El 6 de julio de 2004 Brian Boyle se fracturó las costillas, la clavícula y llegó a perder el 60 por ciento de su sangre.
El fatal accidente ocasionó que el joven estuviera en estado de coma hasta por dos meses, en esa estadía llegó a ‘morir’ ocho veces, ante la preocupación y desesperación de sus padres, pues poco podían hacer más que ver cómo su hijo se iba y después regresaba.
Tal era la profunda tristeza que sentían que su padre en algún momento llegó a sentir que Brian, su único hijo, estaba listo para dejar este mundo; fue entonces que decidió sentarse a su lado para comenzar a hablarle, posiblemente como una forma de despedida.
Así, el padre comenzó a decirle al joven que era lo único que él y su esposa tenían, que era la luz de sus vidas y que lo necesitaban pero, por otro lado, ya no querían que continuara sufriendo postrado en una cama de hospital.
Después de tan emocional mensaje, el joven se despertó; poco a poco fueron retirándole los tubos de respiración artificial, y conforme más días pasaban el joven iba recuperando el habla, admitiendo que el mensaje que su papá le había dicho era lo que había estimulado su recuperación del coma.
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