José del Carmen Perales Rodríguez
Las pruebas rápidas que se aplican en todas las instituciones de salud, estatales y federales, tienen un margen de error del 15 al 20 por ciento por lo que podrían dar falsos positivos o negativos, reveló Martín Tofic Salum Fares.
El subdelegado médico de la delegación del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (Issste), añadió que ante esa situación en todos los casos el punto de vista clínico es que determina iniciar con el tratamiento y ampliar los estudios.
«A las pruebas rápidas todavía les falta sensibilidad y especificidad, sin embargo ante una duda o una situación que se tenga qué hacer por otras causas, se tienen qué realizar», comentó.
Añadió Salum Fares que precisamente por eso las indicaciones a los médicos es que cuando hay una alta posibilidad, desde el punto de vista clínico, de la existencia de una enfermedad, el médico debe iniciar un tratamiento sin necesidad de una prueba rápida.
«En la mayoría de las pruebas rápidas que hay, existe un rango de error alto, del 15 al 20 por ciento y es algo que se tiene qué considerar, por eso insisto que la clínica es la que manda en estos casos», mencionó.
– ¿Esto les ha causado problemas?
«Afortunadamente no, si revisamos la estadística del Issste en el estado no hemos tenido fallecimientos ni por influenza u otro tipo de enfermedad para las que existen pruebas rápidas, lo que habla que nuestras clínicas están funcionando bien. Lógicamente mientras podamos tener pruebas más sensibles estaremos en posibilidades de detectar más rápido algunas enfermedades».
Finalmente Salum Fares comentó que en el caso de las pruebas rápidas de influenza, zika, etcétera, el laboratorio la realiza para poderle dar una certidumbre al tratamiento que se le va a dar al paciente, «cuando clínicamente la persona tiene una influenza y están los síntomas tal como se manejan en las guías o tiene zika o dengue, no hay necesidad de una prueba rápida, aquí lo más importante es empezar el tratamiento».