José Gregorio Aguilar.-
Cd. Victoria, Tam.- El amor entre parejas gay puede ser tan sublime o más que el que se prodigan los matrimonios heterosexuales. No es difícil imaginar que en el primer caso las parejas enfrentan una serie de problemas y desafíos para llevar al altar su amor. De hecho, desafiar a una sociedad aparentemente conservadora y antes, a una familia, exponiéndose no solo al rechazo, la burla o el escarnio, son situaciones ajenas a las que pudieran vivir las parejas heterosexuales.
Un caso que ilustra con toda claridad un amor en este nuevo milenio es el de Jonathan y Andrés. Ellos desafiaron a una sociedad en parte conservadora y falsa en ocasiones, para poder llegar al altar y jurarse amor eterno.
Salir del caparazón para contar sus experiencias a veces no encajan sobre los perfiles de lo que se conoce como homosexual, en este testimonio veraz se indagó un poco sobre los prejuicios que existen en la época actual.
“Lo más difícil fue lograr la aceptación de la familia, a todos nos importa lo que tu familia pueda llegar a pensar o decir, de ahí en fuera sería la aceptación de la sociedad, porque, por ejemplo, los afectos en público en nuestros días aún son mal vistos o uno trata de reprimir el sentimiento por miedo al qué dirán pero tal vez hasta una agresión física”.
El hecho de no poder hablar con entera libertad de la atracción que sienten hacia otro hombre es un problema; y es que quienes han hablado del tema lo hacen tiñéndolo de peculiares prejuicios.
En la actualidad, si una persona es amanerada se le tacha de homosexual y el homosexual para muchos sigue siendo un acosador o un pervertido sexual. Esa es otra de las fuertes razones por las que muchos esconden su condición y en su caso, ese sentimiento que nace en su corazón hacia otra persona de su mismo sexo que no necesariamente, tiene que ver con relaciones sexuales.
Hay testimonios de gay que aman a otro hombre y ha sido extraordinario el sentimiento que manifiestan que lo han hecho de manera silenciosa y sin siquiera pedir sexo. Eso es lo sublime, amar sin pedir, sin exigir o condicionar.
“La gente debería entender que ser un homosexual puede ser una persona decente, con valores, como lo es un hombre y una mujer considerados normales”.
Cuando conoció el amor en brazos de Andrés, con quien compartió la idea de casarse luego de que las leyes actuales federales permiten el matrimonio entre personas del mismo sexo, no fue nada fácil.
Había cerrazón, discriminación en la sociedad y entre las autoridades, pero ese sentimiento genuino que no tiene nada que ver con la apariencia física de la persona ni por su condición laboral o económica, se sobrepuso a las dificultades que en su camino encontraron para unir sus vidas legalmente.
Porque la sociedad sigue censurando la unión entre personas del mismo sexo. De hecho, Jonathan recalca que aún y con amparos federales, las autoridades en Tamaulipas se niegan a casar a dos hombres.
“Yo legalicé mi unión el 21 de diciembre; me casé con Andrés. Pero con el solo hecho de que tuvimos que presentar un amparo aquí en Tamaulipas, siendo que a los heterosexuales, no se les pide nosotros como homosexuales siempre tenemos que soportar la discriminación que hay en las leyes”.
“Teniendo el amparo nos presentamos ante la Juez y ella nos puso trabas; quizá por ignorancia o porque pertenece a un partido ultraderechista que es sumamente homofóbico, pero lo cierto es que hubo negativa para casarnos”.
¿Pero por qué la relación de Jonathan debe molestar a alguien?, y como él mismo piensa, muchas veces es el miedo a aceptar inclinaciones o tendencias homosexuales de esos que se llaman heterosexuales y, para esconderlo, muestran una actitud homofóbica que raya en la intolerancia.
“Es lo que se dice, como una teoría, detrás de cada homofóbico hay un homosexual reprimido, quizá más de uno de los que critican, ofenden y se muestran críticos, quisieran ser valientes y experimentar un amor como el nuestro”.
Jonathan considera que quienes manifiestan su condición sexual en el ámbito laboral podrían pasar por un mal rato. En ocasiones perdería clientes si la profesión fuera por ejemplo la de un médico; “he conocido casos, tengo un amigo médico, él trabajaba en un consultorio médico y le llegaron algunos trabajadores para hacer algunos exámenes médicos y como que alguno de los pacientes vio a mi amigo, porque se le nota que es gay a simple vista, y por ese motivo lo acusó de acoso sexual, aunque mi amigo realmente no es esa clase de personas”.
Las cosas para este matrimonio han cambiado favorablemente aunque no del todo. Aunque a veces son señalados por su amor homosexual, ahora sienten que hay más apertura de la sociedad y en cierta forma, más aceptación.
“Yo soy estilista y mi pareja trabaja como supervisor de seguridad. Considero que mucho sirvió la visibilidad de nuestra relación y el no estarse escondiéndose para que la gente te acepte”.
“No es que uno ande buscando la aprobación de los demás pero siento más apertura por parte de la gente ahora que hicimos pública nuestra relación; ahora que somos más conocidos porque salimos en muchos medios y en redes sociales y te puedo decir que hay gente que nos conoce y hasta nos felicita”.
Jonathan explica que hay un sector de la población que es cobarde, que se esconde para agredir a dos hombres que han hecho público su amor, sobre todo bajo el anonimato que ofrecen las redes sociales.
“Hay detractores de mi relación, pero en redes sociales; es gente que se esconde detrás de la computadora en el anonimato para atacar pero las personas reales ha sido muy diferente. Creo que la discriminación y la intolerancia ya es menos que antes”.
Esta feliz pareja, que todos los días le rinde culto al amor, quiere que su caso sirva de reflexión y, en cierta forma, que su testimonio anime a otros que pudieran estar viviendo un amor a escondidas, pero con ese deseo de unir sus vidas y que no toman esa decisión por miedo.
“Que no tengan miedo de aceptarse tal cual son y que se hagan visibles, porque esa visibilidad es lo que nos hace fuerte tanto como comunidad como individuos”.
“El hecho de aceptar de manera pública tu homosexualidad te abre el mundo”, agrega, “te dejas de esconder, dejas de aparentar algo que no eres en la sociedad y cuando dejas de hacerlo te liberas y se te abre todo un mundo”.
Jonathan concibe el amor como una entrega total y en todos los sentidos de una a otra persona. “El hecho de ser ya no un individuo sino una pareja en todas las cosas, de tomar decisiones juntos y siempre pensar en el otro antes de ti mismo. Lo que es felicidad para otra persona lo es también para ti; para mí eso sería el amor”.
AMOR ENTRE HOMBRES NO ES MATRIMONIO: IGLESIA
Pese a que Jonathan y Andrés, así como otras parejas de Tamaulipas han sido unidos legalmente, para la Iglesia católica el matrimonio es la unión entre un hombre y una mujer, y no entre personas de un mismo sexo, “puede ser cualquier cosa, menos un matrimonio” afirmó el obispo Antonio González Sánchez.
El pastor católico dijo ser muy respetuoso de las tendencias sexuales de cada persona, pero de ninguna manera se puede ir en contra de la naturaleza, porque el amor que ellos dicen manifestarse jamás podrá traer procreación y, por lo tanto, una familia.
Y la Iglesia los acepta, “siempre y cuando se mantengan con cinturón de castidad”.