Hazel Valdez Blackmore.-
Lady D
Mucho se dirá y se escribirá sobre la princesa Diana y seguramente hasta su mismo ex esposo, el príncipe Carlos de Inglaterra, se sorprenderá de tanto cariño, tantos homenajes, tanto amor para la mujer que fue madre de sus hijos y a la que quizá jamás comprendió.
Diana Frances Spencer, Princesa de Gales, nació en 1961. Estudió en los mejores colegios de Inglaterra y en Suiza. Trabajó en un jardín de niños en Londres, poniendo de manifiesto su gran amor por ellos. Desde muy jovencita conoció al príncipe Carlos pero su relación comenzó cuando ella acababa de cumplir 19 años.
Desde que Carlos la escogió para esposa y la monarquía inglesa la aceptó, cumplió con todos los requisitos que le impusieron, cedió a todas las presiones y exigencias de la Corte inglesa y se convirtió en la futura reina de Gran Bretaña.
La boda se celebró en 1981 y al año siguiente nació su primer hijo, el príncipe Guillermo Arturo Felipe Luis, segundo en la línea de sucesión al trono británico, después de su padre el príncipe Carlos.
En 1984 nació su segundo hijo, Enrique Carlos Alberto David.
Diana se veía feliz, entregada a sus obligaciones de esposa y madre y a las obras de asistencia social que presidía, dándoles todo su apoyo moral y económico y visitándolas cuando le era posible.
En una ocasión llegó a participar en cien diferentes obras benéficas e instituciones artísticas. Ayudó siempre a los ciegos, a los sordos, a los discapacitados, a los miembros de la tercera edad, a los enfermos de sida y a los desposeídos.
Su labor humanitaria difícilmente podrá ser igualada. No solo le preocupaban las instituciones benéficas. Una de sus últimas acciones fue viajar a Sarajevo para continuar una cruzada contra las minas terrestres que a diario causan muertes o mutilaciones.
Pero no es necesario decir como fue Lady Di. Basta con saber lo que se le quería por todo el mundo. El vacío que dejó en tantos países; los miles de mensajes que se enviaron a Inglaterra a través de Internet y los cientos de flores que se depositaron en los palacios de Buckingham y Kensington. Los miles de ciudadanos que hicieron fila hasta por más de veinte horas para poder firmar los libros de condolencias dispuestos en el palacio de Saint James en Londres.
Y aunque Diana luchaba por educar a sus hijos de manera normal, las presiones de la Corte y las difíciles relaciones con su esposo, frío, indiferente y dedicado a sus intereses fueron deteriorando la vida matrimonial.
Carlos aceptó que seguía viendo a su antigua amante Camila Parker Bowles y Diana empezó a mostrar una mirada triste. Sufrió trastornos de bulimia, depresiones y según sus biógrafos –trató de suicidarse cinco veces.
En los últimos años la “Princesa triste”, parecía haber encontrado la felicidad que tanto se le había negado. Su relación con el millonario egipcio Dodi Al Fayed era un hecho. Planeaban casarse y Dodi ya había preparado una mansión en California con un valor de diez millones de dólares, donde residirían parte del tiempo. Diana había decidido cambiar su vida. Vivir en forma privada.
Pero el destino era otro, la princesa Diana y su prometido Dodi Al Fayed perdieron la vida en un accidente automovilístico en París, hace 20 años.
Se anunció en Inglaterra un funeral único para una persona “única”. Se calculó en ocho millones de personas que flanquearon el cortejo fúnebre a lo largo de muchos kilómetros hasta llegar a su destino en hrop, al norte de Inglaterra donde está sepultada la familia de Diana.
El padre de Dodi fue muy justo y a pesar de su pena declaró que “Dios se ha llevado sus almas para que vivan juntas en el paraíso. Ahora ambos tienen paz…”