octubre 10, 2024
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diciembre 6, 2017 | 220 vistas

Shalma Castillo.-

Cd. Victoria, Tam.- Es un moderno SupermÁn…

Cuarenta años de edad, siempre aportando su esfuerzo y profesionalismo…

Dieciocho de ellos, en las filas de la Cruz Roja.

Desde ahí ha participado en apoyo a los desvalidos, a los damnificados, a quienes han sido golpeados por desastres naturales.

Francisco Javier Ponce Lara es uno de esos casos, sin capa alguna, pero con el poder de la solidaridad, trabajando siempre en benéfico de la sociedad…

Grecia Escobedo Méndez, Humberto Sandoval Rivas y Lizbeth Escobar también forman parte de esta Liga de la Justicia.

En el marco del Día Internacional del Voluntariado, el gran equipo de voluntarios de la Cruz Roja Mexicana de Tamaulipas, así como de otros grupos, fueron reconocidos por su enorme y noble labor como súper héroes, aunque sin escudo y sin capas.

El oriundo del puerto de Tampico, Francisco Gabriel Ponce Lara, compartió su experiencia como voluntario en esta institución.

“Me ha tocado estar en diferentes lugares tanto dentro del país como fuera de él, y todas son experiencias enriquecedoras”.

Tuvo la oportunidad de estar apoyando un año en Haití cuando sucedió el terremoto, también en México ha trabajado en áreas de inundaciones, huracanes y recientemente en el sismo de septiembre.

Comentó que en el último desastre natural, las tareas que le tocaron realizar fueron de búsqueda y rescate en estructuras colapsadas y trabajar en agua, saneamiento y promoción de la higiene.

“Hacemos evaluaciones de daños, analizamos necesidades de la población y sobre eso trabajamos para poder llevar la asistencia humanitaria a la gente que lo necesita”.

El formar parte de la Cruz Roja, a Francisco le causa un sentimiento diferente a lo que comúnmente se hace.

“Yo tenía mi plaza en la Secretaría de Educación Pública (SEP) y tuve que renunciar para meterme de lleno a la Cruz Roja y especializarme en áreas de rescate y desastres, pero eso me ha abierto las puertas a un mundo diferente, el mundo de la ayuda humanitaria”.

El pertenecer a Cruz Roja le ha permitido estar trabajando y conociendo gente de otros países, con otras culturas, otros pensamientos que lo han enriquecido moralmente y espiritualmente para seguir ayudando.

Después de 18 años de estar en la institución, sigue sintiéndose como si fuera la primera vez.

“Cada vez con nuevos proyectos, mi cabeza se pone a volar para echar andar la imaginación y buscar nuevas formas de ayudar”.

Y como su nombre lo dice, es voluntario, es decir que no recibe una gratificación económica por las labores que realiza, pero eso no es impedimento para que él siga apoyando.

“Siempre lo he dicho, cuánto vale una vida, cuánto vale salvar a alguien, creo que todos necesitamos un ingreso pero la mayor satisfacción, es poder salvar vidas y ayudarlos”.

Comentó que algo que ha aprendido en tantas experiencias es valorar lo que realmente tiene.

“En situaciones de ese tipo, nos damos cuenta que el ser humano se ha materializado con las cosas, en lo importante de tener un teléfono o el no tener Internet, que cuando uno está trabajando en el área de desastres, la gente no tiene nada y nos colocamos en la posición donde están ellos…

Desde vivir en una casa de campaña, comer lo que pudiéramos, eso implica valorar, nos cambia la expectativa de lo que tenemos y nos damos cuenta que en muchas situaciones nosotros nos hemos materializado más a cosas superficiales que a lo que realmente vale la pena…

El ver gente que ha perdido un familiar, su casa y todo, y que llegamos como voluntarios a ayudar, eso cambia el modo de ver la vida”.

El hecho que hasta los niños agradezcan que les den dulces, que les cambien la asistencia, todo eso es gratificante.

Mencionó que muchos les dicen que son personas diferentes, porque cómo les puede llamar más la atención el estar ayudando a la gente sin recibir nada a cambio y que es pérdida de tiempo, sin embargo Francisco siente que una vida vale más que todo lo material que puedan tener.

Otro caso es el de Humberto Sandoval Rivas, quien literalmente la mitad de su vida la ha dedicado a la Cruz Roja.

