HUNTSVILLE, Texas, EE.UU. (AP) — Un mexicano condenado a muerte en Texas fue ejecutado el miércoles en la noche por el asesinato de su prima de 16 años, que fue secuestrada del apartamento familiar y golpeada hasta morir en 1997.
Rubén Ramírez Cárdenas, de 47 años, recibió la inyección letal por el asesinato de Mayra Laguna en el Valle del Río Grande, en el sur de Texas, en febrero de 1997. La ejecución fue demorada varias horas mientras el máximo tribunal examinaba la apelación.
Cuando el guardia le preguntó si quería decir unas últimas palabras, respondió: “No, señor”.
El reo respiró un par de veces cuando empezó a administrarse la dosis letal de pentobarbital y después empezó a roncar. En menos de un minuto cesó todo movimiento. Se certificó su muerte 21 minutos más tarde.
Ramírez fue el séptimo asesino convicto ejecutado este año en Texas, que aplica más penas capitales que ningún otro estado del país.
En un comunicado manuscrito publicado más tarde, el preso dio las gracias a su familia, abogados y al consulado de México por su ayuda.
“¡Ahora! No puedo y no pediré perdón por los delitos de otro, pero Volveré a por Justicia”, escribió. “¡Pueden contar con ello!”.
Sus abogados le pidieron al máximo tribunal que postergara el castigo porque no tuvieron tiempo suficiente para apelar un sobreseimiento de un tribunal inferior a una demanda de derechos civiles, en la cual argumentaron que el derecho de Ramírez al debido proceso y sus derechos civiles fueron violados porque las autoridades de Texas no permiten el acceso a la evidencia de forma que pueda ser sometida a nuevos exámenes de ADN. Los abogados del estado consideraron que esa demanda era inadecuada, y dijeron que los tribunales estatales ya habían rechazado la solicitud de ADN porque el reo no pudo demostrar que exámenes más avanzados derivarían en su exoneración.
La estudiante de secundaria fue secuestrada de su habitación en el apartamento de la familia en la ciudad de McAllen, y su cadáver fue hallado en un canal cerca de un lago. En una confesión a la policía, Ramírez dijo que él y un amigo se llevaron a Laguna en el auto de su madre, que él tuvo relaciones sexuales con ella y luego la golpeó cuando ella peleó con él después de que la desató para dejarla irse.
“No había planeado hacer esto, pero estaba colocado de cocaína”, dijo a las autoridades.
La abogada de Ramírez, Maurie Levin, alegó que las declaraciones de testigos eran poco fiables, había pocas pruebas físicas que le vincularan con el crimen y que su confesión se obtuvo tras 22 horas de aislamiento e intensos interrogatorios policiales.