diciembre 15, 2024
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octubre 15, 2017 | 171 vistas

LAS VEGAS, Nevada, octubre 14 (AP)

Las balas siguen ahí. Para las decenas de personas que siguen hospitalizadas en Las Vegas tras el peor tiroteo masivo en la historia moderna de Estados Unidos, el ataque no se ha acabado. El dolor persiste. Siguen acosadas por la incertidumbre sobre su recuperación.

«Lo que temo es no progresar. Quiero poder caminar de nuevo. Quiero funcionar normalmente”, dijo Michael Caster, que quedó paralizado en la balacera. “Estoy feliz de estar vivo, por haber salido de allí, pero quiero poder tener una buena vida”.

Caster, un empleado de hospital de Palm Springs, California, es una de 45 personas aún internadas en cuatro hospitales en Las Vegas tras la masacre que dejó 58 muertos y más de 500 heridos.

Seres queridos están a su lado, ofreciendo consuelo y un rostro familiar en un lugar extraño. Ellos también enfrentan retos para cuidar a familiares lejos de casa.

La tragedia del uno de octubre dejó al mundo llorando a los muertos, admirando a las personas comunes y socorristas que actuaron heroicamente para salvar vidas y perplejos tratando de entender por qué Stephen Paddock se parapetó en el piso 32 del hotel Mandalay Bay y disparó más de mil balas contra un festival de música country al aire libre.

Una tercera parte de los que siguen hospitalizados están aún en condición crítica dos semanas después. Agradecidos por haber sobrevivido, ellos y sus familias deben enfrentar la realidad de que la recuperación va a ser difícil y, para algunos, incompleta.

El doctor Sean Dort, un cirujano y director médico del centro de trauma en el Hospital Dignity Health-St. Rose Dominican, dijo que muchos de sus pacientes tienen heridas que cambiarán sus vidas.

«Mientras más tiempo están en condición crítica, mayores son las probabilidades de un mal resultado”, dijo Dort. “Pero mientras sigan mejorando y no empeorando, no importa qué día es”.

Caster, de 41 años, planea salir del hospital en los próximos días, tras recibir un balazo en el costado izquierdo. La bala le atravesó un pulmón, pasó junto a su corazón y le dañó la espina dorsal. Ha perdido toda sensación y movimiento de la cintura para abajo.

El fragmento sigue allí, en un lugar demasiado riesgoso para una operación. Caster va a comenzar un programa de dos meses en un hospital en Colorado que se especializa en lesiones de columna y espera que algún día pueda volver a hacer las cosas de siempre, aunque sabe que primero deberá luchar una dura batalla entre terapias, estados de ánimo, la compañía de sus familiares y también la interrogante del porque Stephen Paddock en un estado de locura bien planeado, causó tanto daño a gente que ni siquiera conocía.

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