diciembre 14, 2024
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octubre 16, 2017 | 357 vistas

Samantha Pérez Rocha.-

Cd. Victoria, Tam.- Desde pequeño descubrió la magia de la música, su fiel compañera, que le ayudó a enfrentar los tragos amargos de la vida.

Gerardo Pinson Domínguez nació un 24 de septiembre de 1966; con solo once años inició su camino musical, manteniéndose siempre ávido de conocimiento. Desde el día que aprendió a tocar sus primeros acordes, no volvió a soltar su querido instrumento, la guitarra acústica.

Actualmente se desempeña como director artístico de la Rondalla del Hospital General Dr. Norberto Treviño Zapata, pero la lista de grupos en los que ha dejado su huella es larga y cuenta con una amplia trayectoria como compositor, que le ha permitido destacar dentro y fuera de Tamaulipas.

 

MÚSICA EN LAS VENAS

El maestro Pinson dice que este gusto “viene de familia”, pues tiene una vasta descendencia musical que inició con sus abuelos, después sus amados padres, a quienes agradece hasta el cielo, así como sus tíos, que fueron parte del trío romántico “Los Domínguez”.

Otra pieza importante fue su hermano Felipe, quien también desde muy chico se dedicó de lleno a la música y fue el vínculo para que, más tarde, el compositor tamaulipeco pudiera integrarse a su primera rondalla.

Además, rememora con cariño a quien le dio su primer empujón con la guitarra. “Estaba yo muy pequeño, mi primer contacto con la música fue en la secundaria con el maestro Antonio Martínez, él fue el que me enseñó los primeros tonos en la guitarra”.

 

BIENVENIDO A LA RONDALLA

Como todo niño se dedicaba a estudiar, pero en su tiempo libre disfrutaba ayudar a su hermano en las presentaciones artísticas que tenía con su grupo, aunque “yo no le ayudaba a tocar, yo le ayudaba a cargar cosas, yo era su secretaria”, recuerda con humor.

Sin embargo, debido a su corta edad el sueño lo vencía desde temprana hora, por lo que acomodaba algunos forros de instrumentos sobre el piso para recostarse, “la música no me hacía ruido”, comenta.

En uno de esos eventos, una boda específicamente, él estaba dormido, pero a diferencia de otras ocasiones, la música sí lo despertó. “Se me hizo algo muy bonito y busqué de dónde venía la música. Era un grupo de muchachos en traje blanco, eran muchos, unos 15 o 16 todos con guitarras, con tololoche, con requintos cantando a coro y eso me impactó mucho”, evocó con una sonrisa.

Aquel instante lo maravilló a tal grado que esa misma noche investigó de qué grupo se trataba. Para su fortuna era la Rondalla de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT), misma donde estudiaba su hermano. “Me dijo, ‘ensayan en la Casa del Arte todos los días a las ocho de la noche’”.

Así, su deseo de aprender más lo motivó para acercarse con el director de la rondalla, Manuel Olvera y “con mucha pena le pregunté si no había inconveniente en que me quedara a algún ensayo”.

Aunque al principio entró como oyente y “cargando algunas guitarras”, ese grupo fue el primero que realmente le abrió las puertas, gracias a su buen amigo Layo Castillo, quien un día lo escuchó tocar y lo invitó a ensayar con ellos. “Me dijo ‘tocas bien’… él fue quien me dio la confianza”.

Al poco tiempo, con apenas 14 años, “me aceptaron como un integrante, todavía siendo yo un estudiante de secundaria”.

Posteriormente se convirtió en un apasionado autodidacta y empezó a tocar el requinto acústico, inspirado por el trío tamaulipeco de Gilberto Puente, a quien considera uno de sus pilares. “Me gustaba mucho cómo tocaba el requinto el señor Puente y resulta que es uno de los mejores requintos del mundo… él fue mi inspiración”, señala.

