diciembre 11, 2024
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febrero 11, 2018 | 510 vistas

Shalma Castillo.-

Cd. Victoria, Tam.- En México, la psicología no es tan valorada profesionalmente y además mal remunerada, allá no ganaría ni la décima parte del ingreso que gano acá…

Sus palabras reflejan una clara y contundente verdad…

Silvia Violante Cumpa, tampiqueña de nacimiento, tiene en Melbourne, Australia, un brillante futuro.

Tallado y labrado con lágrimas y sacrificio… aquel proyecto de vida personal, que comenzó a construirse a lado de su padre ofreciendo apoyo en tareas profesionales de lucha en contra de la obesidad…

Contratada hoy en el estado de Victoria, ya con maestría, ofrece apoyo psicológico relacionado a abusos de substancias a internos de la prisión local y en la comunidad…

Igual que las prisiones de mediana seguridad en aquel país, que no tienen bardas y ofrecen a los internos un ambiente amigo para su incorporación a la sociedad, sus ganas de seguir avanzando tampoco tienen límites para seguir creciendo…

Sus estudios hasta preparatoria los cursó en su natal Tampico, en escuelas religiosas…

Su nivel superior lo realizó en la Universidad de Monterrey (UDEM), y fue ahí, en el 2010, cuando se le presentó la oportunidad de enamorarse de Australia, con una beca de intercambio en su último grado de estudio.

En el 2011 regresó a México para concluir su carrera, pero ya con la visión de regresar a Melbourne para seguir preparándose profesionalmente y de quedarse a vivir.

Su regreso a Monterrey fue difícil con el choque cultural, pues en ese entonces el índice de violencia en el país comenzó a elevarse, “fue cuando dije, por qué me regresé, en la ciudad donde estaba es muy segura”.

Pero tenía que seguir preparándose clínicamente y ahorrar para regresar al continente australiano.

Para ello regresó a Tampico por un año y aliarse en el ramo de salud con su papá, que es médico endocrinólogo.

“Siempre me he interesado en las áreas de salud y obesidad, y con mi papá formé un programa integral en el cual veía a sus pacientes que estaban intentando bajar de peso, primero van con el médico, la nutrióloga y después con la psicóloga”.

Y fue hasta en el 2013 cuando logró regresar a Australia, ahora para hacer su maestría…

En su maestría realizó dos prácticas, una en servicio de universidad en Consejería Psicológica y otra viendo personas que tienen problemas de abuso de sustancias.

En uno de los lugares donde realizó las prácticas le ofrecieron trabajo, pues con la visa de estudiante tienen oportunidad de estudiar y trabajar a la vez.

 

LA PSICOLOGÍA EN LA PRISIÓN

En base a una de sus prácticas, sale una compañía que tiene contrato en todas las presiones del estado de Victoria (donde vive) y es así como consiguió trabajo como psicóloga en la prisión de máxima seguridad.

“Es una prisión en la cual el 80 por ciento de la gente no está sentenciada, ahí me tocó trabajar en orientación con personas que por primera vez cometieron un crimen”.

Aunque la compañía está más enfocada en el abuso de sustancias, si alguien en prisión abusa de eso, hacen trabajo intensivo con la gente que trafica droga dentro de ahí y hacen grupos con las personas que ya van a salir para minimizar el riesgo mueran de sobredosis fuera de ese lugar.

Y sí, aunque una cosa suena diferente a otra, inició con el rubro de salud en obesidad y después en abusos de sustancias… pero es muy interesante, porque dentro de la consulta privada continúa viendo problemas crónicos de salud.

“Lo que se ve de similitud entre la gente que tienen problemas de obesidad con la que tiene problema de abuso de sustancia, es la parte de trastornos adictivos”.

AYUDANDO A LAS PERSONAS

Y A LA VEZ, APRENDIENDO DE ELLAS

¿Qué te ha dejado el trabajar con personas que se encuentran reclusas?

“¡Uy, qué no he aprendido!, realmente es curioso, porque siento que si me hubiera quedado en México probablemente no sería la profesionista que soy ahora, y jamás hubiera pensado trabajar en una cárcel de México, el desarrollo como persona y mi tolerancia ha aumentado desde que trabajé ahí”…

Aunque nunca ha estado en una cárcel de México, piensa que son muy similares, aunque en las dos que trabajó son muy diferentes, una de máxima seguridad y otra de media seguridad.

