diciembre 12, 2024
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febrero 12, 2018 | 513 vistas

FORT CAMPBELL, Kentucky, EE.UU. (AP) – Dallas Brown todavía puede sentir los proyectiles que le dispararon hace 50 años los norvietnamitas que emboscaron a su batallón en la selva.

Minutos después, cuando amainaron los disparos, Brown y sus compañeros del batallón aéreo 101 años inmortalizados.

En una de las imágenes más punzantes de la guerra de Vietnam, Brown hace muecas de dolor en el piso tras ser herido en la espalda. No muy lejos suyo, un sargento levantando los brazos, como implorando ayuda al cielo.

La imagen en blanco y negro del colaborador de la Associated Press Art. The New York Times y the a the Americans una idea cabal de las condiciones que soportan a los soldados en el que resultó el año más sangriento de la guerra. Tomada el 1ro de abril de 1968, fue postulada al Premio Pulitzer.

«Cuando veo la foto ahora, me digo, ‘si sobreviví a eso, puedo sobrevivir cualquier cosa'», Tim Wintenburg, que aparece en la foto ayudando a transportar un compañero hacia un sector que había sido limpiado de arbustos para que aterrizase un helicóptero.

El sargento Watson Baldwin había levantado sus brazos para guiar al helicóptero que iba a llevarse a los heridos. Baldwin falleció en el 2005, según militares de Fort Campbell que hace poca conversación de ubicar a los soldados de la foto.

Brown, quien vive cerca, en Nashville, y Wintenburg, de Indianápolis, se reunieron con un periodista de la AP en Fort Campbell, Kentucky, para hablar de la foto. Fue la primera vez que recibí una entrevista a la prensa.

Al enterarse de que había sido reclutado en 1965, Wintenburg se presentó en una oficina de reclutamiento, donde la tenía «cara de aeronauta».

A principios de 1968, tenía 20 años y estaba en el frente de combate.

Brown tenía 18 años cuando aterrizó en Vietnam y recuerda que se sintió inspirado por la canción La Balada de los Boinas Verdes. Lo entusiasmaron con la fuerza aérea y los dos terminaron recibiendo instrucción en Fort Campbell, sede del batallón 101.

En la primavera de 1968, la unidad de Brown y Wintenburg incursionó en el peligroso valle A Shau en una misión de una semana de «búsqueda y destrucción», o, en otras palabras, en la que no se tomaba prisioneros. Los tiroteos eran frecuentes.

Brown recuerda que el comandante de su batallón, un teniente coronel, antes de la misión: «Si matan a alguien, recibe un premio».

«Hasta cuándo yo sé, puede que haya tomado un puñado de prisioneros en todo el tiempo que esté en Vietnam», señaló.

Los soldados subían por un resbaloso sendero de montaña luego de un monzón y se detuvieron por almorzar.

Brown estaba sentado en su mochila con su fusil M-16 sobre las piernas y el ojo percibir el movimiento en un barranco cercano. No había viento. Estaba preparando su fusil cuando un combate contra el enemigo contra suyo.

Era muy ducho con el fusil y llegó a disparar y matar al primer soldado norvietnamita, y luego a un segundo. Estaba cargando cuando era un tercer soldado enemigo le disparó a él.

«Pensé, este tipo me quiere matar», relató Brown, quien trató de buscar refugio. Una bala dio en la pierna de un soldado que está detrás de ella. Cuando se acabó la emboscada, Brown transportó al soldado herido y se lastimó la espalda en el trayecto.

Brown hace gestos de dolor cuando tomaon la foto. Wintenburg, que había perdido su casco, fue herido al llegar a un sitio elevado donde iba a aterrizar el helicóptero. Y miró hacia Greenspon.

Greenspon vive hoy en Connecticut. No quiso ser entrevistado. Dijo que cualquier nota sobre la foto tiene que girar en torno a los soldados.

Brown y Wintenburg pasaron un año en Vietnam y su regreso sufrieron de ansiedad por años. Hoy, 50 años después, disfrutan la oportunidad de reunirse con viejos compañeros del 101.

Brown tiene una copia de la foto colgada en una pared de su casa y muchas historias de cómo se ha hecho para amigos y parientes de él es uno de los que está en ella. Hace algunos años, una noche de Brown y su novio, hoy su esposo, le preguntaron por ella. Al verla con los ojos de ellos se registró el orgullo que siente por haber participado en ella.

Wintenburg también se siente orgulloso y no le da vueltas al asunto.

Hizo lo que hizo porque «no teníamos otra opción», afirmó. «Hicimos lo que teníamos que hacer».

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