diciembre 14, 2024
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noviembre 23, 2017 | 147 vistas

BEIJING, China, noviembre 22 (AP)

El pueblo donde trabajó de niño es hoy un altar, un árbol que él plantó, un ícono. La prensa oficial lo adula permanentemente, empresarios privados elogian sus discursos y las universidades dedican departamentos enteros a estudiar sus teorías.

En el inicio de su segundo período de cinco años como líder supremo del Partido Comunista chino, Xi Jinping es el centro de intensos esfuerzos por crear un culto a la personalidad como no se veían desde la muerte del fundador de la República Popular Mao Zedong, en 1976.

Los esfuerzos van desde lo trivial hasta manifestaciones casi histéricas, como cuando la Televisión Central de China arrancó su noticiero nacional de la noche el viernes con más de cuatro minutos de aplausos a Xi en un encuentro con ciudadanos que le daban muestras de adoración.

“Soy un servidor del pueblo”, le dijo Xi a un lugareño analfabeto en una larga semblanza difundida el viernes por la agencia Xinhua, en la que se lo describía como un “timonel sin igual”. Agregaba que Xi sacó a 60 millones de personas de la pobreza en su primer término, una estadística que los medios oficiales repiten hasta el hartazgo.

Un traductor ruso estaba tan asombrado con un discurso de Xi, indicó Xinhua, que no almorzó ni cenó para poder terminar de estudiarlo.

“Estamos en una nueva etapa del movimiento de creación de un dios, similar a lo sucedido en la era de Mao”, expresó Zhang Lifan, comentarista político de Beijing. El acceso a la internet y a otras fuentes de información, no obstante, conspiran contra los esfuerzos del partido y dan pie a proclamas más bien vacías que buscan mostrar lealtad en momentos en que las ideas contrarias a las del gobierno pueden traer serias consecuencias, acotó.

“En la era de Mao, mucha gente creía en él de corazón”, indicó Zhang. “Pero ahora, todo esto es para impresionar, para mostrarle a los líderes su lealtad y protegerse ellos mismos. Es todo un montaje”.

La reciente visita del presidente estadounidense Donald Trump a Beijing ofreció a Xi la oportunidad de exhibirse como un líder de estatura mundial, que representa una vieja cultura que busca recuperar su sitial de honor. Xi y su elegante esposa, la cantante Peng Liyuan, recibieron a los Trump en el palacio de la Ciudad Prohibida y firmaron acuerdos por unos 250 billones de dólares.

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