“En la de seguridad media me impactó mucho, porque es más abierta, no hay bardas, rejas, los prisioneros juegan hasta con los de seguridad, a la gente se olvida que son personas que han cometido crímenes, hay gente que está ahí desde por violencia familiar, pero también me ha tocado tratar gente que ha matado…

Pero estás tan metida en el trabajo, que se te olvida que estás lidiando con criminales, y eso me ha forjado en tener más empatía”.

ALGO QUE CAMBIÓ SU PERSPECTIVA… LA HUELGA EN PRISIÓN

Una de las experiencias que más han marcado su vida en diferentes ámbitos, fue la huelga que hicieron los reos en la prisión donde trabajaba.

“Los prisioneros tomaron el lugar, de hecho fue noticia internacional y desde ahí cambió mi perspectiva y me marcó la vida”.

Cuando sucedió el hecho, Silvia se encontraba pasando por un momento de estrés, y luego de ello, a todo su equipo les dieron sesiones de reflexión para ver cómo les afectó y cómo valorar más lo que hacen.

Aunque los prisioneros son los más fáciles de liderar, lo difícil son las dinámicas en cuestión de guardias de seguridad y el ambiente laboral, porque los guardias tienen ideas muy rígidas sobre los prisioneros.

“Piensan que por estar ahí deben tratarlos mal y hay violación en cuestión de derechos humanos, entonces era tener que lidiar con esa política que tú sabes que no encaja con tu sistema de valores…

Pero cómo le dices sin romper la relación con los guardias, porque necesitas de ellos, yo decía si no me llevo bien con los guardias no me van a soltar a mis pacientes”.

En día de la huelga yo iba a comer, (de hecho mi comida se quedó ahí) y estábamos en el área médica, empezamos a escuchar mucho ruido y dijimos que raro, no se quisieron formar y tiraron una de las bardas y empezaron a salir todos y nos dijeron código tal…

Y hay muchos códigos y hasta busqué en la tablita y dije cuál es código gris, y dicía ‘huelga’, y yo ¡Dios mío!, y nos empiezan a decir ‘todo mundo sálgase’…

Iba a dejar mi bolsa y el guardia de parea médica me dice ‘yo que tú, me llevo todo porque no creo que regresemos en un buen tiempo’…

Curiosamente, cuando regresamos el único lugar que no estaba dañado fue el área médica, donde todos los psicólogos, trabajadores sociales y enfermeros nos sentábamos…

Para nosotros fue una clave de que los chavos realmente respetan el trabajo que hacemos, ellos me preguntaban que dónde me sentaba y yo les decía que en área médica, y el área de todos los guardias quedó totalmente destrozada”.

Después de ahí cambió la dinámica de todos, y en lo personal para Silvia, la hizo reflexionar del motivo por el que hace ese trabajo.

Y a lo largo de ese camino también ha aprendido a saber cómo lidiar con ciertas personalidades o con cosas que el entrenamiento de psicología no les enseña al cien por ciento.

Uno de sus mayores retos ha sido entender una sociedad donde se siente privilegiada por ser residente permanente (y en poco tiempo tendrá la ciudadanía australiana), es un país maravilloso, pero distinto a lo que está acostumbrado.

EL TRABAJO EN LA COMUNIDAD

Después de la huelga, Silvia decidió regresar a la comunidad, aunque el riesgo es más alto, porque a veces hay personas que están enojadas y empiezan a golpear cosas y en prisión si empezaba a pasar algo así, solamente presionaba el botón de seguridad y llegaban los guardias.

Y también empezó a estudiar “una mezcla de cosas” y eso se lo debe a la influencia su papá, “mi papá hace como 40 mil cosas”.

En la comunidad regresó para trabajar en abuso de sustancias, porque las limitantes que había en la prisión lo hacían más controlado y el tipo de intoxicación no es el mismo que está en la comunidad, donde todo es más accesible.

“En prisión la gente tiene una idea de hacer un plan y no regresar a los mismos vicios, salen y me toca ver afuera varios pacientes que estaban en la cárcel, pues las drogas son un ciclo en muchos casos”.

Para ellos es difícil ajustarse a realidad y el reto de Silvia fue poder ayudar a alguien en esa perspectiva y así es como otra vez trabajó a psicóloga en abuso de sustancia pero ya en la vida de afuera.

Actualmente trabaja en un centro de salud comunitario y todo está fiscalizado por el Departamento de Salud del estado de Victoria.

