BUENOS AIRES, Argentina, diciembre 5 (AP)
“El amor le ganó al odio”, celebró el martes la última nieta recuperada por las Abuelas de Plaza de Mayo un día después de que exámenes de ADN le confirmaran que es hija de una pareja de desaparecidos durante la última dictadura militar en Argentina.
“Muy orgullosa de serlo”, dijo la mujer, quien se identificó como Adriana, en una conferencia de prensa convocada en la sede de ese organismo de derechos humanos para presentar a la nieta recuperada número 126.
Abuelas dijo en un comunicado que la mujer es hija de Violeta Ortolani y Edgardo Roberto Garnier, ambos militantes del grupo guerrillero Montoneros, y que nació en enero de 1977 durante el cautiverio de su madre.
“La pareja pensaba llamar a su bebé Vanesa, si era nena; Marcos o Enrique, si era varón”, detalló la líder de Abuelas, Estela de Carlotto.
En el marco del plan represivo contra los disidentes, puesto en práctica tras el golpe de Estado de 1976, Ortolani fue secuestrada el 14 de diciembre de ese año en la ciudad de La Plata, en la provincia de Buenos Aires, en su octavo mes de embarazo. Garnier buscó desesperado a su mujer pero en febrero de 1977 también fue secuestrado.
Ambos integran la nómina de 30 mil desaparecidos durante el régimen de facto de 1976 a 1983, según organismos de derechos humanos. Las cifras oficiales dan cuenta de aproximadamente ocho mil desaparecidos.
La familia biológica fue una de las primeras en denunciar su caso ante las Abuelas de Plaza de Mayo, una entidad fundada en 1977 dedicada a buscar a nietos arrebatados al nacer.
La justicia ha determinado la existencia de un plan sistemático de robo y adopción ilegal de hijos de desaparecidos durante la dictadura. La mayoría de las cautivas embarazadas fueron mantenidas con vida hasta dar a luz, generalmente en los mismos centros clandestinos de detención. Una vez que sus niños nacían eran arrebatados y entregados para su adopción ilegal con otra identidad a familias de militares u allegados. Abuelas sostiene que al menos 500 niños fueron víctimas de ese mecanismo.
Adriana, de 40 años, se presentó voluntariamente ante Abuelas luego de que un allegado le revelara que no era hija biológica de la pareja que la había criado. Sumó a ello que la persona que había firmado su acta de nacimiento “se encargaba de hacer estos manejos no sólo con hijos de desaparecidos sino con tráfico de bebés”.
Las dudas respecto de su identidad no se disiparon de inmediato. La mujer se sometió a análisis genéticos en la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi), pero le informaron que no había compatibilidad con muestras de familiares de desaparecidos. A partir de ese momento, contó, aprendió a convivir con la idea de que “había sido abandonada, regalada, vendida y no deseada”.
Pero el lunes recibió el llamado de la Conadi en el que le notificaron su identidad biológica tras contrastar su material genético con otras muestras. “Esa ficha del rompecabezas no es solamente una ficha sino que se armó otro rompecabezas con una familia más grande y hermosa. Se me completó la vida”, dijo emocionada.
Al contrario de lo que había imaginado “fui una persona muy deseada, muy buscada y tengo una familia hermosa. Tengo una abuela a los 40 años, no lo puedo creer. Hoy pude hablar con ella, ya la quiero. Me mostraron una foto y es hermosa, hermosa por dentro y por fuera”.
A diferencia de otros nietos recuperados que prefieren mantenerse en el anonimato Adriana decidió participar de la conferencia de prensa para “ayudar a dar ese empujoncito a la gente que tiene dudas con su identidad”.
Abuelas destacó que la nieta 126 “vuelve a demostrar la importancia de que quienes tienen algún dato sobre un posible hijo de desaparecidos hablen con él o con ella, o nos acerquen esa información. Lejos de causarles un daño los ayudarán a vivir en la libertad que sólo ofrece la verdad”.