Cuando el éxito es un estorbo
Lilia García Saldívar.-
Palabras inolvidables: “Siempre queda algo por hacer en beneficio de los demás.”
Ernesto suspiró de alivio, y una sonrisa se dibujó en su rostro. No podía estar mejor –pensó- tengo casa, una familia, un trabajo fácil y rendidor, soy apreciado en sociedad, me tienen respeto, “Claro, que gano mucho dinero, y él dice niéguenlo o no, da respetabilidad”.
Mi mujer es hermosa y buena, mis hijos, bueno. . . son chicos, aún son traviesos, pero la verdad, no me falta nada; arrobado con la idea, el éxito obtenido, remató, “No me falta nada”.
Pero la persona que se siente exitosa, siempre debe ir en pos de nuevos retos, y Ernesto no lo sabía, o no supo entender el mensaje de éxito, y se sentó simplemente a soñar, “que él era invencible”.
En eso suena el teléfono y él lo contesta, era el Director de la escuela de sus hijos mayores, el Director lo citó para esa misma tarde, pues tenía algo importante que decirle.
Esa misma tarde, Ernesto se presentó con el Director, y éste fue directo al grano.
-Sr. Valdez, lo llamo porque ha ocurrido algo completamente inusitado, su hijo Javier el mayor, siguió a una alumna al baño y trató de violarla, eso solo merece una expulsión, pero tratándose de que es un estudiante cumplido en sus clases, hemos decidido dejarlo, pero a otra falta y ya sabe usted que el muchacho irá fuera del plantel, y con una carta en la mano, diciendo cuáles son las faltas que ha cometido.
Ernesto enmudeció, luego le prometió al Director que eso no volvería a pasar, hablaría con Javier y lo castigaría por la falta incurrida.
Salió de la escuela como zombi pues ¿Cómo a él, un señor tan respetable le podía ocurrir eso?, luego pensó, que a fuerza de querer hijos perfectos, él jamás les había hablado de sexualidad, sin ponerse a pensar que a los 16 años de Javier, ya debía de haber tenido una plática sobre sexo, y él había dejado pasar el momento, sin decirle los peligros que tendría si no sabía nada. Hablaría hoy mismo con Javier, mientras tanto él siguió contabilizando minuciosamente los éxitos obtenidos, y el caso de Javier se borró de su mente.
Cuando llegó Javier esa tarde, lo llamó y le dijo:
-Estoy muy descontento contigo, cómo a un hombre como yo, le puede pasar eso con uno de sus hijos.
-¿Acaso no ves cómo me respetan todos por los éxitos obtenidos, y ahora me resultas tú, con que has querido violar a una compañera?
-Javier bajó la cabeza y dijo, tú nunca me dijiste lo que era bueno o malo, y esa compañera me gusta mucho, y la seguí a los baños, pero armó tal gritería, que le tuve que dar una bofetada para que se callara, pero ella siguió gritando, vino el prefecto, y a mí me halló con los pantalones abajo, yo siempre creí papá, que si una muchacha le gusta a uno, lo más natural es hacer el amor, ¿Acaso no nos has hablado tú de amor cuando estamos juntos?.
-¡Muchacho malcriado!, el amor al que yo me refería era tener respeto por los demás, jamás debes violar a una mujer, porque eso tiene muchas consecuencias, hasta la cárcel tarado.
-Javier bajó los ojos y dijo –tú no lo explicaste bien-, necesito que me digas todo lo que sabes a ese respecto.
Ernesto dejó su autocomplacencia cómoda que tenía, y que veía ahora había sido estéril.
Habló de hombre a hombre con Javier y le dijo a lo que se había expuesto, tendría que darle a su compañera una explicación y la promesa de que ya no sucedería más, la respetaría como mujer y como compañera.
Ernesto bajó de la nube donde había andado, y pensó en lo mucho que le quedaba por hacer, él creía que con el éxito monetario era suficiente, pero ahora se daba cuenta, que esas pláticas que tenía con su familia, no eran suficientes, había que mirar hacia delante y pensar en lo mucho que le faltaba hacer.
Por primera vez se sintió humilde y admitió sus errores. El ser humano es un ser inacabado, un proyecto que siempre debe ser perfeccionado, y en él hay que invertir tiempo. No mires hacia atrás, sino adelante, para continuar sin descanso la realización personal. Movilízate continuamente y piensa en todo lo que puedes hacer en el futuro, pero sin olvidar lo esencial.