CIUDAD DE MÉXICO (AP) — El candidato que encabeza las encuestas para convertirse en el próximo presidente de México decidió incluir la religión en su campaña electoral con una propuesta para muchos inaudita: la necesidad de redactar una “constitución moral” que lograría no sólo el bienestar material, sino también “el bienestar del alma” de los mexicanos.
Andrés Manuel López Obrador, líder del movimiento izquierdista MORENA, lanzó esta idea el martes durante un acto del partido Encuentro Social, una pequeña organización que también le eligió como su candidato a los comicios presidenciales del 1 de julio y que tiene gran influencia de iglesias evangélicas. La polémica ante la propuesta se mantuvo en los medios de comunicación locales y López Obrador insistió en ella el miércoles cuando tachó a sus críticos de desconocer la historia. Según dijo, Alfonso Reyes —un reconocido pensador mexicano liberal de principios del siglo XX— propuso algo parecido con su “cartilla moral”.
La religión ha sido un tema tabú en la política mexicana desde que las leyes anticlericales de los años 20 desencadenaran el levantamiento de los católicos, la llamada Guerra Cristera, donde miles de personas murieron.
Y aunque no es la primera vez que López Obrador exhibe abiertamente sus creencias cristianas y siempre se ha mostrado conservador en cuestiones de fe, apostar por un código moral de facto es una vuelta de tuerca que él mismo adelantó sería polémica aunque “necesaria”.
La retórica religiosa ha sido habitual en el político mexicano, que se postula por tercera vez a la presidencia, por ejemplo, al hablar del “perdón” como una vía a estudiar para reducir la violencia en el país, insistir en que “Dios es amor” o referirse a la corrupción como el “pecado original”. De hecho, la lucha contra los corruptos es uno de sus temas habituales y siempre ha insistido en la urgencia de una “regeneración moral” como única vía para limpiar un país donde se da una pérdida de valores.
Sin embargo, esta es la primera vez que propone establecer una “constituyente” para elaborar un código moral. “Es indispensable auspiciar una nueva corriente de pensamiento para promover un paradigma moral, de amor a la familia, al prójimo, a la naturaleza y a nuestra patria”, afirmó.
Y pese a la polémica que sabía iba a suscitar, consideró que no se contrapone a su concepción de Estado laico. “A quienes piensan que este tema no corresponde a la política olvidan que la meta última de la política es lograr el amor (…) A Dios lo que es de Dios, y al César lo que es de César”.
La separación entre Iglesia y Estado es vigilada con atención en México, donde muchas personas temen que una iglesia que apoye a un gobierno ejerza el monopolio de la fe durante siglos. De hecho, México no reestableció relaciones diplomáticas con el Vaticano hasta 1992 y fue muy criticado que los candidatos a la presidencia en las elecciones de 2012 acudieran a una misa del papa Benedicto XVI durante su visita a México en pleno periodo electoral.