abril 20, 2024
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septiembre 22, 2017 | 117 vistas

Mauricio Zapata / Enviado

CIUDAD DE MÉXICO.- Paradójicamente, Luis Gerardo nació el 19 de septiembre de 1985. Su espíritu rescatista lo trae en la sangre como si se le hubiése metido por el aire que se respiraba en aquellos tiempos.

Él es socorrista de la Cruz Roja de Ciudad Victoria y justo cuando partía su pastel de 32 años, se le notificó que iría a la Ciudad de México para ayudar a los afectados por el terremoto.

Como él, iban dos más de sus compañeros victorenses, porque forman parte de una especie de “selección nacional” de la Benemérita institución como los más eficientes y capacitados rescatistas.

Acaban de llegar de Houston en donde trabajaron apoyando a los afectados por el huracán “Harvey” y ahora se encuentran ya laborando en la Ciudad de México.

“Pues sí, lo traigo en la sangre y por eso aquí estamos y vamos a apoyar a trabajar duro para poner nuestro granito de arena para levantar a esta gran ciudad”, dijo.

PROTECCIÓN CIVIL TAMAULIPAS SALVA VIDAS

Pero no son los únicos tamaulipecos que están apoyando ahí y que ya en el poco tiempo que llevan, ya saludaron de mano a la muerte.

Se trata de elementos de Protección Civil del Gobierno estatal.

Una vez que llegaron a la capital del país los mandaron a la colonia Roma, quizás de las colonias “defeñas” más lastimadas por los efectos del terremoto.

El destino los mandó a una calle, cuyo nombre les es familiar: Nuevo Laredo. Ahí, el edificio “Amsterdam” de seis pisos se colapsó tras el sismo del 19 de septiembre y había gente atrapada.

Con palas, picos, cuerdas y todo su equipo, se dispusieron a levantar escombros. A apoyar en estas labores de rescate, en esta tragedia que sigue estremeciendo a los mexicanos.

Aquí todo es estratégico. No se pueden andar con “medias tintas”. El rostro de estos elementos estatales es de esfuerzo, es de unidad y de solidaridad.

Se pasan piedras pesadas para ir retirando los escombros, buscaban vidas, y, desde luego que encontraron.

Están en una zona devastada. Atienden las indicaciones. Cuando el coordinador de la cuadrilla levanta un puño quiere decir silencio, y lo guardan. Después sintieron que algo se movía, entonces levantaron la palma derecha que indica que nadie se puede mover ni hablar.

Los tamaulipecos estaban a la expectativa y seguían buscando vidas debajo de los escombros cuando ese mismo coordinador levantaba el dedo índice que ordenaba seguir con el trabajo.

A los lados se ven edificios firmes, pero también endebles. Ellos, los tamaulipecos no se rajan. Trabajan con el mismo ahínco que como cuando llegaron. El esfuerzo es mucho, pero para ellos vale la pena porque, repiten, están salvando vidas.

LA CRUZ ROJA

Mientras tanto los de la Cruz Roja estaban en otro punto de la ciudad, en un punto también muy afectado. Es en la misma Delegación Benito Juárez, a donde hay mucho que rescatar.

Es la colonia Portales, muy cerca de la legendaria Calzada de Tlalpan, que comunica el sur de la ciudad con el Centro Histórico y que se distingue porque en medio pasa la línea dos del metro.

En esta zona hay varios edificios a punto de caer. Afortunadamente, no hay nadie adentro, pero hay riesgos. Sin embargo, ahí está presente Tamaulipas, apoyando en los lugares a donde pueden rescatar a personas que siguen atrapadas.

Ya llevan prácticamente trabajando 28 horas y sólo han descansado cuatro.

Un voluntario se acerca a uno de los rescatistas tamaulipecos y le ofrece agua y un tamal. La sed y el hambre provocada por el esfuerzo pueden más y le ordenan al brazo extenderlo para tomar el alimento.

Sentado en una banqueta Juan de la Cruz abre su tamal verde. Lo come, bebe agua y observa el panorama devastador que sigue habiendo en la urbe.

Pero para descansar ya habrá más tiempo y se acerca nuevamente a la escena del edificio colapsado para seguir buscando vida, para seguir rescatando personas.

Y es que en esas 32 horas de arduo trabajo, ya pudieron salvar a dos personas. Rescataron a dos mujeres, quien al salir de entre esos escombros abrazaron a esos héroes que vienen de Tamaulipas.

Para Juan, ese “muchas gracias, señor”, con un abrazo y un beso en la mejilla ha sido su mejor recompensa, el mejor pago. Lo reconforta mucho más que la comida y el agua. Mucho más que el dinero.

Pero el mismo Juan lamenta que han sido más los muertos que los vivos en sus labores de rescate.

Y se le llenan los ojos de lágrimas, porque a pesar de estar acostumbrados, les duele y les conmueve.

MÁS BRIGADAS AL RESCATE

Ese es el trabajo de los socorristas de Tamaulipas. Son muchos más elementos, tanto voluntarios, como paramédicos y socorristas de la Cruz Ámbar, como de otras corporaciones de emergencia.

Este es parte de la colaboración de esta entidad ante la tragedia y la devastación. Esta es la manera como colaboran y no solo llevando apoyos, sino dando su mano y su brazo. Su esfuerzo y su capacitación que les han permitido salvar vidas y que al fin y al cabo, ese es su objetivo.

Mientras tanto, la Ciudad de México apenas comienza a levantarse. Continúa la situación caótica, pero la población civil mantiene el control y todo, literalmente hablando, pasa por sus manos.

El miedo continúa, pero ya es menor. El miedo persiste, pero poco a poco se va y deja a una ciudadanía más fuerte y más unida.

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