RÍO DE JANEIRO, Brasil, julio 12 (AP)
El ex presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva fue sentenciado el miércoles a nueve años y medio de cárcel por corrupción y lavado de dinero, la persona más renombrada que es condenada como parte de una investigación que ha enviado a prisión a decenas de personas pertenecientes a la élite del país latinoamericano.
La decisión del juez federal Sergio Moro estaba prevista, incluso para el equipo de defensa de Lula da Silva; sin embargo, no deja de ser sorprendente. El carismático mandatario dejó su cargo el 31 de diciembre de 2010 con una alta popularidad, y se le da crédito por sacar a millones de brasileños de la pobreza y por convertir al país más grande de América Latina en un importante actor en el escenario mundial.
El primer mandatario brasileño de clase trabajadora permanecerá en libertad en lo que se escucha su apelación, pero ahora también es el primer ex presidente de su país en ser condenado en un proceso penal, al menos desde que se restauró la democracia en la década de 1980.
En muchos lugares de Brasil, Lula sigue siendo venerado por sus políticas económicas y por su papel en la lucha por la democracia durante la dictadura que vivió el país, y con 71 años es uno de los favoritos para las elecciones presidenciales del próximo año.
El caso es parte de la investigación, denominada “Autolavado”, sobre corrupción en la petrolera estatal Petrobras, la cual ha enviado a prisión a políticos y altos ejecutivos de Brasil.
La pesquisa también ha derivado en cargos contra el actual mandatario, Michel Temer, quien está acusado de aceptar sobornos de parte de un ejecutivo de una compañía empacadora de carne a cambio de obtener decisiones favorables de parte del gobierno. Temer niega haber cometido delito alguno, y la cámara baja del Congreso decidirá si es enjuiciado.
Lula está acusado de recibir un apartamento frente a la playa y de aceptar remodelaciones al inmueble como sobornos de la compañía de construcción OAS. Los fiscales también alegaron que la empresa pagó para almacenar las pertenencias de Lula, pero Moro desestimó esa parte del caso.
Lula también enfrenta cargos en otros cuatro casos. El ex líder sindical ha dicho que todas las acusaciones son completamente infundadas y su desafiante testimonio en el caso que se decidió el miércoles fue visto como un enfrentamiento directo entre él y Moro. Ambos son percibidos como héroes nacionales por algunos sectores de la sociedad brasileña.
“La condena no brinda ninguna satisfacción personal a este juez. Al contrario, es lamentable que un ex presidente sea sentenciado”, escribió Moro en su decisión. “No importa quién seas, la ley está por encima de ti”, agregó.
Moro dijo que no ordenó el arresto inmediato de Lula porque una condena a un ex presidente es un asunto serio y consideró que se debía de escuchar primero una apelación.
“Esto empeora mucho más la situación de Lula, ya que es algo mucho más que una simple investigación”, comentó Claudio Couto, profesor de ciencias políticas en Fundacao Getulio Vargas, una universidad con sede en Sao Paulo. “Pero ahora podrá hacer algo que le gusta: Hasta que se decida la apelación, arengará a sus aliados y seguidores contra una decisión controversial”.
El caso ahora pasará a las manos de un grupo de magistrados. Si ratifican la condena, la ley brasileña establece que Lula no puede buscar el cargo de presidente. Moro también dictaminó que Lula no puede ocupar cargos públicos por 19 años.
Los abogados de Lula, quien estuvo en el poder de 2003 a 2010, no respondieron de inmediato a las solicitudes de comentarios. Pero su Partido de los Trabajadores criticó la condena.
“La condena del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva representa un ataque contra la democracia y la constitución”, dijo en un comunicado. “Aunque se trata de la decisión de una corte menor, es errónea, arbitraria y completamente ilegal, realizada por un juez partidista que consulta con la prensa y la opinión pública que creó contra el ex presidente Lula”.
La presidencia de Lula coincidió con un boom económico de la mano de los altos precios de las materias primas, y utilizó las ganancias para financiar generosos programas sociales que lo convirtieron en héroe para los pobres de Brasil. Dejó el poder con índices de popularidad de hasta el 87 por ciento, y los brasileños votaron en las elecciones por la sucesora que él mismo escogió: Dilma Rousseff.
Cuando cayó el precio de las materias primas, la economía brasileña se desplomó, junto con la popularidad del Partido de los Trabajadores de Lula y Rousseff. Posteriormente, Rousseff fue destituida y reemplazada por Temer.