Shalma Castillo.-
Cd. Victoria, Tam.- Cuenta la leyenda urbana de la existencia de esta gran y humilde mujer…
Una de las expresiones de humildad y sencillez, oriunda de nuestra capital…
Aceptada en todos los círculos sociales, en todas las esferas populares. Desde el ámbito político y hasta en cualquier grupo o credo religioso.
Pocos en Victoria, se escaparon de sus besos…
Es más, la gran mayoría sucumbimos al “embrujo” de su encanto… y terminamos por apoquinar, con una módica cooperación.
Su nombre, desconocido, su identificación era simplemente “Chucha”…
Desde el añejo Mercado Argüelles, el Palacio Federal, la calle Hidalgo, la Presidencia Municipal y no se diga el Palacio de Gobierno, eran parte Diario de su recorrido.
No había convite en diferentes restaurantes, reunión de políticos, “destapes” de candidatos o, incluso, campañas políticas que no tuvieran su presencia.
Este es un gran personaje que dejó marcada la histórica de nuestra Capital…
Quien nos cuenta un poco sobre este personaje popular al que llegó a conocer y ser víctima de sus besos, es el Cronista de Victoria, Francisco Ramos Aguirre.
Los personajes populares son desde poetas hasta gente que deambula por las calles de los pueblos y comunidades, quienes forman parte de la vida cotidiana.
Por su relevancia, algunos de ellos quedan más presentes en la memoria colectiva o son más recordados por las generaciones que tuvieron la oportunidad de conocerlos, verlos en las calles, en las plazas públicas o en los mercados.
Sin embargo, Chucha aparece en la escena pública a finales de la década de los 50 del siglo pasado.
“Tuvimos la oportunidad de verla en las calles, era una mujer con características muy propias, era un personaje que de alguna manera se ganó la simpatía de la gente”.
Era respetada, querida, aceptada en el aspecto social, y eso tiene mucho que decir, a la diferencia de otros personajes que tienen perturbaciones mentales, pero no es el caso de Chucha.
Cuenta que ella era muy parecida a otra mujer que ya había existido en la localidad que le decían la “Güera Ángela” que también era muy bien aceptada y querida.
La generación que nació entre los años 50’s hasta la década de los 90’s, tuvieron la oportunidad de conocer a Chucha, disfrutarla, verla y darle un apoyo económico porque era la manera como ella subsistía para desarrollar sus actividades.
Su característica era solicitar dinero, aunque a veces ya no había necesidad que lo pidiera porque ya todos sabían sus intenciones y generosamente le otorgaban un apoyo.
Se movía en ciertos círculos, prácticamente en el centro de la Ciudad, en la Rectoría de la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT).
“Ella entraba a los despachos de personajes importantísimos, por ejemplo el rector José Manuel Adame Mier, la recibía en su despacho y le daba alguna contribución porque caía bien”.
La famosa Chucha, un personaje que de alguna manera era un referente en el aspecto afectivo.
“A ella le gustaba dar besos y se volvió una práctica en el sentido que si tú estabas en un restaurante y llegaba Chucha, se acercaba a tu mesa, ya sabíamos a lo que iba, lo que se hacía era a ver Chucha y decirle, ‘ve y saluda a fulano de tal’, a mí me tocó en una ocasión que me la envían, me da un beso y ya le doy una contribución”, expresa.
Describe a Chucha como una mujer deseosa de un carácter de apoyo afectivo, y que dadas las circunstancias como ella se desenvolvía, su manera era acercarse afectivamente a las personas y se le quería.
“Entraba al edificio de Palacio de Gobierno del Estado, con funcionarios, directores de áreas, o a la Presidencia Municipal con alcaldes, y aunque andaban ocupados en sus cosas, Chucha era impredecible llegaba, los abordaba y la atendían”.
Ella era una persona limpia, pulcra, con su vestimenta normal, agradable, una persona que tenía problemas de tartamudez en su lenguaje y casi no hablaba, solamente dos o tres palabras…
Pero era una figura que se convirtió en referente de una comunidad y quienes la conocieron aún la recuerdan.
“Chucha era un personaje que no podemos dejar de olvidar porque formó parte de nuestra vida cotidiana y existen muchas personas que pueden dar testimonio de esta mujer tan aceptada”.
Aunque dice que desconoce su verdadera identidad, que por supuesto debió haber tenido un nombre, en ese aspecto no se involucró, porque solo veía al personaje en su contexto.
Platica que físicamente era una persona de estatura baja, tez morena, delgada, sus rasgos faciales un poco indígenas.
“Cuando la conocí ya era una persona adulta de 60–65 años, su cara ya deteriorada por el tiempo, ella andaba siempre caminando, hablaba poco, vestimenta sencilla pero limpia, te abordaba donde estuvieras”.
“Tú le decías que si tenía mucho dinero y se retiraba, le decían -‘oye Chucha, es cierto que tienes mucho dinero guardado’, se sentía incómoda y mejor se alejaba”.
Quienes la conocieron consideran que era un personaje de buena fe, sin intenciones de molestar y caía bien.
Lamentablemente falleció a principios de este siglo, después se sentía su ausencia, se le extrañaba.
Se dicen muchas leyendas, que tenía un colchón con el dinero que ella iba recaudando, y lo tenía lleno.
También que los apoyos económicos que le daban, iba a donarlos al asilo, y así como a ella la ayudaban, le gustaba ayudar a los demás.
Sin embargo se convirtió en una especie de leyenda urbana, ese tipo de personajes de los que hay una historia en cada ciudad.
Recuerda que siempre aparecía en eventos políticos, ella sabía dónde estaba la gente que le pudiera ayudar.
“Yo lo veía más como una necesidad afectiva que ella padeció a lo mejor en su niñez y que la suplantaba con su actitud de relacionarse socialmente de la manera como ella lo hacía”.
Chucha en aquel entonces era súper famosa… e incluso se considera como el último gran personaje que tuvimos en Victoria.
Muy querida por todos, nunca era rechazada, hasta el locutor Carlos Adrián Avilés también la inmortalizó mucho al nombrarla, darle su lugar como un ser humano respetado y eso también le creó fama.
Quienes tuvieron la dicha de conocerla y tratarla, se quedaron con un bonito recuerdo de esa mujer, que con su actitud solamente se ganaba el afecto de la sociedad.
“Así como ella, en aquellos años hubieron algunos otros personajes, esos característicos que actualmente ya no vemos en las calles, pero en otra ocasión platicaremos de ellos”.