diciembre 15, 2024
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enero 15, 2018 | 1200 vistas

Rubén Jasso.-

Cd. Victoria, Tam.- Poseedor de un toque privilegiado y considerado por muchos como un adelantado a su época, logró ganarse el cariño de los aficionados al futbol en Victoria y la región por su entrega, humildad y amor por la camiseta de Correcaminos, además de esa visión que mostraba para saber qué hacer con el balón cuando este pasaba por sus pies.

Conocido por todos como “Milo”, Emigdio Sánchez Tovar marcó una época en el futbol victorense convirtiendo goles de gran manufactura que hoy en día permanecen en la memoria de muchas personas que lo vieron jugar allá por la década de los 80’s.

En entrevista con este medio, “Milo” Sánchez remueve sus recuerdos y nos habla de aquellas experiencias que vivió y disfrutó al máximo jugando para el conjunto de la UAT, aunque previamente otro emblemático equipo de la Ciudad como fue Cuerudos ya lo había buscado para contar con sus servicios.

“No era mi intención incursionar en el futbol profesional, pero ya después cuando me invitaron en la Universidad fue cuando despertó (el interés) y yo vi que Correcaminos fue creciendo gracias al futbol y al apoyo de la gente de Ciudad Victoria”, dice al iniciar la charla.

Con una total gratitud, reconoce las enseñanzas que recibió de José Mansur Guevara, quien fue su técnico en el equipo universitario, “Recuerdo que cuando empezó Correcaminos era otro el entrenador, un chileno, y como a la cuarta o quinta jornada es cuando entra ‘Pepe’ Mansur, una persona muy querida en Ciudad Victoria, muy reconocida, yo le doy gracias a Dios que fue uno de los primeros entrenadores que puso en mi camino, que me enseñó muchas cosas y estoy agradecido con él y hasta la fecha lo sigo frecuentando”.

A sus ex compañeros tampoco los olvida y afortunadamente coincide con varios de ellos en los campos de Victoria, “Hay mucha gente que recuerdo con mucho cariño y que todavía los sigo viendo… ‘El Negro’ Rivera, ‘La Muga’ Maldonado, Roberto Filizola, Adalberto Moreno, ‘La Mula’ Marroquín… todavía nos vemos porque varios de nosotros seguimos jugando en Veteranos”, y menciona también a Luis Gerardo Yáñez Niño, quien hace varios años se adelantó en el camino.

 

ERAN HUMILDES

Aquel equipo que surgió al profesionalismo en Tercera División en 1980 y luego fue escalando peldaños en poco tiempo, tenía un sello distintivo además del futbolístico y “Milo” lo describe, “Yo pienso que era la humildad, el amor a la playera, yo me acuerdo que les decía, ‘nosotros vamos a jugar por el amor a la playera’, muchas veces jugábamos lesionados, porque no queríamos dejar de jugar”, afirma.

En su opinión, la gente los conocía de cerca porque no había barreras entre jugadores y aficionados y relata un episodio de cuando vivía con sus padres en la popular Colonia Mainero.

“Recuerdo que entrenábamos en el Universitario y en el trayecto había una familia de ahí de la Mainero que en broma o en juego, no sé, pero siempre que yo pasaba a entrenar ellos gritaban ‘ehh ahí viene Milo’ y me chiflaban, era el acercamiento con la gente de la colonia, de la Ciudad, pero más que nada era la humildad porque no había dinero para comprar un carrito o para lujos”, esto en referencia a que casi todos los jugadores se trasladaban en el transporte público, pues no tenían coche.

Y trae a su mente otro pasaje de su vida, “En mi casa fuimos ocho hermanos, desafortunadamente ya falleció uno y recuerdo cuando yo le llevaba dinero a mi madre (y le decía) ‘cómprate un kilo de carne’ y decía ‘esta carne va a ser para cuando tú comas’ y yo le decía, no, somos una familia y todos tienen que comer”, señala.

Acerca de sus cualidades cuando defendía la playera de Correcaminos, refiere que siempre le gustó luchar dentro de la cancha y recuerda a detalle las palabras que le manifestaban gente muy cercana, “Decía Mansur: ‘tienes un don de que sabes qué hacer con la pelota’ y recuerdo a un compañero también de la Mainero, ‘El Zurdo’ Escobedo que me decía ‘lo que pasa Milo es que te adelantaste a la época de jugar futbol’, porque yo no era un jugador que conducía mucho la pelota, era muy técnico y siempre estaba adelante del rival en pensamiento”, destaca.

Con orgullo, también menciona el gusto que le daba el hecho de ser comparado con “el maestro” Benjamín Galindo, quien en aquella época ya desplegaba su talento con equipos del máximo circuito.

 

ANOTABA “GOLAZOS”

Y al igual que su buen trato al balón, sus goles también eran estampas futbolísticas que regalaba a los aficionados y recrea uno en especial, “Recuerdo aquel gol contra Río Verde que llevábamos invictos veintitantos partidos, íbamos perdiendo 1-0 y faltaban de tres a cinco minutos y yo recuerdo mucho a mi padrino, que en paz descanse, Carlos Adrián Avilés que decía: el único que nos puede salvar de esto es ‘Milo’ Sánchez y da la fortuna, que tiro de castigo, tira ‘Milo’ Sánchez y mete el gol”.

