Contrario a lo que se podría pensar, un hombre no deja de contaminar al momento de su muerte, al menos si elige ser cremado, proceso cada vez más popular en México ante la escasez de espacio en los panteones del país y el precio por los terrenos disponibles en los mismos.
Christian Arriaga Jiménez, Ingeniero Ambiental de la empresa Veolia Water Technologies, explicó que dicha acción también representa cierto impacto al medio ambiente, tanto en el proceso de cremar el cuerpo como al disponer de las cenizas del difunto.
Respecto al acto de cremación, explicó que implica el lanzar a la atmósfera sustancias como óxido de nitrógeno, mercurio, monoxido y dióxido de carbono, si bien la cantidad es mínima comparada con la emisión de gases contaminantes de un automóvil.
Por otro lado, el esparcir las cenizas en la tierra o el agua, algo común por parte de las familias, conlleva su propio daño al medio ambiente.
En caso de mezclar los restos con la tierra, se modifica el PH de la misma, causando su deterioro dependiendo de la cantidad de ceniza.
Por otro lado, al mezclarlas con el agua, aumenta su PH, compensando en cierta medida el dióxido de carbono liberado. El agua se acidifica ligeramente y el impacto ambiental es menor.
Con Información de: lopezdoriga.com