diciembre 11, 2024
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julio 2, 2017 | 207 vistas

Mauricio Zapata.-

Cd. Victoria, Tam.- Tuvo que pasar un año y un mes para que todos los priistas de Tamaulipas se volvieran a reunir. Y llegaron todos; nadie fue vetado; nadie se quedó afuera.

La última vez que se les había visto a todos juntos, de buen humor, con optimismo y hasta en unidad fue el uno de junio de 2016 en la ciudad de Reynosa.

Ahora fue en Victoria, uno de los pocos bastiones que le quedan. Pero ayer fue en un escenario distinto y en circunstancias diferentes. Ahora son oposición y han vivido un año de altibajos y deserciones.

La herida sigue sin cicatrizar del todo, pero ya duele menos y está menos inflamada, aunque sigue presente.

“La irritación ya bajó, pero le seguimos poniendo pomada”, dijo Humberto Valdés Richaud, con su característico humor y sonrisa cuando entraba a un escenario poco común para ellos, sobre todo para ese tipo de eventos.

 

DESEMPOLVARON LA CARGADA

La cargada se desempolvó. Fue un año de estar guardada, quizás llorando, pero ahora revivió y los reunió en un gimnasio de la Universidad La Salle que se vio pletórico y nuevamente se escucharon los gritos de aliento que tantas satisfacciones les había dado en otras épocas.

Al grito de “unidad, unidad, unidad…”, iban siendo recibidos aquellos que hasta hace un año ostentaban el poder, la sartén por el mango, la alegría y eran “dueños” de un Estado que hoy ya no les pertenece.

Aquellos que hasta hace unos días daban mensajes de molestia, ayer lo cambiaron por llamados a la unidad, a la fortaleza y al reposicionamiento; ya no hubo acusaciones ni gritos acusando de traición.

Se dejaron ver aquellos que lo tuvieron todo, como Ricardo Gamundi, Óscar Luebbert, Manuel Cavazos Lerma y otros que se habían mantenido al margen, pero sin dejar sus ideales y sus pasiones.

Y también aquellos que hace poco más de un año quisieron ser candidatos y que, en corto, aseguran que ellos sí hubiesen ganado, como Mercedes del Carmen Guillén, Ramiro Ramos, Alejandro Guevara, Enrique Cárdenas, Alejandro Etienne y Marco Antonio Bernal.

 

INASISTENCIA DEL CAUSANTE DE LA HERIDA

No llegó Baltazar Hinojosa, aquel que encabezó la última reunión masiva; el último evento tricolor en todas sus formas y fortalezas. El que llevó a ese partido a la peor derrota que hayan tenido en Tamaulipas. Él, simplemente no acudió.

Fue un evento como los que acostumbraba el Revolucionario Institucional: perfectamente detallado, bien organizado y con todo el colorido que les gusta mostrar.

El discurso fue uno solo: el de la unidad. Al parecer había una línea para que nadie hablara mal de ninguno de ellos, que todos mostraran la misma actitud. Para que todos se vieran alegres y optimistas.

Es más, parecía que también hubo una línea que siguieron al pie de la letra: no mencionar una sola palabra del Gobierno estatal; ni para bien ni para mal. Todos se abstuvieron de hablar de aquellos que hace un año eran sus opositores y que ahora intercambiaron los papeles.

Al inicio de la Asamblea Estatal tricolor, todos voltearon a ver a la enorme mampara que en todas sus letras decía “Asamblea Estatal”. Unas letras negras grandes y a ellas le aplaudieron todos, incluso los del presídium para quedar a espaldas del público que también ovacionaba el evento.

Fue un momento que duró al menos dos minutos. Fue el momento en que se unieron a una sola voz y a un solo compromiso. Fue el momento de la reconciliación y de mostrar fidelidad a las siglas que por tantos años les dieron el poder.