 

A DIRIGIR

Por azares del destino, llegó el día en que la rondalla de Veterinaria se quedó sin director y al notar su rápida evolución musical, sus compañeros lo animaron a realizar una prueba para asumir el cargo.

“Yo entré en los 80 a la rondalla y para 1984 me nombraron director. Fue con la canción de ‘Abrázame’, un tema de Julio Iglesias que quedó grabado en un disco de la Rondalla de Veterinaria. Y de ahí para el real yo estuve continuamente de director de ese grupo como 20 años”, dice con orgullo.

En ese lapso, el grupo se convirtió varias veces en campeón nacional de diferentes exposiciones de rondallas. “Era un grupo con mucha calidad musical y fortaleza, todos estábamos muy chavos, traíamos realmente mucho ímpetu por mostrarle a la gente lo que traíamos”, aseguró.

Pasó el tiempo y hace aproximadamente 15 años, en una etapa muy difícil de su vida debido a que su esposa se encontraba luchando contra el cáncer, recibió una propuesta para integrarse a la rondalla del Hospital General. “La primera que me dijo que sí fue mi esposa”.

Con este grupo también alcanzó el éxito, pues obtuvieron cinco primeros lugares en concursos a nivel nacional y cuentan con cuatro discos grabados, situación que atribuye a que han trabajado sobre proyectos concretos.

Además, confiesa que ha sido muy estricto, pero con ello logró que sus compañeros, aunque no se dedicaban con anterioridad a la música, sacaran el máximo potencial de sus voces y pudieran encontrar un estilo propio.

Recientemente se retiraron de los concursos y enfocaron sus esfuerzos hacia una nueva meta: exaltar la música de los tamaulipecos. En cada una de sus presentaciones su repertorio incluye temas de Roberto Cantoral, Lolita de la Colina o Rigo Tovar, por mencionar algunos.

“Estamos trabajando sobre un concepto de dejar un mensaje de aprendizaje a la gente, que sepan que esa música tan famosa que ahora escuchan con nosotros es de grandes autores de Tamaulipas”, enfatiza.

 

RESCATE DEL ROMANTICISMO

Gerardo Pinson conserva en su memoria con gran cariño la época en la que las rondallas alcanzaron la cúspide en esta Capital en la década de los 80’s, siendo los jóvenes los responsables de ello.

“Había un movimiento romántico muy fuerte en la ciudad, pero era muy raro, porque era entre los mismos jóvenes. Antes, la Rondalla de la Universidad llenaba los teatros a reventar, pero se llenaba con alumnos, que eran los que seguían mucho esa música. También nos contrataban para dar serenatas, entonces siempre había música en la noche… eran otros tiempos que anhelamos que vuelvan, todo cambió mucho a raíz de la inseguridad”, comenta con nostalgia.

Sin embargo, asegura que “no todo está perdido”, a través de la música busca generar un cambio positivo en la sociedad al “rescatar la música de antes, volverla a meter en los oídos de los alumnos de hoy, pues les va a dar otra perspectiva de la vida, del amor. Van a buscar canciones que realmente tengan un buen mensaje, porque ahorita hay temas que hablan muy abiertamente de sexo y se pierde ese escalón que debe existir en una relación… el romanticismo. Ese eslabón es el que estamos tratando de darle vida”, explica.

“El reto principal va a ser convencer al joven de que se tienen otros medios para conquistar a una mujer, porque la música que habla de amor es para eso, para mantener una buena relación”, añade.

En la actualidad, participa en el grupo “Smooth Casino”, un concepto que une la experiencia y la juventud musical, a la par que hace música con el maestro Sergio Mansur, ícono de la guitarra en Tamaulipas.

Así es Gerardo Pinson Domínguez, un hombre que con sus canciones ha triunfado en eventos nacionales, un apasionado de la música a la que considera su “salvadora” y un padre de tres hijos a quienes dedica su trabajo y son “el motor de su existencia”.

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