Y trata el abuso de sustancias, pero ven a los familiares y la gente que usa drogas aparte; “cada quien tiene un psicólogo, pero nos quedamos que por qué no vemos a todos juntos, mi jefa y yo empezamos a formar un programa que incluya práctica sistémica, es decir a la gente que abusa de drogas y a sus familiares para buscar maneras en las cuales se pudieran comunicar mejor”.

El trabajar con adicciones es difícil, pero es algo que le ha marcado una huella y además cambia vidas.

Eso es lo que hace solamente cuatro días a la semana, porque los viernes también trabaja con niños escuela una primaria religiosa.

Ahí da sesiones a niños que lo ocupen, ya sea por problemas de conducta o que son hijos de padres divorciados y eso les ha derivado alguna afectación, entre otros casos.

 

EN AUSTRALIA, LA PSICOLOGÍA ES EXIGENTE

“Aquí para ser psicólogo tienes que estudiar seis años, el proceso para maestría es muy complicado y cuando tienes tu licencia puedes registrarte en el sistema de salud público y toda la gente de Australia tiene derecho a un tipo seguro social, y puede acceder a servicio psicológico con descuento”.

¿En comparación con México, cómo es el sistema de salud en psicología en Australia?

“Los recursos son distribuidos de una manera que son más accesibles para la población, el sistema de salud es muy bueno y en cuestión de adicciones el Gobierno dijo ‘el problema de anfetaminas es muy peligroso aquí y pues trabajamos en ese tema’, en cuestión de adicciones es totalmente gratuito y trabajamos más en reducir el riesgo, usamos diferentes estrategias que en México.”

En Australia la gente es más abierta para ir al psicólogo que en México, pero en general, en las poblaciones latinas sigue habiendo un tabú por ir al psicólogo, y eso está mal.

Los estudios son un nivel muy alto en aquel país, y en México no es malo, pero no hay regulación de una mesa de psicología, solamente es necesario sacar la licencia y ya.

En cambio, en Australia solamente para hacer la maestría hay diez plazas por universidad, de 700 personas que aplican en una escuela, solo hay diez lugares y eso lo hace súper competitivo.

“Yo en México digo que soy psicóloga y lo toman como una carrera que nada más lo hice por estudiar, pero acá te dicen wow ha de ser súper difícil y esa fue mi frustración cuando estudiaba psicología, que hay mucha estigma y tabú y poca regulación”.

En Australia se tienen que registrar anualmente, pagar 500 dólares a la asociación que regula a los médicos, psicólogos, trabajadores sociales, para poder practicar y sin ese registro no pueden hacerlo.

Pero no solamente es pagar el dinero, también son 30 horas de supervisión y cursos al año, además de un plan anual sobre lo que quieren aprender o seguir haciendo en cuestión de competencias.

También si tienen un paciente que no le gustó algo o piensa que no es ético, con el código de ética que tienen allá, los pueden demandar y hasta quitar el registro.

“Aquí hay mucho nivel de regulación y responsabilidad de ser psicólogo, si hago un reporte tengo que ser muy factible del motivo por el que lo hago, mi evidencia en base a eso y si alguien se suicida tengo que mostrar evidencias suficientes que hice lo que pude, no necesariamente que lo tengo que evitar, pero que pude haberlo prevenido, en México puedes hacer lo que tú quieras, te gradúas y ya no hay nadie que esté regulando”.

“En México en cuestión de psicología no hay suficientes recursos, no hay apoyo en cuestión de iniciativas gubernamentales que apoyen servicios de psicología, en México es muy mal remunerada la psicología y pienso que allá no podría hacer lo que hago aquí monetariamente…

Una parte social del estigma que hay hacia el psicólogo y estudiantes de psicología, tiene que haber un cambio social. Necesitamos abrir más la mente y haber más regulación hacia la psicología, porque desafortunadamente también hay profesionales que hacen atrocidades con gente y por eso la psicología tiene tan mala fama, deben generar programas que apoyen o servicios psicológicos más a fondo”.

Ahora, hace terapia familiar con abuso de sustancias, terapia individual con abuso de sustancias y ve gente que sale de correccionales y voluntarios, así como a niños de primaria con problemas y pacientes privados.

 

EL AMOR EN AUSTRALIA

En septiembre de este año, Silvia se casa con un australiano, aunque su boda será en Cancún, México.

La vida de Silvia en aquel país es más laboral y comprometida con su profesión, por lo que no acostumbra a salir mucho, pero un día por coincidencia conoció a quien será su marido, comenzaron a tratarse, salir y ya hasta lo llevó a conocer Tampico y finalmente, pronto se casarán.

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