las tardes, cualquiera se quita el hambre con unos cuantos pesos. Y muchas veces hasta sin dinero.

Ya un centenario han cumplido con este negocio familiar, que ha pasado por cuatro generaciones.

Desde 1917 que inició en un carretoncito de manera ambulante, don José Ávalos Briones inventó la receta secreta de estos tacos, que los diferencia del resto de otro negocio.

Ahora quien está a cargo de esta tradición familiar es Sergio Ávalos Guerra, quien cuenta que después de que la taquería fuera ambulante, en 1922 se logró establecer en un lugar fijo.

“El fundador fue mi abuelo José Ávalos y mi abuelita Sarita Hernández, y mi papá Antonio Ávalos Hernández siguió los pasos de ellos”, cuenta.

Platica que su abuelo don José, era “un estuche de monerías”, porque además de vender tacos también fue pastor, electricista, albañil, y su abuelita Sarita era maestra de primaria, por lo que en aquellos años este era el modo de emprender, además que ayudaba a la gente haciéndoles convivencias para sus fieles que acudían a la iglesia.

“Eso fue lo que nos inculcó mi papá, ayudar al prójimo, así como lo hacía mi abuelo”…

Todos los hijos de José Ávalos estudiaron una carrera, excepto su papá, ya que a él le gustó más ayudarle en el negocio de la taquería.

Es por eso que dice que aprendieron a tener el trato directo a la gente, “es bonito el contacto con los clientes, siempre nos han dicho que por qué no abrimos otra sucursal, pero decimos que no, porque el chiste es de estar en interacción con quienes vienen, si abrimos otro negocio vamos a tener que contratar gente y no es lo mismo, son capaces pero queremos atender a los clientes nosotros y esto viene generación tras generación”.

Dice que don Toño dejó a él y a sus hermanos con la encomienda de seguir deleitando el paladar de los victorenses.

“Mucha gente de edad adulta nos comenta que se acuerdan que mi abuelo empezó en un carretoncito, como no tenía punto fijo estaba de ambulante desde 1917”, enfatiza.

La taquería tuvo varios lugares en el centro hace muchos años, estuvo alrededor de la plaza del 15, por la parte de 16 Hidalgo y Morelos duró como 40 años, después se cambió al 22 Morelos y al final en el 22 Hidalgo y Juárez.

La gente que va por primera vez siempre regresa, aunque son taquitos sencillos, pero el sabor y el trato hacen que se vuelvan clientes frecuentes, “siempre fue la encomienda de tratar bien al comensal”.

Dice que cuando su papá dejó el negocio, quedó a cargo su hermano mayor, quien ya falleció y ahora están dos atendiendo la taquería.

Más que la receta secreta para que los clientes regresen por sus tacos, es “la mano” de los Ávalos, quienes le dan un sazón único, independientemente de los ingredientes que le agregan a los alimentos, “mi papá nos enseñó bien, todos participamos aquí en la cocina”.

Menciona que él tiene ya 15 años participando en el negocio, aunque de niño siempre le ayudó a don Toño.

“Siempre hemos estado involucrados en la cocina y atender personalmente a los clientes, y no tanto el cobrar, eso cualquiera lo puede hacer”, enfatiza.

Dice que aunque él cuenta con una carrera profesional de Hotelería y Turismo, decidió entrarle de lleno al negocio familiar.

“Soy profesionista y dejé de hacer el trabajo profesionalmente, me gustó más esto, el trato a la gente es bonito”, refiere.

Sus hermanos también tuvieron la oportunidad de tocar la universidad, pero no terminaron porque les surgieron otras inquietudes; “a uno le gustó la música, y a otro el negocio de los tacos, yo estudié hotelería y turismo y licenciatura en derecho, pero no las ejercí, me gusto más esto”.

La tradición de los Ávalos lleva cuatro generaciones, y en el 2016 les colocaron la placa en el negocio, para reconocer esta labor de emprendedores, “pocos en el mundo perduran tanto tiempo, más en lo que se trata de comida, porque ahora está muy peleado”.

