WASHINGTON (AP) — La guerra es tan infernal para la vida silvestre como para el hombre. Un estudio nuevo revela que la guerra es la mayor amenaza para los elefantes, rinocerontes, hipopótamos y otros animales africanos grandes.
Los investigadores analizaron cómo las décadas de conflicto han afectado las poblaciones de animales grandes. Más del 70% de las zonas protegidas de vida silvestre en el continente han caído en alguna zona de guerra desde 1946, muchas de ellas en forma reiterada. Cuanto más frecuente es la guerra, mayor es la caída de la población de mamíferos, según el ecologista Josh Doskin, de la Universidad de Yale, autor principal del estudio publicado el miércoles en la revista Nature.
«Basta un poco de conflicto, apenas uno en 20 años, para que se reduzca el promedio de población de la vida silvestre», dijo Daskin.
Las zonas de batallas más frecuentes _no necesariamente las más sangrientas_ pierden el 35% de su población de mamíferos cada año de conflicto, añadió.
Aunque algunos animales son abatidos por las balas o las minas terrestres, la guerra altera las condiciones sociales y económicas de manera tal que perjudica a los animales, dijo el coautor Rob Pringle, ecologista de la Universidad de Princeton.
La pobreza y el hambre son mayores en las zonas de guerra o su periferia. Por eso la gente recurre a la caza furtiva para recoger el marfil o incluso para comer la carne. Los programas de conservación tienen escasos fondos, poder o capacidad para proteger a los animales, dijo Pringle.
En general, algunos animales sobreviven a las guerras. Solo en seis casos se verificó el exterminio total de las poblaciones, como sucedió a una gran manada de jirafas en un parque de Uganda entre 1983 y 1995, durante dos guerras civiles.
Otros estudios han revelado que las poblaciones se reducen en ciertas zonas de guerra, pero crecen en otras. Por ejemplo, la zona desmilitarizada entre Corea del Norte y Corea del Sur es un gran refugio para la vida silvestre porque ha sido «casi un parque de facto durante siete décadas», dijo Daskin.
El nuevo estudio abarca 65 años del continente entero. Los investigadores indagaron en 10 factores que pueden alterar las poblaciones, tales como guerra, sequía, tamaño de los animales, zonas protegidas y densidad de la población humana.
El número de guerras fue el que más afectó la población, mientras que la intensidad de las guerras _en términos de muertes humanas_ fue el factor que menos la afectó.
Al abordar el panorama general, la investigación confirma la sospecha de muchos expertos, de que «la guerra es un gran impulsor de la caída de la población animal en toda África», dijo Kaitlyn Gaynor, ecologista estudiosa de la guerra y la vida silvestre en la Universidad de California, Berkeley, quien no participó del estudio.
El filántropo estadounidense Greg Carr, quien encabeza una organización sin fines de lucro en el Parque Nacional Gorongosa de Mozambique, dijo que no le sorprendían las conclusiones. Las poblaciones de vida silvestre del parque sufrieron una brusca caída durante la guerra civil, aunque Carr lo atribuye a la pobreza más que a la guerra en sí.
«Con o sin guerra, la pobreza es una amenaza a la vida silvestre en África hacia el futuro», dijo Garr en un correo electrónico.
Gorongosa es un ejemplo de lo perjudicial que es la guerra para la vida silvestre y a la vez de la rapidez con que se recuperan los animales, según los investigadores.
La guerra civil que finalizó en 1992 diezmó la vida silvestre y algunas especies llegaron al borde de la desaparición, dijo Daskin, pero ahora ha regresado al 80% del nivel de antes de la guerra.
«El efecto de la guerra sobre la vida silvestre es malo», dijo Pringle. «Pero no es apocalíptico».