BARCELONA, España, octubre 6 (AP)
Las urnas llegaron por la noche desde Francia, fueron ocultadas en viviendas y escondrijos improvisados y luego llevadas en secreto a los centros de votación, bajo las mismas narices de la policía nacional encargada de impedir la consulta.
Los activistas que lograron realizar el referendo sobre la independencia de Cataluña describieron a la Associated Press cómo burlaron una represión que dejó cientos de lesionados.
“Fue un juego del gato y el ratón”, dijo uno que estuvo a cargo de organizar la votación en una localidad de unos 2.000 residentes al sur de Barcelona.
“Para no comprometer la operación, se nos dijo que tal día, a tal hora, llegarían las urnas, y que unos pocos días después, las papeletas. Las camionetas llegaron durante la noche”, expresó.
Tres militantes de la causa independentista y una fuente cercana al Gobierno regional catalán hablaron del plan a condición de no ser identificados, por temor a ser juzgados por las autoridades españolas, que declararon ilegal la consulta.
Usando palabras en código y reuniéndose a escondidas, compartiendo apenas la mínima información necesaria, cientos de separatistas desafiaron las leyes –y la ley de las probabilidades– escondiendo por semanas diez mil urnas que no fueron detectadas por las autoridades.
Una fuente allegada al Gobierno nacional que estaba al tanto de la operación dijo que las urnas, que parecen un contenedor de cocina con el sello del Gobierno catalán, fueron ordenadas online a una compañía china. Fueron enviadas inicialmente a una localidad en el sur de Francia, cerca de los Pirineos, del otro lado de la frontera con Cataluña, en la que hay una numerosa comunidad catalana.
De allí fueron ingresadas de contrabando a España de a pequeñas cantidades, de acuerdo con un militante al tanto de la operación. Pasaron de un activista a otro, sin que nadie supiese quiénes estaban involucrados en el plan, con excepción del contacto directo, para evitar que la policía desbaratase la operación de un zarpazo.
“Todo se hizo de a poco”, dijo el activista. “Recibías un mensaje de alguien que tenía que distribuir cien urnas entre gente en la que uno confiaba. No hubo una gran planificación centralizada”.
El mismo informante dijo que las conversaciones telefónicas se hacían con un lenguaje en código. Se decían cosas como “mañana recibirá diez tortas para tu madre” o “tienes que entregarle cinco tortas a tu madre y cinco a tu padre”.
Una persona que escondió urnas en su casa y organizó la votación en la localidad de Osona, al norte de Barcelona, dijo que aludían a “cajas de zapatos” y “regalos” hablar de las urnas.
De todos modos, las perspectivas de que pudiesen llevar a cabo la consulta parecían bastante escasas el día previo. La policía había confiscado millones de papeletas en las dos semanas previas, había inutilizado el sistema de computadoras que se pensaba usar y arrestado a decenas de funcionarios del gobierno que se creía participaban en la organización de la consulta. El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, llegó a decir que se había desmantelado la infraestructura para la votación. Por las dudas, no obstante, fueron enviados miles de policías adicionales a la región.