JOJUTLA, México (AP) — Héctor Rodarte Cedillo, un limpiador de ventanas y vendedor de dulces de 27 años, perdió parte de su pierna derecha hace siete años luego de ser atropellado por un coche.
Pero eso no le ha impedido pasar horas trabajando en una brigada de voluntarios civiles que buscaron a sobrevivientes, ayudan a los heridos y limpian los escombros de los edificios que se derrumbaron en Jojutla, México, durante el letal sismo registrado hace una semana.
Rodarte apoya sus muletas contra un Volkswagen Beetle blanco antes de poner sus tatuados brazos manos a la obra levantando y moviendo ladrillos y metales doblados. Vestido con un chaleco naranja brillante, un casco de obra blanco y unos sucios tejanos, mantiene el equilibrio colocando el muñón de su pierna, amputada desde la rodilla, sobre los escombros.
Rodarte y otros miembros de la “9na Brigada” recorren las calles ayudando a los residentes a recuperar fotos familiares y otras pertenencias de sus dañadas viviendas, a punto de venirse abajo. Trabaja todo el día y solo para para dormir en la noche.
Ayudar a los demás “es algo que nace desde el fondo del corazón”, dijo Rodarte.
Jojutla, a unos 100 kilómetros (60 millas) al sur de la capital de México, es uno de los lugares más devastados por el sismo del martes, que causó más de 300 muertos.
En la ciudad perdieron la vida al menos una docena de personas, decenas de viviendas quedaron en ruinas y muchas más son irreparables y están a la espera de demolición.
«Aquí seguiremos echando una mano hasta que terminemos, hasta que se recupere Jojutla», sentenció Rodarte.