Dice que no han recibido apoyo oficial para mantener la taquería, pero además comenta que no lo han considerado porque piensa que al conectarse a eso, tienen que “meterle” un poco más, y la gente acude por lo económico de los tacos.

Los taquitos cuestan dos pesos, hace muchos años eran tres por cinco centavos, después tres por 15 y así fueron subiendo y a 50 centavos estuvieron mucho tiempo.

Ahora cuentan con órdenes completas que además de tacos va acompañado con hígado, riñón, corazón o tripa y cada plato cuesta 45 pesos.

Platica que actualmente varía mucho la venta, ya que hay días que el consumo baja mucho.

“Antes era más bonanza para muchos negocios, ahorita hay muchas opciones, y las nuevas generaciones tienen muchos variantes de comida para ofrecer”, señala.

Los famosos taquitos solamente son de papa y frijoles, pero lo atractivo es su tamaño, por lo cual les apodaron “tamaño dedo”, porque son pequeños y van acompañados con su salsa de tomate.

Lo que dicen los clientes que más les gusta es el taco, después el corazón, porque tiene textura suave, y la tripa, que aunque es la más laboriosa para cocinar, es la más peleada y rinde menos.

Pero reveló que la salsa ha sido parte del éxito que han tenido para durar tantos años como una de las mejores opciones de los victorenses, la salsa de los Ávalos no se ve en otro lugar, le ponen diferentes tipos de verdura y la receta la inventó don José.

Sergio platica que cuando su papá falleció, al velorio llegaron muchas personas que lo apreciaban, como los boleros, lavacarros o los que venden periódico, a quienes les quitó el hambre en varias ocasiones.

“Cuando mi papá falleció fueron al velorio y me dijeron que nunca se les va a olvidar mi papá, porque cuando tenían hambre se las quitó”, enfatiza.

“Platican que le decían a mi papá que en este día les fue mal, y nada más habían sacado cinco pesos de aquellos, y mi papá les preguntaba que si tenían hambre, y ellos respondían que sí, les decía siéntate y les servía tacos y un refresco, no les cobraba”, expresa.

Platica que la forma de ser del papá la sacó de su abuelo, “nos decía que debemos ayudar al prójimo siempre, y Dios nos va a dar más de lo que compartes”.

“Ahora vienen muchos alcohólicos a los que les llaman escuadrón de la muerte y siempre están tomando, no comen nada, y cuando pasan aquí por taquitos, les quitamos el hambre sin recibir nada a cambio”, menciona.

Dice que hace muchos años iba una familia a pedir el caldo de las ollas con el que preparan y cocinan las carnes, al que a alguien se le ocurrió bautizarlo como “caldo de oso”, con el cual realmente no tienen una utilidad y lo tiran.

“Esa familia antes venían con una olla y nos pedían que se los regaláramos, una vez mi mamá preguntó qué hacían con él y dijo que compraban tortillas; hacían migas picaban cebolla, tomate y consomé, con eso hacían sopa de tortilla y ya varias veces lo hemos comido aquí y sabe rico”, platica.

Reitera que el mantener a sus clientes se debe el trato, ya que la gente no se equivoca, “aquí vienen por algo, de nuestra parte los tratamos bien, ofrecemos el producto y si regresa es que les gustó el producto, hay gente que viene hasta tres veces por semana”.

Cuando llega gente nueva y pregunta de qué son, les dan a probar sin compromiso, y terminan comiendo de más y regresan nuevamente.

Menciona que él no tiene hijos, pero le gustaría que a un futuro alguien siguiera con la taquería, ya que esa ha sido la encomienda.

Dice que los horarios en que suenen es de lunes a sábado a partir de tres de la tarde hasta que se les acaben los tacos, que por lo regular para las diez de la noche ya están cerrando la taquería.

Finalmente, enfatizó que quienes van a Victoria y no prueban los tacos de los Ávalos, es como si realmente no hubieran ido.

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