abril 19, 2024
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noviembre 2, 2017 | 270 vistas

José Gregorio Aguilar.-

Desde el primer minuto del uno de noviembre se celebra el Día de los Angelitos en el cual, según la tradición, los familiares de los llamados muertos chiquitos esperan el arribo de esos seres que a tan corta edad terminaron su misión en la tierra.

“Ellos de alguna manera viven, están con nosotros”, refiere la señora Enedina Zúñiga, mientras junto a su esposo limpiaba la tumba donde tres de sus angelitos descansan en la eternidad.

Ella nos cuenta que ha sentido la presencia del menor de ellos, el que falleció a los dos años de edad en 1979, cuando buscaba algo que se le había perdido; “Reyitos” siempre la seguía detrás diciendo “on tala” en el momento en que ella preguntaba sobre algo que se le había perdido y el niño repetía esa frase.

Tiempo después de que el pequeño abandonó esta vida, Enedina asegura que esa frase “on tala” ha quedado como una invocación, ya que se dio cuenta que cuando se le pierde algo y la repite, como por arte de magia ese objeto aparece.

“Ahora cuando se me pierde algo, pregunto ‘on tala’ hijito y siempre voy a dar a donde está lo que busco. Y así le pasa a mi hija cuando se le pierden cosas y siempre aparece lo que buscamos”. En las palabras de la señora no hay miedo, sino emoción, gusto por nombrar a su hijo.

Ahora, 38 años después de su partida, y como cada año, acude al panteón a limpiar su tumba, a colocar flores y permanece un rato añorando el pasado y regocijándose con la seguridad de que ese angelito está junto a Dios.

 

POCAS VISITAS A LOS ANGELITOS

Enedina fue de las pocas personas que este miércoles uno de noviembre encontramos visitando la tumba de sus pequeños que se adelantaron en el camino. De 15 personas a quienes preguntamos, solo tres visitaban a sus muertos chiquitos, el resto fue a visitar a sus difuntos grandes y se adelantaron a la fecha porque, dijeron, no tendrán tiempo de ir este jueves, debido a que trabajarán o simplemente porque no quieren lidiar con el ajetreo y el movimiento de vehículos y de gente que se espera sature el panteón donde miles de almas reposan en paz.

Pero hoy en la casa de los muertos no hay silencio ni soledad. Cientos de invitados llegaron desde las primeras horas de este día con flores en mano. Algunos recordando con nostalgia a sus seres queridos, otros hablan de ellos como si aún estuvieran vivos. No hay tristeza en sus miradas ni en sus palabras, tal vez en sus corazones.

“Siento una paz, mi niña murió cuando tenía un mes de nacida. Al principio me costó mucho resignarme, pero con el tiempo y la ayuda de las personas salí adelante”, contó la señora Angélica Pizaña.

Pero a pesar de que en los primeros meses no tenía paz por la pérdida de su hijita, asegura que en las noches escuchaba sus sollozos; “eso duró solamente unos días y fue algo espaciado, no seguido. Nunca supe si realmente eran mis sueños o fue algo que sucedía cuando estaba despierta. Lo cierto es que hace mucho que dejé de escucharlos y creo que es porque fui aceptando su partida”, aclaró.

Hoy, al igual que muchas familias, Angélica pasa un buen tiempo en el panteón. No está quieta, siempre está activa, si no está limpiando la tumba está arreglando los adornos o barriendo el entorno de la cripta; “para mí es importante tener limpio. Es la casita de mi bebé y como todos, nosotros los vivos tenemos que tenerla limpia”.

A mitad del recorrido, por el lado derecho, Zacarías limpiaba una tumba. De pocas palabras, porque se rehusaba a ser entrevistado, solamente se atrevió a comentar que para él, este día es especial “y por lo mismo vengo a visitar al niño, tal como lo he hecho desde hace 15 años y también cada que se cumple un año más de su muerte”.

