diciembre 15, 2024
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octubre 20, 2017 | 148 vistas

CIUDAD DE MÉXICO, octubre 19 (Notimex)

El sismo que se registró a las 13:14:40 horas el pasado 19 de septiembre volvió a abrir la herida que dejó el terremoto de 1985. A un mes de la tragedia, los mexicanos intentan volver a sus actividades entre el miedo y la incertidumbre.

Un total de 369 personas fallecieron en el país; miles de escuelas, viviendas y edificios resultaron severamente dañados en la capital mexicana y en el Estado de México, Puebla, Morelos, Chiapas, Tlaxcala y Oaxaca.

El dolor permanece entre todos los mexicanos, pero más en aquellos que no sólo perdieron el patrimonio que les costó años construir, sino también a sus familiares.

La colonia Condesa, caracterizada por el glamur, hora vive bajó el temor, la tristeza y el éxodo de aquellos que perdieron su hogar y quienes buscan un lugar más seguro para vivir.

Muchas personas que sus edificios y viviendas colapsaron, hoy viven con familiares, carpas o casas de campaña a la intemperie; hay otros que también viven a las afueras de sus inmuebles severamente dañados, en espera de una respuesta por parte de las autoridades.

Poco a poco intenta volver a la normalidad el país, sobre todo en los estados afectados por el sismo, mientras avanza la reconstrucción, una tarea que sin duda llevará mucho tiempo.

El pasado 19 de septiembre, Oaxaca ya estaba en emergencia por el terremoto que ocurrió el siete del mismo mes; este sismo vino a aumentar la tragedia en aquellos que ya lo habían perdido todo.

En el Istmo de Tehuantepec, la emergencia no ha terminado, los habitantes que perdieron sus casas pasan las noches bajo la luz de la luna y, a veces, con fuertes lluvias que inundan los espacios que han acondicionado para vivir.

Hace un mes, el caso que más llamó la atención en la Ciudad de México fue el Colegio Enrique Rébsamen, donde 26 personas fallecieron, 19 niños y seis adultos.

Desde los primero minutos de la tragedia que volvió a marcar al país, la solidaridad se hizo presente: los primero en organizarse fueron los millennials, a quienes se les consideraba apáticos a los problemas del país y sólo se manifestaban a través de las redes sociales.

Mientras la Ciudad de México era un caos por aquellos que intentaban llegar a su casa, otros se sumaban a las labores de rescate y en la colecta: «Necesitamos agua, palas, picos», se escuchaba en colonias Roma, Condesa y Del Valle.

Poco a poco la gente se iba sumando y así cayó la noche; las labores no pararon, continuaban las vallas humanas para retirar escombro por escombro hasta tener señales de vida en los edificios colapsados.

En el Estado de México, Puebla y Morelos, el escenario fue similar, aunque por la lejanía la ayuda tardó más en llegar.

Ahora los estudiantes están volviendo a clases, los empleados regresan a sus oficinas y las calles intentan cobrar la misma alegría que antes del sismo; sin embargo, todavía expresan el miedo ante otro movimiento telúrico que vuelva a devastar al país.

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