abril 25, 2024
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febrero 12, 2018 | 162 vistas

Ciudad del Vaticano, 12 Feb (Notimex).- Cinco años después, la renuncia del Papa Benedicto XVI cumplió su objetivo de superar los problemas afrontados por el pontífice en la última parte de sus papado y empujar un camino “más lleno de entusiasmo y de perspectivas positivas”.

Con esa convicción el exdirector de la sala de prensa del Vaticano, Federico Lombardi, repasó el primer lustro de la sorpresiva dimisión de Joseph Ratzinger, presentada la mañana del lunes 11 de febrero de 2013 durante un Consistorio Ordinario en el Palacio Apostólico.

“La decisión de Benedicto XVI alcanzó el objetivo que se proponía, es decir crear un espacio de gran libertad para el Colegio Cardenalicio para reflexionar y prepararse a la elección de un sucesor que pudiese dar ese impulso a la Iglesia del cual se sentía necesidad”, señaló en entrevista con Notimex.

Refirió que ese nuevo empuje era necesario ante “cierto cansancio” y “cierta dificultad” que podía sentirse en la Curia Romana después de las dificultades afrontada por el Papa entre ellas el escándalo por el robo y la filtración de documentos confidenciales conocido como “vatileaks”.

“Esto efectivamente exigía un nuevo empuje para poder ser verdaderamente superadas, para ir más allá recuperando un camino dinámico, misionero, más lleno de entusiasmo y de perspectivas positivas”, estableció.

Aseguró haber vivido los días de la renuncia “con mucha serenidad” pero también con sorpresa, ya que él no se había enterado con mucha anticipación lo que el líder católico iba a hacer ese día.

Al mismo tiempo precisó que no consideraba esa opción como imposible ya que el mismo pontífice había hablado de esa eventualidad en su libro-entrevista “Luz del Mundo” y todas las personas que trabajaban con él se daban cuenta que, aunque desarrollaba bastante bien su tarea, lo hacía con un empeño de sus fuerzas que había llegado ya al límite.

“No me tomó completamente por sorpresa. Fui avisado con la suficiente anticipación como para poder manejar la situación en lo que correspondía de mi parte, comunicando a los periodistas y explicándoles lo que el Papa había dicho aquella famosa mañana”, abundó.

Más adelante calificó de “desafiante” la comunicación que se vio obligado a realizar tras la renuncia, presentada antes del mediodía y que captó inmediatamente la atención internacional, siendo Notimex el primer medio en habla hispana del mundo en transmitir la noticia, pocos minutos después de su verificación con un despacho que llevó por título: “Benedicto XVI renuncia al pontificado”.

“Me di cuenta de la grandísima sorpresa y el grandísimo interés que esta noticia había suscitado, no sólo para la prensa sino también en el pueblo cristiano y en la opinión pública en general. Era muy importante dar una presentación serena y objetiva de las motivaciones”, explicó Lombardi.

Señaló que el tiempo posterior se convirtió en un camino transitado junto a los periodistas y a la opinión pública para acompañar al Papa hasta el término efectivo de su ministerio, la preparación del Cónclave y la elección del sucesor.

Para el sacerdote jesuita fue un “tiempo para descubrir una situación nueva”, que no se verificaba desde hacía siglos y que presentaba muchas preguntas que debían ser dilucidadas por las autoridades competentes.

Destacó la existencia de un “clima de admiración y gratitud” hacia Ratzinger, por su valentía al tomar esa decisión y por su humildad en el reconocer que sus fuerzas ya no eran proporcionales al empeño que exigía el gobierno de la Iglesia.

Empero, aclaró, el Papa siguió presidiendo las celebraciones “con gran serenidad y control espiritual”, dando mensajes preciosos que ayudaron a vivir esta situación nueva con confianza, con una lectura espiritual de los acontecimientos, hasta el día que dejó el Vaticano.

“Todos recordamos conmoción este vuelo hacia Castel Gandolfo y el saludo que él dio desde el balcón de la villa pontificia explicando la actitud de retiro y oración en el cual entraba para prepararse, también, en la última etapa al encuentro con el señor”, comentó.

Consideró que ese episodio no condicionó la expectativa ante la elección de un nuevo Papa, aunque se trató de una situación distinta, porque el antecesor no había fallecido.

“Ciertamente no hubo el aspecto litúrgico de las exequias del pontífice difunto, pero más allá de eso los cardenales sabían claramente que el pontificado precedente había terminado y que se trataba de elegir un nuevo Papa en la plenitud de su autoridad y de su responsabilidad”, sentenció.

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