CIUDAD DE MÉXICO (AP) — El programa para capturar y retener a las pocas vaquitas marinas restantes en el Golfo de California fue suspendido después de que un ejemplar muriera al poco tiempo de ser atrapado, informaron el miércoles expertos mexicanos.
Lorenzo Rojas, científico en jefe del programa, describió lo que pudo haber sido el último contacto cercano entre seres humanos y la marsopa más pequeña del mundo, de la que quedan menos de 30 ejemplares. Rojas duda que sobrevivan suficientes vaquitas marinas el próximo año para siquiera realizar un intento de captura.
“Se estaba adaptando, pero en cuestión de segundos algo se disparó en su cerebro y simplemente comenzó a nadar más rápido, increíblemente rápido, como si quisiera salir volando de donde estaba, sin ninguna percepción del espacio en el que estaba”, dijo Rojas sobre la hembra adulta que fue atrapada el fin de semana.
La vaquita había sido llevada a un corral flotante dentro del mar en el que los expertos esperaban protegerla, pero el animal comenzó a actuar de forma extraña, evidentemente estresado. La única otra vaquita que ha sido capturada, una cría, también comenzó a dar muestras de ansiedad y se le liberó al poco tiempo hace algunas semanas.
Los expertos intentaron hacer lo mismo con la hembra adulta, pero fue demasiado tarde.
“Los veterinarios decidieron que era hora de liberarla. La sacaron al mar y la colocaron de frente a mar abierto, y comenzó a nadar, pero nadaba de una forma muy extraña… así que los veterinarios decidieron subirla al barco nuevamente”, dijo Rojas, presidente del Comité Internacional para la Recuperación de la Vaquita. “Le practicaron reanimación cardiopulmonar durante tres horas e intentaron mantenerla con vida”.
La vaquita murió unas seis horas después de su captura. Se le practican exámenes y una necropsia para determinar las causas del deceso.
Pero con tan pocas vaquitas restantes no se les puede poner en riesgo, afirman los expertos.
“Estas pequeñas marsopas no responden bien al estrés de la captura, y ni una vaquita más debería ser puesta en peligro de forma deliberada de esta forma”, señaló el Animal Welfare Institute, un organismo especializado en la protección de los animales.
De manera escalofriante, los resultados iniciales de la autopsia revelaron que no había tenido una cría en dos o tres años.
Puede que existan tan pocos ejemplares que tengan dificultad para encontrar compañeros de apareamiento.
El secretario del Medio Ambiente y Recursos Naturales, Rafael Pacchiano, intentó ver la situación con optimismo, y dijo que cuando menos los esfuerzos de búsqueda han localizado algunos ejemplares.
“Hemos avistado varios grupos de vaquitas marinas, madres con sus hijos, lo cual es una buena señal”, tuiteó Pacchiano. “La conservación de la vaquita seguirá siendo prioridad y continuaremos trabajando para protegerla”.
Pero Rojas señaló que a pesar de los patrullajes de la Marina y la prohibición del uso de redes agalleras, aparentemente continúa la pesca ilegal.
La vaquita está al borde de la extinción debido a que en China es codiciada la vejiga natatoria deshidratada de la totoaba, un pez que también habita en el Golfo de California. Las autoridades creen que cada vejiga vale miles de dólares en el mercado negro.
Las redes agalleras ilegales que se colocan para la pesca de la totoaba también capturan y matan a las vaquitas, y a medida que el precio de las vejigas se incrementa, los pescadores ilegales utilizan equipo más costoso y tácticas más osadas para instalar las redes ilícitas.
Rojas dijo que él y su equipo esperaban retirar del hábitat de la vaquita únicamente viejas redes abandonadas que fueron colocadas antes de que el gobierno mexicano emitiera la prohibición a su uso. Pero se sorprendieron al encontrar redes nuevas “que fueron colocadas tal vez uno o dos días antes de que llegáramos”.
Videos de las patrullas a los que The Associated Press tuvo acceso muestran a los pescadores ilegales siendo perseguidos en lanchas rápidas por las embarcaciones patrulla, negándose a detenerse cuando se les ordena y subiéndose a remolques que colocan a la orilla de la playa para facilitar su escape.