Los gritos de aliento no cesaron durante el tiempo que duró la reunión y en donde acordaron seguir de pie, en donde acordaron dejar atrás el derrotismo. En donde acordaron olvidar el pasado inmediato y ponerle atención al futuro. En donde revivieron las viejas batallas y en donde dieron paso al nuevo esquema y al reposicionamiento.

 

ABRAZOS EN EL REENCUENTRO

Los que llegaron tenían ya rato de no aparecer en público, y ahora que lo hicieron, se acordaron de los viejos tiempos, y de los viejos amigos a los que no olvidan ni siquiera sus nombres.

Habrán asistido unas tres mil personas, quizás más. El escudo del PRI sobresalía para donde se volteara. No había uniformidad, porque cada quien se vistió de acuerdo a su proyecto y de acuerdo a lo que pretenden, pero sí hubo muchos abrazos, muchos apretones de manos. Mucho entusiasmo.

Si bien esa herida sigue presente, el acuerdo fue sanarla ya. El acuerdo previo, durante y después, fue hacer lo posible para que no se vuelva a abrir.

Fue un rencuentro positivo para lo que los priistas pretenden. La reunión que antecedió a este evento, la que se dio en privado hace unos pocos días, sirvió para trazar la línea de este evento y en donde todos respetaron el pacto de no agresión y en el cual salieron de un coma que ellos mismos se habían inducido.

Para los militantes de este partido fue un encuentro positivo. Fue una reunión que les dejó una enseñanza que les permitirá entrar en la etapa de recuperación.

 

LOS ROSTROS DE LA DERROTA

Los rostros que hace un año denotaban pesimismo, frustración, molestia y derrotismo, fueron cambiando en el transcurso de esa Asamblea, por caras un poco más sonrientes, pero sobre todo por voces que apuntan a su regreso.

Los acuerdos son de reposicionar al partido para las elecciones del año entrante. De propiciar un mejor ambiente, sobre todo el de la unidad. De depurar los cuadros y recomponer el camino. De establecer alianzas, pero solo con aquellos que no les han dado la espalda y principalmente con quienes les den y no les quiten.

Los discursos sobre los llamados a estar juntos y no dividirse fueron interrumpidos hasta en diez ocasiones por los gritos de “unidad, unidad, unidad…”.

Fue una sola voz la que se escuchó al último y la que piensan que prevalecerá. El pesimismo parece que lo van desterrando y la consigna es regresar a los tiempos en que eran ellos y solo ellos.

Fue un evento en el que se derrochó optimismo y en donde fortalecerán a los nuevos cuadros. Son jóvenes que se hicieron presentes y mostraron lealtad hacia una ideología que hasta la semana pasada parecía desterrada de un estado ávido de una voz, que si bien fue la misma durante muchos años, hoy parece ser diferente.

Muchos de los que fueron habían tenido actitudes rebeldes, ahora se prestaron para impulsar el inicio de lo que ellos consideran el regreso.

 

EL PRESÍDIUM

El presídium estuvo conformado por los líderes de los sectores, pero arriba pusieron al ex gobernador y actual senador Manuel Cavazos Lerma, quien se asumió como “uno más”. Pero también estaba Paloma Guillén como punta de lanza, ya que se comportó como líder. Daba órdenes, daba indicaciones. Daba pautas. Era la batuta de la orquesta que en ese momento se formaba para volver a tocar las melodías que entonaron el silencio durante 395 días.

Fue un evento en el que revivió un partido que parecía destinado a la muerte y al fracaso continuo.

Fue el inicio del regreso, porque así lo mostraron y así lo dijeron.

El priismo tamaulipeco se unió y se acordó que son miembros de la segunda fuerza política de Tamaulipas y que hasta hace poco daban muestras de no querer revivir.

La medicina fue aplicada y, al menos en su primer día, dio el efecto que se quería mostrar.

Así, los (pocos) alcaldes priistas, los (pocos) diputados locales, los (muchos) legisladores federales y los (muchos) militantes dieron muestras de querer volver.

Ese fue el pacto del reencuentro.

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