Las universidades y su quehacer social
Héctor Saldívar.-
Cuando un profesor comprometido piensa en las universidades, una serie de cuestiones se agolpan en su mente, y esto no es un asunto inexplicable, sino que por lo contrario es algo plenamente claro por la identificación que existe entre ambos en cuanto a los fines últimos.
Como bien se sabe, los fines últimos en las personas o instituciones idealistas, son aquellos que calan hondo y sobre los que siempre trabajan; lo cual realizan de manera permanente y sin retroceso alguno.
Por supuesto que existen razones fundamentales para que este fenómeno se manifieste, ya que si recurrimos a la historia constataremos que las universidades surgieron con la finalidad de humanizar a la sociedad, de tal manera que las regiones donde fueron instaladas su actividad se fue dejando sentir promoviendo desarrollo. Esto es accesible de entenderse, ya que además de formar a los profesionistas que requiere la sociedad difundiendo conocimiento y desarrollando investigación, dentro de sus acciones prioritarias figura la extensión, área que puede abarcar un sinnúmero de movimientos los cuales, si llevan una dirección correcta, al tiempo irán pavimentando los suelos derruidos por las enormes zanjas que se establecen entre las pocas personas con buen vivir y los amplios sectores carenciados.
Por otra parte, un docente cuyo interés primordial es pugnar por que la sociedad avance de una manera ordenada, con su accionar educativo procurará contribuir a contrarrestar, en la medida de lo posible, las polarizaciones sociales que se van dando en las sociedades deficientemente dirigidas.
A esta altura del artículo cabe preguntarnos ¿qué acciones en específico es posible realizar en las universidades dentro de la extensión? y la primera por su importancia es pugnar por la unión de todas las facultades o unidades académicas a la busca del mismo propósito, es decir, servir a los más necesitados. Ya con el acuerdo consensuado se podrían programar muy diversas actividades. Una prioritaria es proporcionar asistencia social a las colonias populares y grupos más vulnerables, en lo general. Tal asunto podría realizarse a través del servicio social de los jóvenes que están por concluir sus carreras profesionales. Así cabría brindar respaldo jurídico mediante los futuros abogados; primeros auxilios, incorporando a la acción las muy próximas enfermeras, y para casos de mayor envergadura, disponer de los médicos; asimismo, los estudiantes que estén por concluir arquitectura, podrían solidarizarse con aquellos que pretendan ampliar sus casas De esa misma manera colaborar los diferentes profesionistas en ciernes.
También debe considerarse dentro del ámbito de la extensión, el llevar cultura a las comunidades que por razones diversas no están recibiendo estudios universitarios. Así, la misma organización institucional estaría en opción de establecer acciones como ciclos de conferencias, concursos de declamación, oratoria, o igualmente presentar grupos de canto, danza, teatro, exposiciones de pintura, dibujo, entre otras expresiones artísticas. Lo importante es que se posibilite tener acercamiento con el sector social referido, al cual urge atender por ser el más vulnerable de diferentes maneras.
Entre las razones por las que lo observamos influenciable, es por la sencillez con que suelen ser permeados por los anuncios de los medios y las actitudes o conductas de los líderes de opinión que laboran en ellos. Esto nos obliga a protegerlos para que aprendan a evitar ser objeto de aprovechamientos como ganar su voto en las elecciones, o ser impactados emocionalmente, terminando por adoptar actitudes o ideologías subdesarrolladas o actitudes reproductivas, verbigracia el conformismo, la apatía, ser consumidores de productos que los afectan en su salud y muchas cuestiones más.
Algo muy importante que podría intentarse para lograr su superación, es que se interesaran en la sociedad: primero, informándose de los acontecimientos económico, político, sociales, desarrollados a su alrededor y posteriormente siendo partícipes de iniciativas que lleven como impronta evitar una mayor inequidad.
Como se sabe comúnmente, la pobreza es germen de donde provienen desnivelamientos en cuestiones materiales que conducen a la delincuencia, desnutrición, pereza y afectación intelectual, antesala del fenómeno de la reproducción que sufre la base de la pirámide social de nuestro país.
Asimismo, la miseria es promotora de sentimientos nefastos en las personas como el odio, la venganza, la incomprensión, que las obnubilan impidiéndoles captar con claridad la realidad existencial; lo cual, muchas ocasiones culmina en actos de detención del desarrollo individual y social, o incluso problemáticas personales que les generan amargura y freno a la posibilidad de ser felices.
Regresando al punto principal: la extensión, vemos que a través de ella también podríamos apoyar a las personas, capacitándolas en actividades manuales, para que elaborando objetos y comerciándolos, pudiesen mediante su práctica cotidiana recibir pecunio, que les solventara un tanto sus necesidades de orden material.
Otro beneficio que podrían aportar las universidades a la sociedad, es organizar torneos deportivos de futbol, voleibol, beisbol, basquetbol y otros. Esto podría incidir en que los jóvenes se alejaran del consumo del cigarro, alcohol, drogas y todo aquello que se sabe por experiencia, es nocivo para la salud.
En fin, a un sinnúmero de acciones es posible recurrir cuando existe el deseo bien cimentado de promover desarrollo en la sociedad. En este caso, quizá lo más trascendente es ubicar como dirigente de esa área a una persona con el perfil deseable y brindarle el apoyo requerido. Debemos tener muy presente que a nivel internacional, a México se le categoriza como una nación con gran inequidad y las universidades, al ser las instituciones donde se alberga y crea el conocimiento y tener el desarrollo de las humanidades como una de sus prioridades, debemos hacer honor a esa distinción, contribuyendo al forjamiento de una nueva realidad que a todos satisfaga.