CIUDAD DE MÉXICO (AP) — Podría ser un miércoles cualquiera para la treintena de periodistas que esperan fotografiar a una celebridad bajo el cielo nublado, pero la estrella del momento no se dedica al cine sino a meter sus narices húmedas bajo edificios derrumbados y ladrar cuando su instinto le dicta que está cerca de un cuerpo que aún respira.
Frida se pasea ante las cámaras con gracia y ligereza. Hoy es su día libre y está de vuelta en casa para descansar y continuar con sus entrenamientos, pero la semana pasada tuvo tiempo de sobra para ganar miles de admiradores en redes sociales y apoyar a cuerpos de rescate especializados en estructuras colapsadas.
La coqueta labradora retriever es, junto con dos pastores belga malinois, parte de la unidad canina de la Secretaría de Marina de México y desde el 19 de septiembre los tres han buscado sobrevivientes del terremoto de 7,1 grados que sacudió el centro del país y dejó más de 340 fallecidos.
En su carrera de más de seis años ha ayudado a encontrar 53 personas en medio de construcciones derruidas dentro y fuera de México, 12 de ellas con vida. Y aunque no halló ningún cuerpo tras el reciente sismo, eso es lo de menos.
En medio de una de las peores tragedias en la historia reciente de México, Frida —ocho años, treinta kilos, “trending topic” mundial— pasó de ser sólo un perro rescatista de las fuerzas armadas mexicanas a un símbolo de esperanza nacional.
“En términos sociales, esta perrita funcionó como un objeto transicional”, dijo a The Associated Press Fátima Laborda, psicoanalista y directora de Casa Grana, una clínica privada de atención psicológica en la capital mexicana. “Quizá no nos ayudó en nada real o concreto —es decir, no rescató a nadie— pero nos dio la posibilidad de sentir que había esperanza y que había cosas en las que nos podía ayudar”.
Las miradas dentro y fuera del país se posaron en la labradora casi al mismo tiempo que los mexicanos veían cómo se derrumbaba otro símbolo de ilusión, con el mismo nombre, pero que nunca existió: dos días después de que las autoridades dijeran que buscaban bajo los escombros de una escuela a una niña, “Frida Sofía”, la Secretaría de Marina anunció que no había ninguna menor ahí.
Según Laborda, ante situaciones extremas como un terremoto o una guerra, los afectados suelen buscar refugio y contención en algo real o simbólico para tratar de recuperar la confianza y seguridad.
Frida no necesita mucho para seducir. Posa ante las cámaras de iPhone, te pasa la lengua por la cara si tienes la suerte de acercarte a ella y zigzaguea entre pilas de escombros como si fuera la heroica mascota de Indiana Jones.
Frida ha participado en operaciones de rescate tras desastres naturales como los terremotos de Haití en 2010 y Ecuador en 2016, pero su fama se disparó dos días después del 19 de septiembre, cuando la Marina publicó un video en su cuenta de Twitter y que a la fecha tiene más de mil comentarios, 35 mil retuits y 67 mil likes.
“Mírale sus zapatitos” y “Quiero una #Frida en mi vida”, se lee en algunas reacciones.
Poco después, Los Simpson la homenajearon con un dibujo animado, estrellas hollywoodenses como Chris Evans —Capitán América— posteaban
“¿Qué hicimos para merecer a los perros?” y grupos de mujeres tejedoras en Facebook se ofrecieron a crear diseños inspirados en ella para apoyar con las ganancias a los afectados por el sismo.
“Pareciera que (Frida) nos llevó a todos a un mismo camino, porque representa una figura de bondad absoluta, de cuidado del otro y un lugar de dónde asirnos para pensar que podemos salir de esta situación”, explicó Laborda acerca del fenómeno mediático que esta labradora desató.
Nadie se resiste al encanto de Frida. Sus dos manejadores, como la Marina se refiere a los encargados de su entrenamiento y cuidado, sonríen cuando la miran y premian las respuestas a sus indicaciones con caricias.
Emmanuel Hernández, cabo de infantería que ha trabajado con ella desde hace más de dos años, dijo que desde pequeña fue elegida como rescatista por sus cualidades. Como todo can dedicado a la búsqueda bajo derrumbes, debe ser dócil, tener instinto de rastreo y olfatear todo.
A su lado, Frida —ahora uniformada— se deja acariciar y fotografiar por la prensa. Luce botitas de neopreno para evitar resbalarse y sortear escombros sin cortarse las patas, un arnés para sujetarse en caso de que entre a un espacio confinado y gogles que protegen sus ojos de agentes químicos e infecciones.
Algunos periodistas y redes sociales han publicado que la pequeña rescatista podría retirarse el año entrante, pero su manejador desmiente el rumor: aunque Frida es un perro maduro, aún es hábil y puede trabajar. Si acaso, modificará sus actividades y en vez de encabezar las búsquedas se convertirá en “perro de confirmación”, es decir, una especie de mentora de los más recientes integrantes del equipo: Eco y Evil, dos pastores belgas de año y medio que ya trabajaron con ella en Juchitán, Oaxaca, tras el sismo de 8,1 grados del 7 de septiembre.
¿Y después? “Cuando cumplen su tiempo de trabajo, los perros se dan en adopción a personal de la armada”, dice Hernández. “Y si alguien me preguntara si quisiera llevarme a Frida diría que sí, pero tendremos Frida para mucho tiempo todavía”.