 

INICIAN MEDIDAS DE PREVENCIÓN

Con la fiesta de los angelitos también inicia la aplicación de las medidas de seguridad. Por ejemplo, elementos de Protección Civil (PC) acordonaron cien tumbas abiertas por representar un riesgo para los visitantes. También se aseguraron de eliminar los enjambres de abejas.

“Todo está en completa calma, el operativo a partir de hoy inicia y tenemos un dispositivo aquí con una ambulancia y bomberos, en coordinación con áreas de Municipio como son Servicios Públicos y Obras Públicas”, afirmó Juan Díaz Ulloa, comandante del Cuerpo de Bomberos.

Al recorrer el pasillo central del Cero Morelos nos encontramos a Oscar Zúñiga, verificador de Comisión Estatal de Protección Contra Riesgos Sanitarios (Coepris), quien fue entrevistado sobre su función en el panteón justo cuando colocaba abate en la pileta de agua.

“Estamos con abate, previniendo reproducción de zancudos”, sostuvo.

La gente hoy apreció las labores de mantenimiento y conservación del Panteón. Los cordones pintados, el servicio de agua y de energía eléctrica funcionan adecuadamente, coincidían.

Pero el orden y la organización interna contrastaban con la anarquía que, por lo menos entre los vendedores de flores, imperaba, porque quienes brillaron por su ausencia, al menos durante la mañana del uno de noviembre, fueron los verificadores de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco).

Según esta dependencia federal es obligación de los comerciantes exhibir los precios a la vista del consumidor pero fueron contados los que realmente cumplieron con esa disposición. En una inspección visual que El Diario realizó se pudo constatar que sobre la calle Cero de Matamoros a Juárez, de 21 puestos semifijos instalados solo tres exhibían los precios de las flores y arreglos florales.

“Es que hemos andado a la carrera, no traje las cartulinas, llegamos tarde pero al rato los colocamos”, dijo Bertha Alicia García al asegurar tiene más de 45 años acudiendo a vender sus flores en estas fechas; “las ventas ya no son las mismas, la crisis la inseguridad influye pero tenemos que seguir adelante”.

Optimista, agrega, “pues ya lo que salga es bueno, pero creo que, al igual que años anteriores mañana empieza a venderse más”, dijo al tiempo que señalaba uno de los ramitos más económicos, de 20 pesos.

En tanto que los establecimientos fijos que se ubican por el Cero sí tenían los precios de sus productos florales escritos sobre cartulinas fluorescentes. “Tenemos ramos de gladiolas a 30 pesos, son los más económicos”, decían al reportero los encargados de estos negocios.

En esta tradición que rinde culto a los muertos no podían faltar los vendedores de comida, bebidas y toda clase de antojitos mexicanos, “hoy, uno de noviembre no hay mucha venta, ya en la tarde mejora un poco, pero mañana dos de noviembre sí tenemos más venta”, coincidían tanto los vendedores de flores como de comida callejera.

Ahí mismo, el tradicional pan de muerto, colocado como cada año justo frente al acceso principal del Cementerio. A 40 pesos la pieza chica y los más grandes a 60.

Para completar la fotografía de las festividades previas al dos de noviembre, en este Día de los Angelitos ya decenas de niños, jovencitos, adultos y hasta mujeres recurren al autoempleo, ofreciendo sus servicios de limpieza y encalamiento de tumbas.

Algunos tímidos y temerosos de la cámara, otros desinhibidos por completo respondiendo a las clásicas preguntas sobre el costo de sus servicios: “Pues yo no cobro un precio fijo, es lo que me gusten dar”, decía un desaliñado jovencito a la entrada del Panteón. Otro coincidió en que no le pone precio a su trabajo y está sujeto a lo que el contratante le quiera pagar.

Así concluyó este recorrido por el Cero Morelos, en vísperas del Día de Muertos, con grandes contrastes, porque por un lado se aprecian tumbas sumamente adornadas, mientras que otras prácticamente lucen abandonadas; entre los asistentes hay caras tristes y rostros alegres.

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