Y añade que el júbilo estalló en la tribuna a tal grado que la gente se metió a la cancha a festejar ese gol por la emoción de no haber perdido el invicto y sobre todo por esa gran definición que terminó en las redes, escuchando después el relato de Carlos Avilés gracias a que un tío le regaló un cassette con la narración del partido.

Fue entonces que sus buenas actuaciones en Correcaminos le valieron para que se abrieran las puertas del equipo Potosino, pero tomó la decisión de quedarse en Victoria luego de consultarlo con sus padres, pues le faltaban dos años para terminar la carrera de Educación Física, así que permaneció en esta Ciudad para concluir sus estudios profesionales y pasado ese periodo volvió a recibir el llamado del mismo equipo, aunque las cosas no resultaron como hubiera deseado.

“A los dos años termino mi carrera y se me presenta la oportunidad de irme a San Luis otra vez y me voy un año, fue en el 86-87 cuando me fui San Luis a Primera División y lo que son las cosas, no se dio el futbol allá, no hubo la oportunidad y recuerdo que ese año Correcaminos subió a Primera División”.

Posteriormente regresaría a Victoria aunque reconoce que llegó el momento en el cual ya no entraba en los planes de Correcaminos, así que decidió retirarse en parte también porque no le querían dar su carta, pero afortunadamente ya era maestro de Educación Física y podía dedicarse completamente a su profesión, además de enfocarse en la formación de niños y jóvenes futbolistas, pues el gusto por el balompié es algo que viene de familia.

 

FAMILIA DE FUTBOLISTAS

“Mi padre fue un buen jugador de futbol y se fueron dando las cosas, lo que pasa es que antes te hacías en la calle, en el llano, jugando, porque eran pocos los entrenadores, eran pocas las escuelas de futbol y prácticamente se hizo uno jugador de barrio, yo recuerdo que había torneos y así fuimos saliendo”, explica.

Y destaca las virtudes de sus hermanos, “Yo tuve cinco hermanos hombres, gracias a Dios todos jugaron buen futbol, el mayor Víctor Hugo un excelente jugador, era un central y me decían que para muchos él fue el mejor jugador de la familia pero no quiso seguir en el futbol, después seguí yo y pues gracias a Dios se me dieron las cosas, después siguió José, después mi hermano Bernardo que en paz descanse, también un mediocampista muy fino y por último llegó ‘Micky’ pero ya él tuvo las escuelas de futbol, ya tuvo donde prepararse y todo eso, llegó a jugar en Necaxa, se fue a Oaxaca, a Tampico, y Dios le dio la fortuna de ser campeón en Necaxa en Primera División”.

De los entrenadores que tuvo durante su carrera, “Milo” agradece profundamente por sus enseñanzas a José Mansur Guevara, además de Héctor Hugo Eugui, a quien considera el verdadero artífice del ascenso y no a Diego Malta, quien a su parecer, cosechó lo que había sembrado el uruguayo.

“Eugui nos dejó muy bonita enseñanza como persona, como entrenador, hasta la fecha seguimos saludándonos y contando anécdotas y todo eso”, reitera.

Con el paso del tiempo, la amistad con sus ex compañeros ha perdurado e incluso tuvieron la oportunidad de volver a jugar juntos a mediados del 2016, cuando Correcaminos se enfrentó a Celaya en un partido del recuerdo al cual convocó Santiago Sansininea y trae a su mente esa vivencia.

“Es muy bonito y gratificante revivir todas esas anécdotas y experiencias que vivimos, juntarte con tus ex compañeros, con ‘Pepe’ Treviño, Luis Romero, Sansininea, ‘Pulpo’, Rivera, ‘Panchito’ Cervantes, ‘El Negro’ Rivera, ‘Pánuco’ Gómez, todos ellos”, comenta.

Y aunque acepta que las condiciones físicas ya no son las mismas por obvias razones, apunta que lo que bien se aprende no se olvida, “Afortunadamente tuve compañeros que sabían jugar muy bien al futbol y cuando te juntas con personas así no te es difícil recordar todo eso”.

Sobre sus labores en la actualidad, el reconocido ex futbolista expresa su agradecimiento al Colegio La Salle porque le abrió las puertas para trabajar como entrenador desde hace 28 años “Y le doy las gracias al ‘Gordo’ Dimas que en paz descanse, él fue quien me invitó a ir al Colegio”, extendiendo igualmente su agradecimiento a otras instituciones donde ha prestado sus servicios como maestro de Educación Física, desempeñándose actualmente también en la escuela primaria Matías S. Canales que dirige el profesor Gilberto Ruiz Hernández.

Por último, Emigdio “Milo” Sánchez Tovar manifiesta su alegría porque se da cuenta que mucha gente sigue recordando aquellas épocas gloriosas que vivió con el equipo Correcaminos donde él era un verdadero ídolo de la afición, contando en su casa con una gran cantidad de fotografías y trofeos que causan admiración entre muchas personas que no tuvieron la oportunidad de verlo jugar e incluso cuenta que muchos niños saben de su historia porque sus abuelos o sus padres les han hablado de sus hazañas.

“Es bonito todo eso y más que nada el reconocimiento de la gente, yo ahorita salgo a la calle y ¿qué paso ‘Milo’ cómo estás?… te reconocen todavía”, dice con satisfacción, y repite la respuesta que varias veces ha dado José Mansur Guevara acerca de quien ha sido el más grande jugador surgido de esta capital, “Milo Sánchez ha sido el mejor futbolista que ha dado Ciudad Victoria”, dice con orgullo.

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