México, 28 Ene (Notimex).- El techo se le venía encima, parecía no haber salida y por instinto, arrojó a su hija y después se aventó desde lo que fue un cuarto piso. Apenas tocó el suelo entre polvo y pedazos de tabique, el edificio donde vivió 60 años colapsó.
A más de cuatro meses de perder su casa, hoy le llaman “Juan Agallas” y forma parte de 74 por ciento de personas en el país que no cuenta con un seguro de vivienda al 19 de septiembre de 2017, cuando la naturaleza recordó a los mexicanos su vulnerabilidad. A sus 65 años, hoy sale a las calles a luchar por recuperar su patrimonio.
A las 13:15 horas, un movimiento abrupto lo expulsó de su sillón. Un sonido estremecedor y la repentina alerta sísmica avivaron un presentimiento de que su edificio, construido en 1957, no aguantaría un sismo más.
“Esto se va a caer”, pensó Juan José Arias cuando gritó a su hija de 19 años que debían salir de su departamento. En camino por el pasillo hacia las escaleras, los vidrios que salían por todos lados los atacaban, las grietas se abrían camino por las paredes de forma abrumadora y el suelo se movía como si cobrara vida. Juan José vivía su propia película de acción.
Las escaleras se desplomaron antes de que ellos llegaran y se vieron atrapados, parecía que no había salida. Pudo sentir y adivinar cada vez que un piso de abajo desaparecía como un acordeón que se cerraba y mientras, el techo estaba cada vez más cerca. Sin pensarlo, desde una altura de seis metros, lanzó a su hija como si fuera un trampolín de alberca y después, brincó él, recuerda.
“Me dio mucho pánico, porque pensaba que no iba a lograr salir porque el techo ya se venía, de una altura de dos metros y medio que tenía, ya se había bajado medio metro de arriba, porque las paredes se doblaron hacia dentro. Yo pensé que no lo iba a lograr”, relata.
Entre polvo y escombros, apenas levantó la cara, vio como el edifico 1C del Multifamiliar de Tlalpan colapsó y arrebató al vida de nueve personas, cuatro de ellas niños; en un instante, 40 familias se quedaron sin hogar; sólo con sus recuerdos.
A más de cuatro meses del trágico 19 de septiembre, las aseguradoras del país informaron que el sismo de magnitud 7.1 generó 34 mil 641 reclamaciones por las que pagarían 12 mil 455 millones de pesos, de acuerdo con cifras todavía preliminares. De ese monto, 24 mil casos serían por viviendas dañadas.
Entre esos indicadores, desafortunadamente, no está «Juan Agallas», sino entre el 74 por ciento de los mexicanos que no tiene un seguro que cubra su patrimonio y le permita pasar el trago amargo con tranquilidad.
En la actualidad, solo entre 6.0 y 6.5 por ciento de las casas en México cuenta con un seguro de forma voluntaria y esa cantidad sube a 26.5 por ciento cuando se consideran las viviendas con un crédito hipotecario que incluyen un seguro. Sin embargo, muchos créditos hipotecarios sólo protegen la deuda del acreditado y no los daños de inmueble, de acuerdo con el sector de seguros.
“Este es un momento muy oportuno para hablar del tema de seguros por la experiencia que nos deja este terrible evento”, señaló el presidente de la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS), Mariano Escobedo, quien afirmó que estas coberturas permiten a las personas enfrentar situaciones inesperadas, porque los protege de los riesgos a los que están expuestos.
Argumentó que los seguros para casa son accesibles, toda vez que con menos de cinco mil pesos al año se protege una vivienda de un millón de pesos en una zona de alto riesgo.
Así, «Juan Agallas» forma parte de las 500 familias del predio ubicado en el sur de la Ciudad de México que no puede regresar a su hogar; él desconocía la opción de contratar un seguro para esa vivienda a la que llegó desde niño.
Luego de ese fatídico martes, Juan José y su hija estuvieron en terapia intensiva una semana. Ambos salieron sin un hueso roto, solo golpes y cortadas. Ella tuvo un hematoma en un ojo, como un boxeador que acaba de librar pelea contra un oponente casi invencible.
Durante su recuperación, Juan Agallas se enteró de que su vecina, con quien compartió casi toda su vida en el edificio, murió cuando las escaleras se derrumbaron; supo que un trabajo también quedó bajos los escombros y que unos hermanitos murieron juntos abrazados.
Por su condición, hoy vive con unos parientes, pero acude a los campamentos que rodean el Multifamiliar, donde las familias damnificadas se reúnen para organizarse y luchar por tener de nuevo un techo donde vivir.
Hoy, Juan José, jubilado de la Secretaría de Hacienda, como parte de la organización Damnificados Unidos, está en contra de la solución ofrecida por autoridades capitalinas de otorgarle un nuevo crédito hipotecario para comprar un departamento que se construirá en el mismo lugar donde se ubicaba su hogar.
“Se te vienen los recuerdos de lo que era, pero hoy tengo la preocupación de que no sabemos si esto se pueda reconstruir sin ningún costo. Hay mucha renuencia por parte del gobierno para otorgar esos recursos gratuitamente para unos departamentos que ya habían sido pagados”, dijo.
Todavía con dificultad al caminar, «Juan Agallas», de 65 años y cabello cano, se levanta y lucha junto con sus vecinos del Multifamiliar y otros damnificados del sismo para resolver el problema de la reconstrucción, y volver a tener un patrimonio y formar un hogar donde rehacer sus recuerdos.