“Por varios eventos que pasaron, incluyendo un percance con mi hermana la más pequeña, fue como me nació la inquietud de entrar a la Cruz Roja, y de eso han pasado ya 20 años”.

Compartió que su trabajo en esta institución lo hace sentir bien como persona, y que el ayudar a personas que lo necesitan es un gusto para él.

Su más reciente experiencia fue en la Ciudad de México, donde formó parte del equipo de apoyos para las personas damnificadas del sismo.

“Recuerdo que tuvimos reunión con todos los grupos de búsqueda y rescate, incluido el equipo de caninos, y uno de ellos contó que cuando llegó al lugar de un edificio caído se quedó impactado por lo que veía y los de búsqueda y rescate de estructuras colapsaras le dijeron que se metiera por un hueco pequeño…”

“Le dio temor porque arriba había gente tirando escombros, pero se metió, avanzó unos metros y se quedó bloqueado hasta que su perro regresó por él… salieron del lugar, y nos dice; ‘la verdad que para meterse ahí por una persona que ni conoces, se necesita mucho coraje’, y es cierto, hacemos una labor por personas que no conocemos y uno se llena de orgullo”.

Pero la Liga de la Justicia no solamente está conformada de súper héroes, sino que también de mujeres maravilla, que su único escudo es su pasión por servir, tal es el caso de Grecia Amaranta Escobedo Méndez, de apenas 23 años, seis de ellos como voluntaria de la Cruz Roja en Victoria.

Ha participado en equipos de ayuda y rescate en los siniestros ocurridos en Houston por el huracán “Harvey” y en Puerto Rico por los huracanes “Irma” y “María”.

“Es una experiencia muy satisfactoria el poder ayudar a la gente que lo necesita, se trabajó de una manera muy distinta tanto en Houston como en Puerto Rico, porque variaba el tiempo de espera en que llegaba la ayuda”.

En Houston estuvo ayudando en los refugios y distribuyendo comida, artículos de higiene y primera necesidad, en Puerto Rico realizó evaluaciones de las viviendas y entregando apoyos.

El ayudar a las demás personas es algo que desde pequeña le ha inculcado su familia.

Comentó que cada caso de rescate le ha marcado la vida, y servido como lección para valorar lo que tiene.

“Trabajamos en lugares muy críticos en donde no había en ocasiones comida, agua, luz y te sirve para valorar lo que tienes”.

Reconoció que la gente es muy agradecida; “es increíble la manera en que quieren a México”.

Mencionó que las labores en desastres naturales son distintas al estar todos los días arriba de una ambulancia.

Sin embargo, el salvar vidas diariamente es algo que le llena de satisfacción y también marcan su persona, como en el caso más reciente del accidente de un autobús en la carretera a Monterrey, donde el chofer de la unidad quedó prensado.

“Estuvimos liberando al operador que sí fue en cuestión de tiempo, rápido tuvimos que sacarlo del autobús porque se iba a incendiar”.

La familia de Grecia la apoya desde que decidió formar parte del grupo de jóvenes de la Cruz Roja, e incluso su hermana forma parte de voluntarios.

Otra mujer valiente es Lizeth Escobar, que pertenece a la delegación Matamoros y tiene 29 años de edad y dos en Cruz Roja.

“El formar parte de Cruz Roja es algo que quería hacer desde hace mucho tiempo, me llama la atención en la parte de desastres poder ayudar”.

Al ayudar a los damnificados del sismo aprendió muchas cosas nuevas, aunque dijo que fue una situación difícil para ella, ya que fue la primera vez que participaba en acciones de esta magnitud.

“Ver que hay mucha necesidad te dan más ganas de ayudar, la verdad hubo situaciones que no pensaba encontrarme, la entrega de apoyos humanitarios en algunos lugares fue difícil el acceso, no había para vehículo y tuvimos que cambiar para entregar ayuda a la gente”.

Sin embargo, la satisfacción de ayudar a las personas es algo que no cambia por nada; “eso te enriquece en muchos sentidos, refuerzas valores más que nada la humanidad”.

Compartió que su familia es apoyo fundamental para poder realizar estas tareas, ya que siempre la han impulsado y se sienten orgullosos de que ella forme parte de los héroes que salvan vidas en muchas situaciones.

El hecho de no recibir un sueldo, dice que no lo hace ser una pérdida de tiempo, sino que al contrario ya que ella se enriquece en muchos sentidos y aprende a valorar lo que tiene.

“Nacer con el don de servir es algo que nos regala la vida”.

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