LIMA, Perú, julio 5 (AP)
Los pómulos salientes, los ojos grandes y el cabello negro resumen las características del rostro desarrollado con tecnología 3D y que se presume es lo más cercano al que tuvo una líder preincaica cuyos restos fueron hallados hace más de una década en una tumba en la costa norte de Perú.
Según los arqueólogos, la “Señora de Cao” —de apenas 1.45 metros de estatura, tatuada en los brazos, pies y dedos con dibujos de arañas, pumas y serpientes— fue una de las mujeres más poderosas antes del surgimiento del imperio Inca.
A pesar de su tamaño tuvo “una importancia enorme… y reveló el liderazgo político y religioso femenino”, dijo el ministro de Cultura, Salvador del Solar, sobre la “Señora de Cao”, que comenzó a ser exhibida esta semana en el Museo de la Nación de Perú.
Régulo Franco, el arqueólogo peruano que descubrió la tumba en 2005 y le dio nombre a sus restos, explicó a The Associated Press que la “Señora de Cao” es importante para la historia local porque sus vestigios “son los únicos encontrados de una mujer gobernante en un valle peruano hace 1.700 años”, una época anterior al dominio Inca en territorio del actual Perú.
“Su descubrimiento cambió la noción del poder en el antiguo Perú. Es posible que en su linaje dominante por hombres fuese la única hija mujer sucesora y la empoderaron y la hicieron gobernante. La otra opción es que los arqueólogos aún no hayamos encontrado otras tumbas de otras mujeres lideresas”, comentó.
Franco dice que lo hallado en su tumba confirma su poder y riqueza: “collares, diademas, una corona y casi medio centenar de adornos para la nariz de oro junto a dos bastones ceremoniales de cobre dorado más grandes que ella. También se hallaron armas para lanzar dardos”.
La mujer tenía cabellos negros recogidos en trenzas amarradas y unos 25 años cuando falleció probablemente por complicaciones de un parto, según la autopsia. “Tenía el abdomen distendido, murió con fiebre y las manos dobladas por las convulsiones de una eclampsia (hipertensión gestacional). Tras su muerte la bañaron con el agua del Océano Pacífico que impregnó de sal a su cuerpo”, dijo Franco.
La reconstrucción del rostro se hizo con el apoyo de la Fundación Wiese, una organización creada por una familia de ex banqueros peruanos, y requirió de un trabajo multidisciplinario.
Durante diez meses se escaneó el cráneo, se usaron métodos forenses para la reconstrucción facial de cadáveres y se trabajó con un banco fotográfico de mujeres que actualmente habitan en el distrito peruano de Magdalena de Cao, la zona donde se descubrieron sus restos.
“Las técnicas de reconstrucción facial se hacían con plastilina. Ahora usamos un software otorgado por la empresa estadounidense Faro Technologies”, dijo Oscar Barrera, un ingeniero especializado en reconstrucción facial forense que trabajó en el proyecto y que en la fiscalía de Colombia identificó a víctimas del conflicto armado de ese país.
El grupo también estuvo integrado por artistas forenses que hicieron bosquejos y detalles del rostro a partir del cráneo como el investigador Martín Ayala, quien trabajó en la fiscalía colombiana como investigador forense en varios casos, entre ellos el del asesinato del candidato presidencial Luis Carlos Galán.
La “Señora de Cao” fue hallada dentro de un fardo de 26 capas de tela y su cadáver estaba untado con un pigmento mineral llamado cinabrio —sulfuro de mercurio— que permitió su desecación. A su lado se hallaron el cadáver de una adolescente de 15 años y a pocos metros el de un guardia para que su viaje al mundo de los muertos no tuviera imprevistos.
Franco y su equipo la encontraron dentro del complejo arqueológico “El Brujo” en Magdalena de Cao, unos 545 kilómetros al noroeste de Lima.
Además de su rostro también se exhibe en el museo de Lima una réplica del cadáver de la diminuta y poderosa gobernante preincaica que desafió a una sociedad liderada por hombres. Los verdaderos restos de la “Señora de Cao” son exhibidos en un museo norteño que recibe más de 40 mil visitantes por año.