GIRONA, España (AP) — Es un momento de celebración en Girona, una ciudad que los mapas y los gobiernos del mundo dicen que está en España, pero que muchos residentes la consideran parte de una república independiente de Cataluña.
En medio de un ambiente alegre en un fin de semana festivo, muchos en este bastión secesionista están alentando la declaración de independencia del parlamento catalán de España, un país que no consideran como suyo.
Mientras Girona celebraba el festival anual de su santo patrón con comida, música, carnavales y exhibiciones del deporte desafiante de gravedad de las torres humanas, mejor conocidas como Castells; había gente que nunca se ha sentido española como es el caso de la diseñadora gráfica Anna Faure.
Faure dijo que los castells son una verdadera tradición catalana, un punto de vista que no comparte con la tradición española de las corridas de toros _las cuales las autoridades catalanas han tratado de prohibir_ o con el flamenco, una importación de Andalucía en el sur de España.
La diseñadora señaló que no tiene problemas con el flamenco pero que no lo siente como parte de ella.
Muchas personas en esta región del noreste en la que viven 7,5 millones de personas, creen que el idioma, la historia y las tradiciones culturales _hasta el sentido de humor irónico de los catalanes_ están por separado del resto de España.
Ese sentimiento de separación se ha mezclado con una mezcla volátil de orgullo herido, dolor económico y animosidad política y ha creado una crisis que podría dividir a España.
El país se ha visto sumergido en una crisis política desde que los catalanes apoyaron la independencia en un referendo el primero de octubre que fue desestimado y calificado como ilegal por el gobierno de España. Cuando el parlamento regional votó el viernes para declarar la independencia, Madrid contestó disolviendo el parlamento catalán y convocando a elecciones regionales.
Nadie sabe cómo terminará la crisis, pero muchos catalanes sienten que desde hace tiempo eso iba a pasar.
“No habríamos llegado hasta este punto si no nos hubieran tratado tan mal por muchos años”, dijo la ilustradora Judit Alguero, quien expresó un sentimiento común que las autoridades en Madrid son, en el mejor de los casos, negligentes y, en el peor, hostiles a las aspiraciones catalanas.
Las semillas de ese sentimiento, y del movimiento independentista de Cataluña, germinaron durante el régimen autoritario de Francisco Franco entre 1939 y 1975. Franco prohibió que se hablara el idioma catalán y ejecutó o aprisionó a los activistas y políticos de la oposición.
Historias de esa época represora son conocidas por muchas familias catalanas.