José Pedro Escalante.-
Desde hace más de 60 años, un grupo de familias del ejido Jesús María, municipio de Linares, Nuevo León, emprenden una travesía, en carretas, hacia el santuario de la virgen de El Chorrito en Hidalgo, Tamaulipas.
Es un largo trayecto que les toma aproximadamente tres días a través de escarpados caminos de terracería y rancherías en donde los peregrinos reciben posada, agua y alimento para sus yuntas.
Movidos por la fe en la Virgen a quien llevan todo tipo de ofrendas y sin importar las inclemencias del tiempo, los viajeros luchan por mantener viva una tradición que iniciaron los primeros pobladores del ejido Jesús María.
Aunque se han ido incorporando nuevos elementos como el uso de vehículos la tradición de las carretas tiradas por bueyes, se mantiene intacto, igual que las rutas para llegar al destino religioso en donde pernoctarán después de dar gracias a la Virgen.
Por momentos a bordo de las carretas cubiertas por cobijas o lonas y, a veces a pie, los peregrinos recorren kilómetro a kilómetro el camino hacia el santuario.
Cuentan que la figura de la Virgen fue producto del mismo gotear del agua durante miles de años y visitarla es el anhelo de muchos. Esta tradición se lleva a cabo cada inicio del año en el mes de enero.
Ayer (viernes) alrededor de las 15:00 horas, el contingente hizo una escala en el ejido Marroquín, ya en territorio de Tamaulipas; ahí aprovecharon para descansar y alimentar a los animales.
Después del breve descanso los peregrinos siguieron su camino hacia El Chorrito.
AL CAER LA NOCHE…
Pernoctaron en el ejido La Noria del municipio de Hidalgo, todavía lejos de su objetivo; lucían cansados pero contentos, las mujeres prepararon los alimentos mientras los hombres instalaban los campamentos y los niños jugaban a explorar el territorio por el que sus abuelos transitaron durante décadas en el mismo trayecto.
Hoy los marchantes seguirán su camino y se estima que lleguen al santuario por la tarde, antes deberán hacer una última parada en el ejido Zúñiga, en donde comienza el tramo más complicado: la subida por el camino de terracería.
En el último tirón, como ellos mismos le llaman, el esfuerzo humano y de las bestias es descomunal, pero es ahí donde la fe se vuelve el elemento más importante del viaje.
NO ESTÁN SOLOS…
Desde su arribo al municipio de Hidalgo, los peregrinos son asistidos por elementos de la dirección de Protección Civil municipal, quienes se encuentran al pendiente de posibles enfermedades, lesiones o imprevistos en el camino.
Al final del recorrido todo el esfuerzo habrá valido la pena, para los más pequeños será una lección de vida y para los mayores la satisfacción de mantener viva una tradición de su pueblo y su cultura.